jueves, 17 de enero de 2013

Cuarenta y ocho

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A casa nostra, el nacionalismo se reduce, mal que nos pese, a cosa nostra
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A casa nostra, el nacionalismo se reduce, mal que nos pese, a cosa siniestra.
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Dado que no pueden evitar su corrupción, nuestros políticos ven la independencia como la panacea que habrá de librarles de toda culpa. 
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9 comentarios:

  1. El asco en el estómago se me está volviendo crónico.

    Manos canallas que cortan el bacalao.


    Abrazos solidarios.

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  2. Sí, pero se les ha visto demasiado el plumero ya como para que cuele.
    Además se está jugando a diario con los sentimientos y la ilusión de mucha gente y eso es tan indigno como la corruptela mafiosa que se traen todos.

    Un beso muy grande, Gemma.

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  3. Lola, Paz, gracias por comentar.
    Abrazos fuertes

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  4. ¡Ah! pero esta gente sabe lo que significa la palabra panacea, ¿les llega para algo más que seguir en sus corruptelas?

    Besitos

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  5. A mi me parece una cuestión de respeto.

    Si un catalán va a Madrid y le señalan con el dedo sólo por ser catalán, o no le respetan en unos mínimos a él y su familia en el restaurante de Sevilla es normal que haya un malestar y totalmente definido.
    Y no es una comunidad de afínes a gustos musicales, sexuales u otras aficciones. Es una comunidad de miembros de una autonomía del país en el que vives. Gente muy seria y trabajadora por cierto.

    Luego la espiral de no respetar (que no sirve para nada) puede llevarse más lejos y nacer una ironía pública. Y seguir en esa espiral y ocurrir lo que pasa a veces que es pasar de la ley porque ya no se respeta nada. Es lo que lleva tiempo ocurriendo pero institucionalmente.

    ¿Qué pasa? que la Unión Europea nació y creció para unir mercatilmente, en leyes, en moneda, ahora fiscal y bancariamente a los países europeos: porque vamos de uno en uno, pagamos donde tomamos las copas, hacemos nuestro trabajo y dejamos hacer a los demás el suyo... somos civilizados. Se puede hacer la Unión Europea, eso, y más alto hasta donde se quiera. Sólo se trata de tener respeto, un compromiso y guardar sentido común. Pero ahora les dicen los políticos catalanes a los europeos (justificadamente) de hacer lo contrario a su manera de entender la política y ellos van a decir que no. Yo creo que eso es así. Lo contrario.

    Mi opinión es que hay que ser serios y respetarse (tengas el oficio que tengas) y siempre comprometerse algo. Si fuesemos cada vez más serios al final podría estar cualquier persona en cualquier parte del mundo haciendo cosas normales que siempre están justificadas y viviendo bien que está en deshuso. Si se quiere, para ello se pueden encontrar tantos motivos como quejas.

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  6. Elysa, quién sabe... Sospecho que no están por la labor.
    Un beso

    Dieguku, lo del respeto que mencionas tendría que ser siempre un argumento bidireccional, de ida y vuelta, vamos; y no siempre es así. En Cataluña nuestros políticos -menos puros de lo que se creían, como se ha visto- sólo ven la paja en el ojo ajeno, y no me parece nada bien. Ni justo siquiera. Como si muchos optaran por fijarse sólo en la derecha más acérrima para justificar sus propios excesos...
    Gracias por comentar y un abrazo

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  7. Hay ciertas voluntades independentistas que lo único que parecen pretender es ocultar el deseo de contertirse en jueces y parte.

    En cualquier caso, siempre me ha preocupado la opinión que me generan las clases políticas. Desde los tiempos en que le entregaban la cicuta a los filósos discrepantes hasta ahora.

    Un abrazo,

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  8. Me cachis, llevo desde finales de los sesenta diciendo que "nacionalismo de izquierda es un oxímoron y nadie me ha hecho caso.

    El nacionalismo es de derecha. A la vista está.

    LA izquierda no es internacionalista (desde Stalin), pero debería serlo. Y así nos va.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"