El mar como destino último, pensó, y ya solo le quedaba desperezar sus extremidades y lanzarse de un salto a la conquista del viento. Empleó en ello toda una vida. ..
Es curioso cómo Araceli y tú habéis tocado un tema muy parecido de formas opuestas, casi complementarias. Estupenda la foto, estupenda la idea de que poco importa el tiempo transcurrido si ha dado para alcanzar lo deseado.
Hay en la alameda de Cádiz un ficus centenario. La alameda es un balcón altísimo sobre el mar de la bahía y un brazo de este ficus se obstina en crecer hacia abajo, hacia las aguas. Tu precioso texto me ha lo recordado. Un abrazo.
Gemma, las orillas, siempre las orillas; estar a punto de desperezarse, desentumirse, espabilarse, vamos avisparse, nos mantienen, las orillas, una vida al filo del vuelo.
A veces hasta pensamos que es una locura, eso de llegar a ese destino tan deseado y necesitado. Y casi siempre nos toma toda una vida decidirnos a cometer una locura.
Toda una vida en la ejecución de un único salto, y en el instante de la muerte toda la eternidad para recordarlo. En cierta forma, como dice Jesús, estuvimos conectadas.
Me quedo con la idea de que uno se lanza a un viaje muy largo, el salto es una vida y, luego, una vida puede perderse en un salto. Curiosos equilibrios de la conciencia. Sin una coma de más, sister;-) Besos.
Isabel, lo inminente puede tardar en producirse una eternidad, en efecto. Celebro que te agrade. Besos
Jesus, no te falta razón. Araceli lo ha resumido muy bien un poco más abajo. Eres un fino observador; yo no habría caído si tú no me lo dices. Un abrazo
Aroa, muchas gracias. De hecho, ni siquiera la impaciencia o la prisa pueden acelerar esa cosa llamada "realidad"; tengo la sospecha de que siempre va por libre y a su ritmo. :-) Un besote
Antonio, la obstinación es capaz de dar buenos frutos, qué duda cabe. Ese ficus centenario lo sabe de sobra. :-) Un fuerte abrazo
Sergio, una vida al filo del vuelo y de la transformación siempre. Pero si es posible, con tu misma cercanía. Besos
Veronica, toda transformación es un viaje a lo desconocido y, por lo mismo, una locura aceptada. Resulta no solo necesario sino también saludable cometerlas con bastante regularidad. :-) Un abrazo grande
Araceli, qué bien lo ha visto Jesus y qué bien lo resumes tú ahora. Me gusta que sea así, no creas. Coincidir contigo me parece algo bueno. :-) Un beso
Sister, el salto en sí mismo, o el pestañeo que tarda en producirse, nos cuesta -quién lo niega- la propia vida... Menos mal que al otro lado se agazapa otra nueva por estrenar. Muchos besos
Hace nada leí en un libro de Kenzaburo Oe una referencia a la muerte de un familiar, que en la última media hora se le dulcificó el rostro, como si hubiera pasado por él toda su vida y hubiera alcanzado el punto de equilibro. Se preguntaba si el destino deseable de una vida no será llegar a la delicia de esa última media hora.
Es para emplearla porque regresar al agua, a nuestro origen, es algo que a veces soñamos, pero este maravilloso giro a la conquista del viento se estira tanto en tantas historias, que no se puede decir más con menos palabras.
Hola Gemma. La idea tan gráfica de desperezar las extremidades me reconforta. Un gesto sosegado y sereno que llena al salto de consciencia, le otorga grandeza. Un beso
Nano, ver el rostro de un ser querido recién fallecido resulta, en cualquier caso, turbador. Siendo cierto lo que comentas, nos empeñamos en leer en él (en absorber -incluso- en un único vistazo) todo cuanto ya no se nos concederá jamás. Es fácil entonces que su imagen perdure indeleble en nuestro recuerdo. Besones
Isabel, las palabras están connotadas de tal modo que permiten y hasta favorecen dobles y triples lecturas, a pesar incluso de su brevedad. No sabes cómo me alegra que así sea. Besos
María, ...y decisión. No hay como actuar con la convicción que otorga el pensamiento. ¡Qué alegría saber de ti! Espero que hayáis pasado unas estupendas vacaciones.
De un salto, llego aquí tras el verano fugaz. Te felicito nuevamente. Has logrado hacer poesía en tres líneas, con unos leves trazos. Y eso es muy difícil. Un abrazo, Gemma
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.
Es que el mar es mucho... Interesante reflexión, querida amiga. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarEs curioso cómo Araceli y tú habéis tocado un tema muy parecido de formas opuestas, casi complementarias.
ResponderEliminarEstupenda la foto, estupenda la idea de que poco importa el tiempo transcurrido si ha dado para alcanzar lo deseado.
