Ochenta y tres
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El aborrecimiento de cierta clase política para con lo público es sibilina y directamente proporcional a su afán desmedido por privatizarlo.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Eso por no hablar del aborrecimiento de una buena parte del público por la clase política (dada la magnitud de dicho aborrecimiento, no creo que nadie dudase en privatizarlos y, a un precio irrisorio, venderlos en la lonja de pescado de Arenys de Mar -si es que la hay-).
ResponderEliminarJaja, Josep. Qué buena solución sería para algunos...
ResponderEliminarPetons
¿Servirían de comida a los peces? No sé, no sé...
ResponderEliminarYo tampoco lo creo, Emilia.
ResponderEliminarAbrazos.
(Me ha gustado mucho tu poema "Contra Fortuna". Enhorabuena)