Diecinueve
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En el descubriendo se agazapa el vértigo.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Hola Gemma, he sentido ese vértigo del que hablas. En el descubriendo, así es, qué bien enfocado.
ResponderEliminarGracias. Un abrazo.
Para prueba de lo que decís, este "Diecinueve" se basta a sí mismo.
ResponderEliminarAbrazos, Gemma
La contundencia de la perspectiva. ¡Qué bien leída, Gemma!
ResponderEliminarUn abrazo,
Arte Pun, Patricia y Pedro, gracias de nuevo por vuestros comentarios.
ResponderEliminarGemma y tal vez en el encontrar se encuentre la caída.
ResponderEliminarSubes y bajas en este piso 19.
Abrazos de altura.
Sergio Astorga
"agazapa" es el eje imprescindible para equilibrar las otras dos ideas.
ResponderEliminarComo una gemóloga (¿o gemáloga?) que en cuentra la piedra precisa.
Sergio, prefiero "caer" hacia arriba, en un ascenso vertiginoso.
ResponderEliminarNano bonito, agazapada me quedo entonces para verte mejor.
Besos a ambos
El vértigo y su vorágine. Me encantó ese gerundio que define al tiempo.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Agus.
ResponderEliminarHay vértigos minúsculos y abismos de juguete, todo lo condiciona la risa con la que nos asomamos.
ResponderEliminarUn pe tó de altura, Gemma.
Quizás porque la vida es vértigo y la vida se vive en gerundio.
ResponderEliminarMe gusta mucho, es tan cierto.
Con tus imágenes me he quedado un ratito en esa ciudad que tanto me gustó.
Abrazos.
Josep, muy sensatas e inspiradas tus palabras. Yo también lo creo. Un petó
ResponderEliminarIsabel, Berlín resulta inagotable. Una misma plaza parece otra ya no sólo en función de la estación del año en que la visites, sino de las obras y reformas que esta sufra. :-) Un beso