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Con la llegada de los primeros síntomas,
el arbolillo empezó a sentir una frescura que creyó general, o cuando menos
pasajera. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de su error. No lograba entender
por qué motivo la Naturaleza había decidido despojarlo a él sólo, a despecho
del monte entero, que a sus espaldas lucía un verde tapiz. Viéndose, pues,
desnudo y solitario, decidió dejar de ser árbol para siempre. En
adelante, renunciaría a las tímidas hojas que le brotaban de vez en cuando,
bajo el propósito de que terminaran confundiéndolo con un poste de teléfono. Ha
pactado con el jardinero una poda urgente que lo reduzca a sus tres ramas
principales. Cuenta para ello con el respaldo ingrávido de algunos pájaros.
Me parece un buena iniciativa la del arbolillo.
ResponderEliminarMejor contar con un buen jardinero y volver a florecer que acabar siendo pasto para la telefónica;)
Besos, Mega.
Vaya,pues yo lo entendí distinto. Me pareció que el arbolito deprimido y ofendido pactó con el jardinero para quedarse que simulacro de poste telefónico. Me puso triste aunque la esperanza de las visitas ingrávidas y sonoras me hizo sentir mejor. Qué duro cuando el árbol siente que contra él actúa la naturaleza toda.
ResponderEliminarPrecioso Mega-botánica.
Un beso.
Y es que la poda rejuvenece un montón. A los arbollitos y a los que no lo son.
ResponderEliminarSaludos
Conmovedor tu árbol con vocación de esqueleto. Al menos le quedarán los pájaros y su música.
ResponderEliminarBesos, Mega
Suelen llegarnos así muchas veces las cosas en la vida, generalmente las más duras: de improviso, sin lógica ni comprensión.
ResponderEliminarOrgullosa la decisión del arbolillo. Tres ramas, todo un símbolo, imposible que lo confundan con un poste, sobre todo ahora que la comunicación ya no los necesita.
Espero que las promesas de los pajarillos no sean tan vaporosas.
Un abrazo
Eva, en realidad el arbolillo ha renunciado a ser. Pero, claro, tal como tú lo planteas, casi me parece más llevadero cargar con la ofensa de la Naturaleza que ponerse al servicio de los intereses de Endesa o Telefónica... ;-P
ResponderEliminarIzaskun, lo has entendido correctamente. Vamos, al menos yo lo escribí para que fuera leído como dices. En cuanto a lo que dices, si la naturaleza es injusta con nosotros en el reparto de sus dones, ¿por qué no iba a serlo de igual modo con otras especies animales y vegetales? ;-)
Anabel, jaja. A lo mejor tienes razón y todo se resuelve con un simple cambio de look.
Herman, también lo creo yo. Se queda con lo esencial. Sin renunciar a la maravilla.
María, es cierto. No había caído en eso que comentas de que los postes ya no se llevan... (Pobrecín). Aunque ahora que lo pienso tampoco se llevan demasiado los árboles..., así que tampoco sale demasiado perjudicado. ;-)
Besos y abrazos a repartir
Buena decisión,una poda urgente le hará renacer de nuevo con todo su esplendor y quizá sus tres ramas se conviertan en algunas más, además tiene el apoyo de los pájaros.Una historia realmente esperanzadora.Abrazo Gemma.
ResponderEliminarMaría, ay, la ligereza de los pájaros... ¿Y cómo garantizar su fidelidad? (Se me quedó la duda rondando...) Un abrazo
ResponderEliminarBambú, quién sabe. No imaginé qué le pasaría luego al árbol-poste pero, tal como venís diciendo algunos, a lo mejor vuestra lectura esperanzadora tiene todos los visos de producirse. Un beso fuerte
Gemma, rotunda gravedad de la congruencia, el árbol adentro pletórico de sí; el árbol afuera desoldado, consciente de su entorno y por tanto de su realidad.
ResponderEliminarEl canto de los pájaros mitiga y distrae su acerba certeza.
La pregunta que se me planta frondosa: en qué tipo de árbol nos reconocemos?
Pregunta fértil, no lo crees?
Abrazos bien plantados.
Sergio Astorga
Has hecho que mire hacia abajo para ver si tengo maceta.
