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Lo que me desagrada de facebook no es tanto que nos empuje a estar en medio a sol y sombra, venga o no a cuento; sino esa especie de celebración extemporánea que fomenta de la más simple de nuestras ocurrencias, como si su objetivo fuera la mera inserción de contenidos sin editar.
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miércoles, 5 de junio de 2013
domingo, 2 de junio de 2013
La puerta entreabierta, de Fernanda Kubbs
La
vida amplificada
En
esta primera novela firmada por su hermana
de tinta, Fernanda Kubbs, Cristina Fernández Cubas vuelve a recuperar los extraños
mundos de doble fondo que ya le conocíamos de sus cuentos, plagados de espejos,
distorsiones, y lupas de aumento, pero también de hermanas gemelas –como lo es,
de hecho, esta Fernanda que ahora la representa– y distintas clases de seres
desdoblados, dispuestos a cruzar cuantas puertas
entreabiertas les salgan al paso, a veces sin ser conscientes de ello.
Novela
de aventuras y misterio, más que propiamente fantástica, Isa es una joven con
el cometido de realizar un reportaje para el periódico en el que trabaja a partir
de la visita a una vidente; pero todo se tuerce de pronto cuando, tras un
conjuro inadvertido, se despierta absorbida y empequeñecida en el interior de la
bola de cristal de la falsa adivina, Krauza-Pepita, pues, como enseguida
veremos, las cosas no son lo que parecen. Aquí empieza, por tanto, su particular
odisea –entre mágica y fantástica– por desandar el camino recorrido y tratar de
volver a su otra realidad, aquella de
la que procede, si bien a lo largo de sus páginas iremos viendo cómo establece
contacto y estrecha vínculos con los habitantes que pueblan este mundo
especular en el que ha desembocado por accidente; cambiando una vez más las
prioridades que tuviera al despertar convertida en una especie de Pulgarcita o
de Alicia; no en vano, el envés del mundo y de las cosas es capaz de revelarse
tan o más auténtico que su haz.
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Múltiples
son las relaciones asombrosas que se nos revelan a lo largo de su lectura: no
solo la evidente entre CFC (de iniciales palindrómicas, por cierto), Fernanda
Kubbs y su reportera protagonista, en su papel de narradora de La puerta entreabierta; sino también las
que conservan algunos personajes, como sucede con la pareja Baltus-Miroslav, quienes
desempeñan un papel complementario el uno del otro en sus respectivos mundos, conectados
por una especie de hilo invisible; sin olvidar las frecuentes remisiones que,
como lectores, iremos trazando entre puertas
entreabiertas, escondrijos, cortinas corridas –o de agua–, umbrales y fronteras varias, también entre las que separan la vigilia del
sueño, o la presunta realidad objetiva del relato fabulado. No en balde, la
novela está trufada de cuentecillos que son relatos
orales narrados por los mismos personajes, como de hecho ocurre ya –si nos
remontamos a los orígenes de nuestra tradición narrativa– en El Quijote, y cuyo poder de sugestión consiste
en ilustrar o profundizar en los sucesos de la trama principal.
Así
pues, y a diferencia de lo que acontece en el mundo objetivo, donde el discurso
de lo real tiene preponderancia, en ese otro mundo que la pequeña Isa vislumbra
desde la lupa de aumento en que se ha convertido la bola, los sucesos son
interrumpidos, amplificados o alimentados constantemente por infinidad de
historias secundarias a modo de fábulas morales, con un pie –eso sí– en la
realidad, pues como ha declarado la autora, parte de esas historias presuntamente
secundarias se dejan rastrear fácilmente a través de Internet. Una vez más, nos
topamos entonces con la ambigüedad o dificultad a la hora de deslindar entre la
sustancia del discurso perteneciente al plano de lo real y el mucho más
fascinante de la ficción. Tanto es así que cuando Isa despierte al mundo real, por llamarlo de algún
modo, tendrá que recurrir al sueño para bucear en sus recuerdos y convencerse
de que su vida en la bola de cristal, en fin, llegó a suceder de veras. El
epílogo funciona, en este sentido, como una vuelta a la normalidad cotidiana, a
la recuperación de su identidad primera, pero también como un empeño por tratar
de encontrar ese hilo que la conecte de nuevo con esas gentes del otro mundo.
