Dejar de escuchar
el ruido insolente de la ciudad, con sus palomas airadas de vuelo rasante y
gestos de rapiña, mientras contemplo un horizonte despejado; y me deslumbro
ante su piel joven, capaz de absorber el sol entero de la tarde; acaso con la
certeza despreocupada de que la observo a pocos metros de distancia, rendido a
su calor, sin poder evitar no obstante que las piernas me tiemblen.
Qué hermoso, Gemma, va creciendo, envolviendo, y el final.
ResponderEliminarEs un relato y a la vez es un poema.
Besos!!!!
Me gusta la forma en que desciendes desde el cielo a las piernas, pasando por el horizonte y la espalda de ella. Vas recorriendo las líneas paralelas de la fotografía en cada línea. Un beso.
ResponderEliminar(Corrección al cometario anterior): ...las líneas paralelas de la fotografía en cada línea "de tu texto".
ResponderEliminarBesos reduplicados.
Texto y comentario relajante, perfecto.
ResponderEliminarMe deja cierta desazón tu texto, Gemma, como si me dejaras entrever que ella es un espejismo que atrapa, que distrae, que engaña.
ResponderEliminarComo siempre atractivo y sugerente.
Besos Gemma
Gemma, el observador, el mirón, siempre se enciende cuando hay una imagen sugerente. El terror de romper su propio hechizo lo enfría.
ResponderEliminarEnigmático sol de media tarde.
Un abrazo mirado.
Sergio Astorga
Me encanta que ante tal paisaje de postal, el protagonista ciña su mirada a ese otro paisaje, a esa espalda desnuda. Me gustó mucho el contrapunto del frío en las piernas. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo de mayor, querría que se me pegase un poquito de MegaMaga.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo de la generosidad inaudita de la piel... ¡Qué hermosura!
Beso bien grande, Zauberina.
Lara, hay escenas que hablan por sí solas. Como sucede, sin ir más lejos con ésta de Guillermo Méndez, un fotógrafo al que no se le escapan jamás los detalles.
ResponderEliminarBesos
Antonio, no había reparado en lo que comentas hasta que me lo dijiste tú. El fotógrafo o narrador realiza un viaje que va de lo general a lo particular, en efecto, hasta dar con lo que verdaderamente importa. Abrazos
Paco, me alegro de que te parezca relajante, muchas gracias. Aun cuando el narrador se halle al acecho, sumamente inquieto y hasta turbado, es cierto que ella parece la viva estampa de la relajación. Un abrazo
Jesus, bien observado una vez más. Ella es un espejismo y un imposible, seguramente. A menos que el fotógrafo sea el novio de la chica, que no creo. Descubrir para perder inmediatamente después siempre conlleva cierto desencanto. Besos
Sergio, bien mirado tú lectura también me gusta. El fotógrafo es un cazador de imágenes fulgurantes. Resulta natural que, por lo mismo, su conquista le entristezca un tanto. Besos
Agus, en mitad de esta escena calurosa y llena de sol, el contrapunto del frío que padece súbitamente el fotógrafo, en realidad el verdadero tema del micro. Un abrazo
Freia, jaja. Si te gustó, ya me quedo contenta. Lo sabes, ¿verdad?
Muchos besos, meine Gräfin
Es difícil describir la sensación que me deja esta entrada, porque no sé muy bien si estoy leyendo la foto y contemplando el texto. Por una magia cuyos procedimientos desconozco.
ResponderEliminarCualquier fotógrafo, independientemente que escriba con luz o con palabras, intuye que la alegría se da en la búsqueda, en el acecho, en el juego de posibles; cualquier fotógrafo, independientemente que escriba con luz o con palabras, sabe que la tristeza merodea por los alrededores de la materialización del instante concluso, en esa periferia de lo real sin tal vez (sin duda, los taxidermistas saben mucho de estas cuestiones).
ResponderEliminarMe gusta como escribes imágenes.
Un beso Gemma.
Gemma, me ocurre como a Nán,al principio creía que era ella la que nos contaba,vuelvo a leer y entonces me doy cuenta que es él,maravillado por esa figura que seguramente estará totalmente ajena a los sentimientos o sensaciones que provoca.Precioso.
ResponderEliminarBesos.
Bellísimo texto, gemma, y en perfecta consonancia con la imagen. Hay algo de inalcanzable ahí... Besos.
ResponderEliminarDejar de escuchar el ruido insolente de la ciudad y rendirse a su calor...¿Qué más se puede pedir?
ResponderEliminarQué bueno, Nano, que leas la foto y contemples el texto a partes iguales. Pocas cosas me alegran tanto como coincidir contigo. Besones
ResponderEliminarJosep, ese encuadre buscado que el fotógrafo ha escogido para fotografiar a la chica, Soledad tiene que llamarse por fuerza, resulta tan respetuoso con el paisaje como con la muchacha, a sabiendas de que sería imperdonable inmiscuirse más de la cuenta. Por eso me agradó. Abraçades
Bambú, lo viste muy bien. El punto de vista salta de la chica al fotógrafo como un modo indirecto de expresar la sintonía segura que, de conocerse, se hubiera establecido entre ambos. O eso me gusta imaginar. Un fuerte abrazo
Isabel, ciertamente, yo veo bastante forzado que ambos entablen una relación así de pronto. Y sin embargo, la belleza de la chica ha quedado muy bien reflejada por el fotógrafo. Besos
Araceli, nada más, sin duda alguna. Soy de tu misma opinión. Un fuerte abrazo