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Como una vieja loca, concluyeron. Nadie sabía
cuándo fue que actuó por última vez. A lo mejor hacía medio siglo cumplido. De
esa mujer se habían dicho cosas increíbles. Como que, en tiempos, era capaz de
volar por los aires varios segundos cada vez que había espectáculo, o que sus
pasos de baile eran los más briosos que hubiera desplegado nadie jamás, como de estela de pájaro incendiado. Luego le sobrevino
la vejez y con ella, el olvido. Todavía hoy es posible percibir en su figura maltrecha
el halo de quien retuvo en sí todo el misterio.
Pobre vieja loca que le devoró el tiempo a su paso. Por cierto el árbol es un "cabello desgreñado de vieja voladora".
ResponderEliminarEstupendo Gemma. Da gusto pasar por aquí.
¿Por qué estos árboles desnudos e imposibles cuando hablan airados,o nos hacen comprender misterios son hombres, pero cuando están locos son mujeres?
ResponderEliminarUn beso
Muy poético relato. Me ha recordado el vuelo pajarero e ilusorio de mi "Ínfulas de pájaro". Besos.
ResponderEliminarQuien tuvo, retuvo. Eso decían de Vitas Gerulaitis, cuando (ya apartado de los torneos del Grand Slam) seguía deleitando a los espectadores con unas dejadas impecables junto a la red. A la vista del ejemplar de tu fotografía, cuesta imaginarse los días de esplendor en los que debió imponer su enorme envergadura. Pero llama la atención la robustez de su tronco, tan tieso, tan desafiante. Algo parecido transmite el personaje del texto, cambiando esa robustez por la levedad perdida y siempre recordada. Un abrazo.
ResponderEliminarJesús, las flores más delicadas suelen acusar, en mayor medida, el infausto transcurso del tiempo, cierto. Por lo demás, esta vez la imagen del árbol me llevó a pensar en las alas de un cuervo o de un águila en reposo, o -si lo prefieres- en las greñas de una bruja malvada... ;-P
ResponderEliminar(La simetría siempre resulta sospechosa, imagino).
María, pues la verdad es que no había reparado en ello, y tampoco creo que exista -al menos de forma consciente- ninguna explicación. Vamos, que no está hecho adrede. Supongo que en mi inconsciente funcionan todavía categorías del tipo: "femenino/delicado"; masculino/resistente", pero tampoco creo que sean categorías engañosas o falseadoras respecto de la realidad -o de ciertos contextos-, ni mucho menos.
Un abrazo
Antonio, me ha picado la curiosidad tu comentario y he ido a buscar de nuevo el micro en cuestión a tu blog. Tras leerlo, sigo creyendo lo que te dije; si acaso, el tuyo resulta más juanramoniano que el mío. ;-)
Un beso
Pedro, ¿pueden combinarse en un mismo ser atributos opuestos como la "robustez" y la "delicadeza"? Es muy probable. Te lo pregunto, sí, a la luz de tu comentario, y porque creo que ese árbol reunía ambas cualidades, además de una belleza indudable y asombrosa.
ResponderEliminarUn beso
Gemma, la brisa es lo que da del vuelo. Algún sonido en mengua y muchas miradas insulsas, creo que también recuerdos prometedores.
ResponderEliminarAbrazo pálido.
Sergio Astorga
Ay quién pudiera levantar el vuelo, aunque fuera durante unos segundos y gozar luego, en la vejez, de ese rastro de "vuelo libérrimo". Besos, querida amiga.
ResponderEliminarImagino una especie de aura envolviéndola en su loco camino a ran de tierra y un estela de humo como de incendio apagado. Quedan brasas, fijo.
ResponderEliminarAy de quien los dones que lo habitan son consustanciales a la juventud y el vigor. Mal preparado está para los tiempos del viento y el silencio.
ResponderEliminarSergio, la brisa es al viento desatado, lo que la simple vivencia a la dulce pasión. Pero, así y todo... ;-P
ResponderEliminarUn abrazo a pleno color
Romana, suscribo plenamente tus palabras. Cuando servidora sea una viejecita algo gruñona, esto último lo veo inevitable, espero -como ella- poder añorar muchas cosas...)
Besos
Isabel, fijo que sí. Brasas humeantes y devoradoras también, como la propia vida. Un abrazo
Nano, viento, silencio y memoria incendiada, sí, como los sueños de que habla Jaime Gil de Biedma en "Recuerda", y que dan título a esta bitácora mía. ;-P
Varios besos
Preciosa forma de contarnos el paso del tiempo;me gusta mucho el final.Abrazos.
ResponderEliminarAbrazos, querida Bambú.
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