Diecisiete
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Nuestras pesadillas se alimentan de hambre.
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* La foto es de Luis Matilla, y la he sacado de aquí.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
EXCELENTE!!!!!
ResponderEliminar(Me he permitido conservarlo en mi tuiter)
Increíble to capacidad de síntesis para, como siempre, dar en el clavo.
ResponderEliminarQué fácil parece pensarlo después de haberlo leído, Gemma. En ello radica el mérito inmenso que tiene.
ResponderEliminarUn abrazo lleno de admiración.
El reverso oscuro de aquel de hace unos días. Te felicito por el devenir de esta serie, es exquisita.
ResponderEliminarAbrazos.
Ni más ni menos.
ResponderEliminarEs un gustazo pasar por aquí.
Besos
Un sencillo pensamiento que evidencia las pesadillas que sufrimos, o el hambre que pasamos. No sé.
ResponderEliminarMe ha parecido excelso.
Abrazos
Patricia, jaja, gracias.
ResponderEliminarAraceli, no sé si doy en el clavo; yo diría más bien que procuro no golpearme los dedos.
Pedro, intento no racionalizarlo mucho; no vaya a ser que lo desbarate antes de escribirlo...
Agus, celebro que te lo parezca. Justamente. Gracias.
Susana, pues me quedo muy contenta.
Xesc, para librarse de ellas, se me ocurre, nada mejor que hallar los motivos del hambre.
Abrazos fuertes!