jueves, 12 de agosto de 2010

Perra vida

..
..
Aquella tarde de interminable solana y aburrimiento, Pelayo Osorio corrió la pesada lápida dispuesto a visitar por última vez a quienes habían sido sus seres queridos. Nada más entrar en la casa, tía Engracia soltó un grito mayúsculo que él dejó sin réplica por no tener entonces medios humanos ni fantasmales de hablar con los vivos, sin que esta situación le provocara -la verdad sea dicha- ningún pesar, persuadido como estaba de que intercambiar palabras con algunos no llevaba a ninguna parte; así que pasando de largo frente a ella, se encaminó hacia el salón comedor en busca de tío Eusebio, quien en tiempos le había propinado un porrazo de órdago y, sobre todo, de muerte; y ahora se dedicaba a mojar, apacible e insolente como siempre, bollos de azúcar en el que fuera su respetable y enorme tazón de café con leche, como si las cosas pudieran tomar el rumbo deseado sin que la verdad importara a nadie un ardite. Y ya no digamos un ápice. Contrariamente a lo que espera el lector, de nada sirvieron sus proezas por hacer que se le atragantara el bollo. Tío Eusebio, además de asesino, se había vuelto ciego y sordo, y ya sólo mostraba interés por lo firme y palpable; además de por lo material. Perra vida, en efecto.

13 comentarios:

  1. Desde luego no hay derecho!!! con lo que le ha debido costar mover la lápida después de tanto tiempo...

    muy grande Mega, me he reído un buen rato..

    un beso!

    ResponderEliminar
  2. Humor negro, implacable y de la mejor escuela. Apetecible en este tórrido verano, pero que entra bien en cualquier época del año. No te conozco a fondo esta vertiente, o quizás no te leo lo suficiente. En cualquier caso, suscribo el comentario anterior, porque yo también me he reído, de aquella manera tan saludable que aconsejan los médicos, que es buena para la salud.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Gemma, tocas un punto trascendental: la actualidad en éste y el otro mundo hacen la diferencia. Los fantasmas, con métodos rústicos, no se han dado cuenta que la venganza tiene, necesariamente, que mejorar sus percepciones y adaptarse a las circunstancias siempre movedizas.

    Para éste lector(yo)el tío Eusebio padeció por su mano sus acciones. El tío envidiaría al fantasma. Que perrada. No crees?

    Abrazo de humor blanco.
    Sergio Astorga

    ResponderEliminar
  4. Qué bueno, Gemma, tu humorística reflexión pero profunda, me hace pensar en la crisis, la incomunicación y en el triunfo de la mentira.

    Muy perra vida.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. María, qué bien que os riáis un poco. Con tanto calor como hace, no se me ocurre mejor forma de pasar el rato. Un besazo

    Pedro, soy una partidaria convencida del humor implacable, aquel capaz de arrancarnos amplias sonrisas incluso a pesar del deje de amargura que lo rodea... Gracias por tus cálidas palabras y un abrazo

    Sergio, a tío Eusebio le gustaría tener los sentidos finos (y tan afinados) del fantasma, sí; y al fantasma, probablemente, la sordera y la ceguera de tío Eusebio si con ello pudiera volver a beber en su querido tazón de café con leche... Un sinvivir...
    Beso

    Y qué mejor forma de tratar esta clase de asuntos lastimosos y trágicos que hacerlo desde el humor... Aunque sea agridulce.
    Un besazo, Isabel

    ResponderEliminar
  6. Hola Gemma:

    sin duda es perra, muy perra la vida después de la muerte y el desconcierto de Pelayo es la dimensión de su derrota en vida y en muerte.

    el micro me recordó la amable ironía de Bierce a la hora de abordar lo negro con humor. Pero también, después de leerlo, me encontré canturreando la última estrofa del tango "Desencuentro", estrofa que en Argentina es casi una frase hecha. Ahí va:

    "Por eso en tu total
    fracaso de vivir,
    ni el tiro del final
    te va a salir"
    (En Youtube hay varias interpretaciones memorables).

    Por otra parte, muy bueno el juego de expectativas en el que el narrador se vuelve hacia el lector y le presenta otra "perra vida": la del tío Eusebio.

    nos leemos,
    chau,
    hugo

    ResponderEliminar
  7. Vuelvo del pueblo consorte, de una casa que cruzan los fantasmas, amargados y con ganas de amargar. Cuentas pendientes por heridas del orgullo, que de los conocidos nadie ha matado físicamente a nadie. No sé, ni quiero saberlo, de cuando la guerra, en la que se acuartelaron los falangistas.

    Siete hermanas la habitaron, que es ya mucha mujer para dentro de una casa, y acusaciones del tipo, como respuesta al regalo de una a otra de una caja de bombones: "No creas que con estos dulces me quitas el amargor que me dejaste".

    Y me encuentro tu fantasma adorable, civilizado y tonto, queriendo herir con muecas de cine B a su asesino.

    Claro que me he reído, pero sobre todo he sentido ternura por Pelayo, tan impotente, por Engracia, que sigue sin pintar nada (ni siquiera merece la respuesta de un fantasma) y hasta por el bruto asesino de Eusebio, concentrado en la soledad de sus magdalenas y el botín de un tazón.

    Me quito en homenaje la boina casposa que me traje puesta inadvertidamente. Te agradezco que me hayas obligado a entender la diferencia entre "ardite" y "ápice" y, con tu micro, me doy por bienvenido a la ciudad de la que los fantasmas han escapado.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Hugo, después de oír en You Tube una versión del tango que mencionas a cargo de Tamango, me quedo con este trocín negrísimo, si bien no menos certero...: "quisiste con locura pero el amor te devoró de atrás hasta el riñón". ;-P
    Pelayo, efectivamente, debe conformarse con una especie de justicia poética que aquí se cumple sólo desde la ironía.
    Un abrazo

    Nano, esas declaraciones aceradas (del tipo: "No creas que con estos dulces me quitas el amargor que me dejaste") parecen letra de tango...
    Mi Pelayo Osorio es un pobre diablo asesinado por otro pobre más diablo todavía que él... Miserias superadas por miserias mayores que en absoluto consuelan al finado, aunque a nosotros consigan arrancarnos de momento una sonrisa de reconocimiento, si no de aprobación...
    Besos (espero que hayas podido descansar un algo)

    ResponderEliminar
  9. El pobrecito Pelayo, tan poquita cosa en aquel mundo como en éste. Ni un simple atragantón acierta a provocar, a ver si se le va a hinchar la vena, del esfuerzo, y se nos vuelve a morir, otra vez.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Calla, calla, Jesus; que si te oye el narrador a lo mejor... ;-P
    Un beso

    ResponderEliminar
  11. No es el único que me ha gustado, ni mucho menos, pero me he detenido aquí porque me ha parecido especialmente delicioso.

    Además lo estaba leyendo mientras escuchaba el "looking out my back door", de la BSO de An american werewolf in London... Así que entre una cosa y la otra me parecía estar viendo una escena de una película de los hermanos Cohen. Si pudiera elegir pondría a Steve Buscemi en el papel de zombi.

    Perdón por los desvaríos extraliterarios :-)

    ResponderEliminar
  12. Si ya digo yo que a veces no sé ni lo que me escribo...

    Fe de erratas: Aunque ambos temas son de Creedence Clearwater Revival, Looking out my back door forma parte de la BSO de "El gran Lebowski", de los hermanos Cohen, mientras que la que suena en "An american werewolf in London" es Bad moon rising. Ejem...

    ResponderEliminar

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"