Una puerta entreabierta más que el lector no dudará en traspasar gustoso.
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* El pasado mes de mayo publiqué la siguiente reseña en la revista de literatura Quimera. Con ella inicio en el blog una sección de crítica donde iré colgando, al terminar cada mes, las distintas reseñas que vayan saliendo.
...jueves, 30 de mayo de 2013
lunes, 27 de mayo de 2013
Setenta y tres
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La naturaleza del texto resulta cambiante en la misma medida en que el lector muda de hoja.
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La naturaleza del texto resulta cambiante en la misma medida en que el lector muda de hoja.
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domingo, 26 de mayo de 2013
jueves, 23 de mayo de 2013
miércoles, 22 de mayo de 2013
El nacimiento de Venus
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...El paisaje giraba y rugía como un remolino. Yo soñaba despierta, mientras contemplaba por la ventanilla el dibujo que trazaba a brochazos la velocidad. El conductor avanzaba impasible, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Un rato antes, el crucifijo del retrovisor había empezado a bailar algo parecido a una danza macabra. Cuando el autobús volcó, el disparador de la cámara alcanzó a captar la imagen de una Venus fugitiva. No hubo supervivientes.
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domingo, 19 de mayo de 2013
J'ai trois pièces traduites en français!
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El ojo de cristal
Aquel ojo de
cristal tenía la transparencia y el brillo de una mirada límpida y sin dobleces,
diáfana de puro fulgor. Tanto era así que él la seguía amando, única y
exclusivamente, en virtud de aquel ojo falso de perlas nacarado, y no del otro
sano y verdadero que le quedaba, auténtico, sí, pero absolutamente vulgar.
Verdadera naturaleza
Cuando era niña
le gustaba morderse los labios hasta provocarse llagas; las uñas hasta el
límite mismo de rompérselas; los dedos hasta hacerlos sangrar.
Ahora que ya es mayor le gusta pintarse los labios para
redefinirlos; las uñas para aumentarlas; los dedos, de negro tiznado, para
devolverlos a su verdadera naturaleza de bruja piruja.
Juegos de niños
Aquel personaje
salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo
echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la
niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia.
Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con
sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por
descuido, el rostro bañado en lágrimas.
-¿Pero qué buscas, tesoro? -le preguntaba su madre.
-Un tete. Falta un tete -respondía, compungida, mientras el
dedito señalaba el cuento de tapas duras.
Al personaje, que por entonces se hallaba extasiado ante el
descubrimiento de una realidad tan fuera de lo común, fantástica a decir
verdad, aquel súbito desvelo de la niña le había conmovido de tal modo, que
tras vacilar unos instantes decidió regresar a su antiguo libro en calidad de
huésped. Sin duda quería complacerla.
A la niña, le bastó verificar que, de un salto, se había
metido en el cuento, para arrancar de cuajo aquella página, temblorosa aún tras
sumergirse en ella el visitante. Con sus manitas rechonchas, estrujó la hoja
sin contemplaciones, arrojándola poco después a la basura, hecha una pelota.
* Hasta la fecha, han traducido, entre otros, a Susana Camps Perarnau, Rosana Alonso, Jesus Esnaola, Ana Vidal, Manu Espada o Lola Sanabria García. ¡Felicidades a todos! Y gracias, en particular, a Félix Terrones por su mediación. La traducción es obra de Caroline Lepage. Los tres microrrelatos aparecen recogidos en La danza de las horas, Eclipsados, Zaragoza, 2012.