ResponderEliminarSergio, muy fértil, ya lo creo. Por suerte, nuestras percepciones cambian al compás de los días y la madre experiencia. Un abrazo bien arbolado
ResponderEliminarNano, te veo más como roble firme y majestuoso que como poste telefónico, dónde vas a parar. ;-))
Besazo
A mí como a Izaskun me ha puesto un poco triste esa arbitrariedad tan cruel de la madre naturaleza que da y quita por doquier...en fin.Los poco agraciados, los despojados, los agredidos , como este arbolito, hacen bien en ponerse el mundo por montera y , al menos, saber quien está con ellos aun en la intemperie...El texto, como siempre:redondo.Un besazo
ResponderEliminarUna sabia decisión. Oponerse y, al mismo tiempo, resisitir. Felices pajarillos, capaces de una solidaridad que significa vida. Besos, queerida amiga.
ResponderEliminarNo lo sé, podría tener otra lectura. Todos los buenos textos son poliédricos. Puede leerse la historia un árbol ofendido por la realidad, incapaz de la humildad necesaria para aceptarla. Quiere ser lo que no es: frondoso, y lo soluciona pretendiendo parecer lo que tampoco es: un poste telegráfico.
ResponderEliminarLo que sea porque vengan pajarillos.
No sé si es un héroe o un simple envidioso del esplendor que no tiene (o sólo un árbol muy humano, triste y con los sentimientos mezclados) pero, verdaderamente, es pobre.
Un beso.
Marisa, su aislamiento forzoso le empuja a comportarse como hace. Yo también lo interpreto más bien como una reacción in extremis. Un beso
ResponderEliminarIsabel, el arbolillo siente que ha sido objeto de una injusticia, se enfurruña y, como bien apuntas, "se planta" para resistir. Una reacción muy natural, la suya, al menos entre los humanos. ;-)
Un abrazo
Olga, su aislamiento como falta de humildad, o manifestación de orgullo. Es probable y, sin embargo, a mí su arrogancia me conmueve de tan inofensiva... Dejando aparte que su comportamiento también podría achacarse a su cobardía, o a su debilidad en general. A lo mejor es todo lo que dices al mismo tiempo. ¿Por qué no iba a serlo?
Un abrazo fuerte
He frecuentado durante demasiado tiempo las barras de los bares más cutres. De hecho, me gustaba perderme en ellos, hablar con la gente; o quedarme en una esquina de la barra mirando o escribiendo.
ResponderEliminarY juro que en esos sitios he visto muchos arbolillos así: chulos, patéticos, enternecedores. Y contestando directamente a Marisa, lo primero que aprendieron es que están a la intemperie, pero no hay nadie con ellos. Sin embargo, se aferran a la vida de su exigua maceta con una voluntad que no veo en quienes la tenemos mucho más fácil. Para mí, han sido una escuela.
Sigo diciendo que esta Historia Botánica de la Humanidad es la serie que más nos hace reflexionar sobre nosotros mismos.
Larga vida a este volumen.
Estoy totalmente de acuerdo con Nano. Indefensos y chulescos a un tiempo. Pero sabiéndose lo que son. Y agarrados a la vida.
ResponderEliminarY todavía estoy aún más de acuerdo con su párrafo final.
Tu capacidad de dibujar con tres líneas caracteres, sentimientos, arquetipos cada día me admira más. Y, entre otras muchas cosas más, te respeto, admiro y quiero por ello. POr tu capacidad de observar al ser humano y definirlo en dos trazos. Me recuerdas a los grabados de Picasso. Lo aparentemente sencillos que son y lo tremendamente difícil que es hacer sobre la plancha de metal un trazo limpio, sin dudas, firme y crear un aguafuerte con dos trazos. ¿Recuerdas la mañana de la Suite Vollard, antes de quedar con Nano?
¡Qué curioso que este arbolito me haya remontado a aquel sábado maravilloso!
Un beso especial, mi Mega-Maga querida.
Nano querido, por tu culpa se le va a quedar a la serie el título de 'Historia botánica de la Humanidad', que me parece, por cierto, buenísimo.
ResponderEliminarHale, que muchas gracias
Meine Gräfin, ¡claro que la recuerdo!, ¡y qué bien que lo pasamos! Yo disfruté mucho de Madrid en tu compañía. Eres una Cicerone estupenda. Yo a ti te quiero por eso y porque sí.
Y disculpadme los dos mi mala memoria. Que hasta de contestar a los amigos entregados como vosotros me olvido... (Besos y más besos)