Te creía mía y no lo eras.
Te quería mía y no lo serías.
Así que lo dispuse todo para que no fueras siquiera.
Te creía mía pero no lo eras. Te quería mía cuando nunca lo serías. Así que lo dispuse todo para que no fueras siquiera.
* Fotografía "Aldaba", de Juan Yanes, publicada en su bitácora El oscuro borde de la luz II. Yanes es el autor del siguiente microrrelato, audaz y brillante como todo lo que escribe.
Aldaba.- Cuando quise tocar en la puerta, la mano de hierro de la aldaba atenazó la mía. Juan Yanes
Me gustaron los dos.Un beso Gemma
ResponderEliminarEsto es lo que llamo un completo.
ResponderEliminarUna fotografía expresiva hasta la extenuación, un poema ejemplar en su odiosa certeza y un microrrelato que sobrecoge. Servido.
Una abrazo, Gemma, Juan.
Qué capacidad de síntesis la tuya, amiga. No se puede decir más con menos.
ResponderEliminarRompo el silencio bloguero vacacional porque la ocasión lo vale y mucho y el FB se queda muy corto.
ResponderEliminarQué fuerza más tremenda tienes la foto y los dos textos. Inmediata, contundente, precisa. Bravo para él y para ti por traerlo. Tu texto es cNo orto, necesario, soberbio, justo.
Porque cualquier material y herramienta vale para decir "Basta ya" mil veces y las que sean necesarias.
Basta ya contra el maltrato, sea físico, emocional, mental, sexual, psicológico. Sea contra hombre, mujer o niño. No importa de quién venga ni quién se3a la víctima. Nada de compadecerse ante las súplicas de perdón porque el maltratador siempre vuelve a las andadas. Basta ya de ese goteo continuo, lacerante y terrible de muertes y mutilaciones.
Contra el maltrato, tolerancia cero.
Gracias a los dos por recordarnos que los Otellos, sean hombres o mujeres, existen y las víctimas exigen justicia. Pero sobre todo, para que sus manos no nos atenacen más.
Un abrazo bien fuerte, Gemma. Siento haberlo hecho tan largo, pero es que el tema me puede y las noticias de Bélgica (llamar a la puerta y que la aldaba te atenace) me han indignado y enfurecido.
Gemma, nunca lo hago pero hoy lo amerita. Suscribo enteramente
ResponderEliminarlas palabras vertidas en el comentario de Freia.
Abrazo unido.
Sergio Astorga
A mí me impacta más el primero, la fuerza del puño se une a lo categórico del "y..." que conduce al objetivo sin dudarlo.
ResponderEliminarSintetiza perfectamente todo lo referente al tema y debería ser un lema para difundirlo.
Besos
Muy buenos los dos, el tuyo y el de Juan Yanes. Me gusta el título del tuyo. Me da mucha rabia. "Un crimen ejemplar: ella prefirió dejarlo envejecer (en la cárcel, claro)".
ResponderEliminarBesotes, sister.
Yanes es un grande. Lo complementas perfectamente.
ResponderEliminarQué bien, Isabel. Muchas gracias
ResponderEliminarJesus, jaja. No es un poema, o no creo que lo sea. Aunque a lo mejor resulta que tampoco es un micro. :-) En cualquier caso, la segunda versión creo que no presenta lugar a dudas. Un abrazo
Araceli, el título remite a los Crímenes ejemplares de Max Aub; se trataba de barajar tiempos verbales distintos lo más rápidamente posible para reflejar lo inminente. Un beso
Querida Freia, para contundentes tus palabras. Gracias y un beso
Sergio, yo también las suscribo. Otro para ti
Isabel, yo todavía no sé cuál de las dos versiones prefiero, Yanes aparte: en el texto habla, como ocurre en buena parte de los Crímenes de Aub, el asesino. De ahí que me propusiera golpear y martillear con las palabras como con un puño cerrado. Un abrazo
Olga, el título homenajea al escritor Max Aub, y a sus Crímenes ejemplares, un librito compuesto por microrrelatos que dan voz a las distintas sinrazones que parecen tener diferentes asesinos. Muy recomendable. Un beso
Gracias, querido. Un besón
Querida Gemma, a mi precario entender tienes la cualidad, entre otras, de dejar que los otros acaben, cada cual a su manera, lo que tú con precisión apuntas. No concluyes por buena educación literaria. En lo referente a los malos tratos, a la violencia ejercida contra otra persona, venga de donde venga, se ejerza con la excusa que se ejerza, no cabe tolerancia alguna (a veces pienso que el mal tratador es la punta de un iceberg de maldad pero invertido, con todo el peso de otras muchas maldades empujando la suya) .
ResponderEliminarUn beso Gemma (por cierto, excelente fotografía la que acompaña tu escrito.)
Pd.Disculpas. Se me ha "colgado" el ordenador y es posible que haya duplicado mi comentario. Si es así, recibirás dos besos....
Bueno, me he quedado un poco tarumba por tantos comentarios espléndidos y demasiado generosos. El texto de Gemma, excelente. Creo que le va más a la foto. Es una mano de maltratador, efectivamente. Lo pensé durante un segundo cuando la colgué, pero como es una foto de mi mano... sé que sólo sirve para acariciar... En fin, gracias Gemma y a todos y todas. Yo os leo siempre, me lo paso muy bien, pero soy muy vago para esto de los comentarios. Una abrazo, JUAN
ResponderEliminarHoy nos ofreces una doble ración de belleza y de reflexión. Ojalá la mano del llamador de la puerta hubiera agarrado la mano asesina y la hubiera arrancado de cuajo. Besitos, guapa.
ResponderEliminarMe gustó.
ResponderEliminarUn saludo indio
Josep, dejar que los otros terminen o completen un texto, qué buen empeño. Se te coló un comentario dedicado a Nán, que yo misma copié en su bitácora. Espero que no te importe. Besos
ResponderEliminarJuan, me lo imaginé. Lo de que la mano de la foto fuera la tuya propia. Gracias por comentar y un beso fuerte
Isabel, esa foto, junto con el texto de Juan, son de una fuerza enorme; coincido contigo. Un beso
Indio, muchas gracias. Otro para ti