A esas horas de la tarde en que las ramas colorean de ecos silvestres las frías aguas del río, el niño de la gorra pasea por la orilla.
-Buenas tardes, río precioso, le dice de vivo pensamiento.
-Buenas tardes, niño carmesí. No esperaba hoy tu visita. ¿Qué haces por estos cauces de mansa corriente?
-Paseaba...
-Eso es bueno, pero ¿no estarías mucho mejor divirtiéndote con tus amigos?
-Seguramente, señor río de reflejos de asombro, pero ya no tenía ganas. Al final me cansé de tanto correr de un lado para otro tras un balón bobo de puro redondo. Siempre es lo mismo.
-¡Pero, qué dices, niño de ojos de almendra y andares desolados; si ésa es precisamente tu suerte: poder reír, saltar porque sí, correr libremente! Como hace cualquier niño de tu edad.
-Ya lo sé, río infinito, pero es que sentí ganas de pasear por esta orilla cuyas aguas alumbran buena sombra; cuyas ondas, buen cobijo.
-Mis luces son apenas bosquejos de vida. Es mejor que busques afilados ángulos por otros lugares. Créeme: en esta orilla los deseos rezuman demasiada humedad. Todavía eres muy joven para eso.
-Pero a mí esas luces apenas bosquejadas me gustan casi tanto como me inspiran. Además, aquí se respira distinto.
-Si tan sólo es eso, puedes venir siempre que quieras, niño alado de sueño tibio.
-Gracias, río grandioso.
-De nada, niño-río.
..
Lo mejor de lo mejor. Bellísima, maravilloso, excelente. ¿Te leíste el pato y la muerte? (es un cuento de Elbruch que en España editó Bárbara Fiore) Qué magnífica relación plagada de preciosos y preciosos adjetivos has narrado, Mega.
ResponderEliminarFelicidades llenitas de admiración.
Beso.
Precioso, de una luz poética claroscura que presagia tragedia. Las adjetivaciones del niño tienen reflejos lorquianos y de epítetos homéricos: "niño carmesí", "señor de reflejos de asombro", "niño de ojos de almendra y andares desolados". Me ha gustado mucho. Observo que en muchos microrrelatos se valora más la historia y el final sorprendente que la calidad literaria. Y no por ser breves han de renunciar a esto. Tú no lo haces y yo, lector exigente, te lo agradezco y aplaudo. Besos.
ResponderEliminarQué bonito, Mega, qué poético. Preciosa la foto. ¿Qué más se puede decir? Que corro a leerlo de nuevo.
ResponderEliminar- De nada, niño-rîo. Me gusta la fusiôn que lograste al final, entre ambos, Mega.
ResponderEliminarUn beso
Me han gustado mucho los epítetos que se han cruzado el río y el niño, realmente hermosos. Hay algo que hace a los niños especialmente tiernos para eso. Un abrazo muy fuerte, mega.
ResponderEliminarQué hermosura el respeto que se tienen el río y el niño.
ResponderEliminarApoyo lo que dice Antonio Serrano. Entre tanto lenguaje que es certero en su deseo de describirse cambiantes en cada momento, para nada un adorno, se presagia sin embargo la tragedia.
Lo he disfrutado la mar, que al fin y al cabo está hecha de ríos.
Izaskun, jaja. Tú sí que eres lo mejor de lo mejor. No conozco el relato de Elbruch, pero lo buscaré. Gracias por la referencia. Y un besazo
ResponderEliminarAntonio, gracias por tus palabras que me animan y alegran por igual. Lo de que, encima, hayas creído ver ecos lorquianos me agrada muy especialmente. (Me encanta la maestría con que adjetiva Lorca). Beso alado de vuelta
Araceli, qué bien que te haya gustado. Gracias por tus palabras cariñosas y un abrazo fuerte
Eva, fíjate que lo corregí en el último momento. Antes decía: "niño mío", pero creo que ahora refleja con mayor fidelidad ese fátum trágico a punto de manifestarse.
Un abrazo
Isabel. cierto. Los niños se merecen, por el solo hecho de ser niños, todos los adjetivos posibles... Y algunos, más todavía. Quería que se viera que ese niño era de esta última clase. Un besazo
Y yo estoy feliz por ello, Nano. Para mí ese respeto mutuo surge de forma natural a consecuencia de un reconocimiento que es también recíproco. Un abrazo fuerte
Es que el final es muy loquiano: el desamparo del niño ante los elementos (y sus metáforas). La invitación del río al niño, ese abrazo de agua que ya está preparando, recuerda al niño gitano que se llevó la luna ("La luna vino a su fragua...". Y qué decir de la hermosa niña que huye del "viento-hombrón": "Su luna de pergamino / Preciosa tocando viene"... Tu microrrelato es de relectura.
ResponderEliminarMega, que puedo añadir,sólo decirte que me gusta leer literatura.
ResponderEliminarUn abrazo gustoso.
Sergio Astorga
Mega, un cuento bellísimo,de lo mejor que he leido.Abrazo.
ResponderEliminarAy, yo comparto ese presagio de tragedia con Antonio, dan ganas de llevarte al niño de la mano.
ResponderEliminarNo hables con el río. Supongo que la búsqueda nos lleva a sitios inciertos. Al menos el río es agua viva y mis temores no tienen por qué ser verdad.
Es que me sale la madre a la mínima;-)
Es muy bonito, Mega.
Tienes algo.
Sergio, ¿Anónimo?, Olga, gracias a los tres. El final tenebroso se impuso por sí mismo, sin que yo lo hubiera previsto de antemano.
ResponderEliminarOlga, tú lo has dicho: a veces, "la búsqueda nos lleva a sitios inciertos". Aunque si quieres que te sea franca, tampoco sé muy bien si ese desenlace inminente resulta trágico, o simplemente natural.
Un abrazo
Pasé a desearte una felices vacaciones. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarEl anónimo era yo, no puse bien el comentario así que te felicito de nuevo por este cuento bellísimo.Abrazo.
ResponderEliminarIsabel, lo mismo te deseo, muchas gracias.
ResponderEliminarBambú, gracias por tu doble felicitación. Y feliz descanso también para ti