Trece
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Al tiempo le gusta brujulear como si estuviera encerrado en un reloj ingrávido.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Un nuevo aforismo que nos deja pensando, Gemma.
ResponderEliminarA mis años, si algo he aprendido, es que ese reloj ingrávido tiene una fuga.
Un abrazo,
Quizá debamos imitarlo. Si Eduardo Galeano no se equivoca, las utopías nos sirven para aprender a caminar hacia ellas. Y qué es eso sino brujulear?
ResponderEliminarTambién le gusta atarse a uno. Y a uno atarse a él.
ResponderEliminarJaja, Pedro, no lo había pensado. Bendita fuga!
ResponderEliminarUn abrazo
Patricia, al tiempo le gusta comportarse como un niño travieso, incluso cuando las opciones de fugarnos, o de rebelarnos por medio de la utopía, resultan relativamente viables.
Un beso
Veronica, ¡Y sobre todo columpiarse!
Abrazos