Un abrazo, Gemma.
me quedo con esto como último pensamiento del día
ResponderEliminarHay en la alameda de Cádiz un ficus centenario. La alameda es un balcón altísimo sobre el mar de la bahía y un brazo de este ficus se obstina en crecer hacia abajo, hacia las aguas. Tu precioso texto me ha lo recordado. Un abrazo.
ResponderEliminarGemma, las orillas, siempre las orillas; estar a punto de desperezarse, desentumirse, espabilarse, vamos avisparse, nos mantienen, las orillas, una vida al filo del vuelo.
ResponderEliminarAbrazo lanzado.
Sergio Astorga
A veces hasta pensamos que es una locura, eso de llegar a ese destino tan deseado y necesitado. Y casi siempre nos toma toda una vida decidirnos a cometer una locura.
ResponderEliminarToda una vida en la ejecución de un único salto, y en el instante de la muerte toda la eternidad para recordarlo. En cierta forma, como dice Jesús, estuvimos conectadas.
ResponderEliminarMe quedo con la idea de que uno se lanza a un viaje muy largo, el salto es una vida y, luego, una vida puede perderse en un salto. Curiosos equilibrios de la conciencia.
ResponderEliminarSin una coma de más, sister;-)
Besos.
Isabel, lo inminente puede tardar en producirse una eternidad, en efecto. Celebro que te agrade. Besos
ResponderEliminarJesus, no te falta razón. Araceli lo ha resumido muy bien un poco más abajo. Eres un fino observador; yo no habría caído si tú no me lo dices. Un abrazo
Aroa, muchas gracias. De hecho, ni siquiera la impaciencia o la prisa pueden acelerar esa cosa llamada "realidad"; tengo la sospecha de que siempre va por libre y a su ritmo. :-) Un besote
Antonio, la obstinación es capaz de dar buenos frutos, qué duda cabe. Ese ficus centenario lo sabe de sobra. :-) Un fuerte abrazo
Sergio, una vida al filo del vuelo y de la transformación siempre. Pero si es posible, con tu misma cercanía. Besos
Veronica, toda transformación es un viaje a lo desconocido y, por lo mismo, una locura aceptada. Resulta no solo necesario sino también saludable cometerlas con bastante regularidad. :-)
Un abrazo grande
Araceli, qué bien lo ha visto Jesus y qué bien lo resumes tú ahora. Me gusta que sea así, no creas. Coincidir contigo me parece algo bueno. :-)
Un beso
Sister, el salto en sí mismo, o el pestañeo que tarda en producirse, nos cuesta -quién lo niega- la propia vida... Menos mal que al otro lado se agazapa otra nueva por estrenar. Muchos besos
Hace nada leí en un libro de Kenzaburo Oe una referencia a la muerte de un familiar, que en la última media hora se le dulcificó el rostro, como si hubiera pasado por él toda su vida y hubiera alcanzado el punto de equilibro. Se preguntaba si el destino deseable de una vida no será llegar a la delicia de esa última media hora.
ResponderEliminarEs para emplearla porque regresar al agua, a nuestro origen, es algo que a veces soñamos, pero este maravilloso giro a la conquista del viento se estira tanto en tantas historias, que no se puede decir más con menos palabras.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un besazo
Hola Gemma.
ResponderEliminarLa idea tan gráfica de desperezar las extremidades me reconforta. Un gesto sosegado y sereno que llena al salto de consciencia, le otorga grandeza.
Un beso
Nano, ver el rostro de un ser querido recién fallecido resulta, en cualquier caso, turbador. Siendo cierto lo que comentas, nos empeñamos en leer en él (en absorber -incluso- en un único vistazo) todo cuanto ya no se nos concederá jamás. Es fácil entonces que su imagen perdure indeleble en nuestro recuerdo. Besones
ResponderEliminarIsabel, las palabras están connotadas de tal modo que permiten y hasta favorecen dobles y triples lecturas, a pesar incluso de su brevedad. No sabes cómo me alegra que así sea. Besos
María, ...y decisión. No hay como actuar con la convicción que otorga el pensamiento. ¡Qué alegría saber de ti! Espero que hayáis pasado unas estupendas vacaciones.
De un salto, llego aquí tras el verano fugaz. Te felicito nuevamente. Has logrado hacer poesía en tres líneas, con unos leves trazos. Y eso es muy difícil.
ResponderEliminarUn abrazo, Gemma
Muchas gracias, Herman. Siempre celebro que te agrade.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Fantástico. Te enlace en mi blog, pero aún no había comentado. Sólo quería decirte que te sigo, y que haces una estupenda labor aquí.
ResponderEliminarSaludos
Gracias y bienvenida, Escinsion.
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