La naturaleza agoniza en nuestro ser hasta pudrirnos, lo vengo comprobando. Veinticinco años atrás yo era pelirroja, por ejemplo, aunque ahora apenas si conserve algunos reflejos rojizos.
Lo mismo cabe decir de quienes fuimos, de nuestros recuerdos súbitamente ovillados por el tiempo: casi por descuido, sueños y deseos se enmarañaron, falseándonos sin tino. Y la persona que creímos ser tuvo que disolverse en favor de esta versión extraña por la que hoy nos desvivimos. Inventamos un pasado a la medida de nuestro olvido.
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Gemma. La naturaleza no se detiene, pero no anticipemos pesimismo. Que yo hace 36 años tuviera la barba pelirroja y ahora la tenga cana no me desvirtúa por ello. Cambio de aspecto, trato de gustarme a mí mismo en cada ciclo y tiempo con su aspecto correspondiente. Cuando llegue la decrepitud ya veré qué le digo al espejo por serme fiel, jaj. Pero no nos disolvamos antes de tiempo, eh. La memoria sirve para sentirnos acogidos por nosotros mismos, rechazo la melancolía. Aún podemos reinventarnos aunque las referencias no sean ya las del pasado. No deja de ser espléndido vernos con diferentes rostros, actitudes, poses...
ResponderEliminarCuriosa reflexión la tuya. Salud y calma.
Sienpre he creído que al final sólo somos recuerdos y de ahí la importancia de las palabras...
ResponderEliminarUn abrazo,
Gemma,
ResponderEliminarmuy hermoso ese recuerdo de un relato de una vida.
Muchas gracias por compartirlo.
JP, desde Axolotitlan,
Fackel, vivir es ir cambiando como dices, incluso de modo imperceptible al principio. La reflexión pretendía constatar un fenómeno violento y natural a la vez, no por ello menos inquietante. Tampoco yo soy partidaria de una nostalgia hueca. Gracias a ti por tu interesante reflexión. Saludos cordiales
ResponderEliminarPedro, las palabras nos recuerdan e inventan también. Un abrazo
Javier, pretendía poner de manifiesto ese asombro ante el cambio que se produce indefectiblemente en nosotros, al margen incluso de que estemos conformes con ello. Abrazos
El asombro crece hasta límites terroríficos empujado por la implacabilidad de la edad. La frontera de los 50, ha supuesto, para mí, una fractura para la que no existe pegamento.Otra cosa es que intentemos llevarlo lo mejor posible.
ResponderEliminar"Inventamos un pasado a la medida de nuestro olvido". Un buen resumen del pasmo que se va apoderando de todo.
ResponderEliminarPor suerte, todos esos que fuimos sin serlo, más los que ahora creemos ser, no se dejan atrapar (nada más espantoso que que un yo seguro de ser él, un yo estático que se reconociera en los espejos).
ResponderEliminarPor cierto, ese instante mujer que ahora veo-precioso, si me lo permites- es y no es un presente que viene de un futuro que ya ha pasado.
Bosos hoy intemporales.
¡Qué linda estás!Y qué buena frase: "inventamos un pasado..."
ResponderEliminarEs verdad, como también el susto que nos llevamos cuando, sin aviso, surge un gesto, una costumbre, algo de quienes son precedieron, jejeje...
Abrazos