Veinte
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El progreso es ese destino maravilloso donde la miseria ajena parece triunfar sobre la propia.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Me parece que no me voy a quedar con un progreso así, Gemma, al menos como yo lo he entendido. Si para que nuestra miseria parezca un éxito tiene que ser mayor la ajena.
ResponderEliminarAbrazos desangelados.
Lo has entendido bien, Lola. Ya somos dos. A mí tampoco me interesa esa clase de progreso potenciado de forma acéfala -y salvaje- por el capitalismo actual.
ResponderEliminarUn abrazo con ángel
Actualmente la idea de progreso la mide y se sustenta sobre el sistema financiero. Y éste nos impone una serie de valores modernos, cosmopolitas, gilipollas. Nos jactamos y se nos llena la boca con la palabra progreso y civilización, cuando en realidad éste no tendría que ser más que el mero propósito de alcanzar la felicidad. ¿Y somos más felices que una tribu salvaje?. Me temo no sólo que no, sino que mucho menos.
ResponderEliminarAbrazos.
Nunca he comprendido esos viajes "de placer" a paises donde hay tantas necesidades, como tampoco comprendo este progreso que nos pintas.
ResponderEliminarAbrazos
¿El progreso verdadero es cuando a los demás les va peor que a mí?
ResponderEliminarBueno, la verdad es que los seres humanos no penasmos en absolutos, nos comparamos continuamente.
Si los demás tienen 5, con 10 estamos súper-contentos. Pero si los demás tienen 20, 10 nos parece la miseria.
Es que sin comparnos, no sabemos si tenemos mucho o poco.
Mucho me temo que dentro de poco no necesitaremos ir a India para comprobar lo chulos que somos. Basta ir a las periferias; o bajar al segundo piso de tu propio edificio.
ResponderEliminarDespués, quizá nos tenga que visitar el del quinto.
Pero ya tocaba empezar a pensar en que nuestra "abundancia" se basaba en la "necesidad" de otros.
Gemma, nos guste o no la úlcera del mirar es comparar.
ResponderEliminarAbrazos progresivos.
Sergio Astorga
No me gusta nada ese progreso, no. Así no quiero progresar.
ResponderEliminarBesitos
Agus, somos meros juguetes del capitalismo, instrumentos al servicio del consumo más innecesario. ¿Por qué demonios volverá Marx a resultar tan actual?
ResponderEliminarAbrazos
Isabel, yo tampoco. Y ya somos dos con respecto a tu resistencia a viajar (por placer) a destinos donde la pobreza es extrema. Un gran abrazo
Marc, sólo en apariencia. En realidad, me planteaba (irónicamente, claro, y hablando en términos absolutos) qué miseria era peor padecer: si la de la pobreza o la de la propia mezquindad. Lo deseable sería no tener que padecer ninguno de ambos extremos. Pero vivimos épocas de extremos...
Besos
Nano, toda la razón. La miseria la tenemos en casa. Por eso creo que no hace falta buscar culpables fuera de ella... Besones
Sergio, más que úlcera, esto va siendo ya una sangría... Un abrazo fuerte
Ya somos dos, Elysa. Besos de vuelta
Me ha apetecido regresar a destiempo y volver a "comentar": creo que lo que has escrito es un plagio de lo que está en todos los manuales de las facultades de Economía neoliberales (o sea, todas), en la asignatura "Cómo conseguir que encima estén contentos". Hasta creo que los viajes a los países míseros se organizan con ese fin... ¡y encima cobran a los viajeros!
ResponderEliminarMe has dado una idea, Nano. Para el próximo textín que admita varias lecturas, adjuntaré un 'Manual de instrucciones para neoliberales carentes del menor sentido de la ironía y, en general, de cualquier sensibilidad'.
ResponderEliminarBesos!