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sábado, 18 de mayo de 2013
Ese otro rostro
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Yo soy lo que mi rostro
esconde
lo que mi rostro
ignora
lo que mi rostro
no recuerda haber visto
y sin embargo vio y ve y seguirá
ignorando;
ese otro rostro que los demás
-en ocasiones-
reconocen en mí;
justamente,
ese
otro
rostro.
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* La escultura es de Igor Mitoraj. La foto, de una servidora.
Yo soy lo que mi rostro
esconde
lo que mi rostro
ignora
lo que mi rostro
no recuerda haber visto
y sin embargo vio y ve y seguirá
ignorando;
ese otro rostro que los demás
-en ocasiones-
reconocen en mí;
justamente,
ese
otro
rostro.
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* La escultura es de Igor Mitoraj. La foto, de una servidora.
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jueves, 16 de mayo de 2013
miércoles, 15 de mayo de 2013
Sesenta y ocho, sesenta y nueve, y setenta
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Nuestras carencias engordan.
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Carecía de sentido del humor y de empatía; es decir, del menor atisbo de humanidad.
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«Tener o no tener». Esa es la sinrazón.
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Nuestras carencias engordan.
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Carecía de sentido del humor y de empatía; es decir, del menor atisbo de humanidad.
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«Tener o no tener». Esa es la sinrazón.
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lunes, 13 de mayo de 2013
Carecrezco
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Otros, más bien, decrezco por lo mucho que carezco.
Al final, bajo cualquiera de ambas circunstancias, carecrezco cariacontecido.
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"Soy aquello de lo que carezco, soy mis carencias, lo que no soy".
Rafael Chirbes, En la orilla, Anagrama, Barcelona, p. 379.
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Hay días en que de cuanto carezco, apenas crezco. Otros, más bien, decrezco por lo mucho que carezco.
Al final, bajo cualquiera de ambas circunstancias, carecrezco cariacontecido.
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jueves, 9 de mayo de 2013
miércoles, 8 de mayo de 2013
martes, 7 de mayo de 2013
Sesenta y seis
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El protagonista es aquel tipo que, precisamente por serlo, no necesita interpretar ningún papel.
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El protagonista es aquel tipo que, precisamente por serlo, no necesita interpretar ningún papel.
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martes, 30 de abril de 2013
Relación sumamente equilibrada
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...Me parece el colmo de la casualidad que cada vez que yo llame, tú no estés; por lo mismo, debería empezar a acostumbrarme a que cada vez que tú no llames, sí esté.
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sábado, 27 de abril de 2013
Sesenta y cinco
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Por extraño que parezca, todavía hay quien se empeña en considerar la cantidad (de años, de premios, de centímetros, etc.) en lugar de la calidad (ídem). Así somos.
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Por extraño que parezca, todavía hay quien se empeña en considerar la cantidad (de años, de premios, de centímetros, etc.) en lugar de la calidad (ídem). Así somos.
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viernes, 26 de abril de 2013
Sesenta y cuatro
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Hay un tipo humano que no soporto: aquel que persiste de buen grado en el error. Dispuesto a mostrarse implacable con la buena gente, melifluo -si la ocasión lo requiere- ante cualquier vislumbre de maldad.
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Hay un tipo humano que no soporto: aquel que persiste de buen grado en el error. Dispuesto a mostrarse implacable con la buena gente, melifluo -si la ocasión lo requiere- ante cualquier vislumbre de maldad.
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martes, 23 de abril de 2013
Sesenta y tres
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Vivimos en el mito*,
al margen de toda realidad**.
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Vivimos en el mito*,
al margen de toda realidad**.
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*. En la primera acepción del DRAE: una «narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico».
**. Verdad.
domingo, 21 de abril de 2013
Sesenta y dos
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La palabra alimenta; la escritura descarna.
La lectura nutre; la escritura descarna.
....La lectura nutre; la escritura descarna.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"