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...Alguien dijo la otra noche que para ser había que dolerse, aunque para no ser, apostilló enseguida, esté de más entusiasmarse. No sé por qué, pero esas fueron sus palabras; emergieron de su garganta como si alguien hubiera preguntado por ellas, como si respondieran a la solicitud de alguno de nosotros, como si cupiera en serio la posibilidad de que andáramos todos y cada uno reclamándoselas, exigiéndoselas. Qué ocurrencia, pensé. El mundo entero conoce de sobra que para ser hay que dolerse y joderse tan a menudo..., que pocas veces quedan arrestos para el entusiasmo. Un círculo de muerte que se muerde la cola; un pez vicioso. Pero ese alguien que nos habló sobre el sinvivir de esta sinrazón había tratado de obtener nuestra complicidad, así que en cuanto hubo recogido sus cosas, se marchó sigiloso por donde había venido.
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Hoy me llevo esa imagen del pez vicioso.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho de este patchwork de tus reflexiones. ¡Cuánto oficio, Gemma!
Un abrazo.
Me gustan las personas que van y dicen, y después se marchan, despreocupadas de los ecos.
ResponderEliminarGemma, picar y volar, trazar y abandonar, decir y callar: elegancia poco frecuente.
ResponderEliminarAbrazos si peixe
Pedro, yo me lo imagino (ese sinvivir de la sinrazón) como un pez vicioso encerrado en un círculo sin cola. Un abrazo y gracias
ResponderEliminarNano, a mí también. Vienen, comparten cuanto quieren y se largan sin más, y sobre todo a hurtadillas, para molestar lo menos posible. Besones
Sergio, abrazos siempre. "La vida, caballeros: oca y reoca", dice Gonzalo Hidalgo Bayal en su estupenda "Conversación" (Tusquets, BCN, 2011).