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Las flores lucían en la jardinera desde el domingo por la tarde, algo temblorosas todavía, y sin embargo tan lozanas que poco importaba que no hubiera retenido su nombre..Se habían encontrado en la calle lo mismo que entonces, como por casualidad o accidente. Igual que la otra vez, apenas habían logrado acallar ante el otro el repentino azoramiento, ni mostrar tampoco los arrestos necesarios para reprimir esa sensación de urgencia, de necesidad aplazada a deshora, y de contratiempo. Él sostenía un ramo espléndido de flores frescas y anaranjadas. Iba a regalárselas a-no-sé-quién, y de hecho se esforzaba por retener ese nombre lábil y escurridizo, cuando de pronto su memoria había salido huyendo. Como si jamás hubieran dejado de recordarse, pensó.
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me queda de esta lectura, he de reconocer que difícil, la perentoriedad del azar que se nos impone y la fuerza de la naturaleza, lozana y fresca" que se impone con independencia de lo que somos.
ResponderEliminarNano, he vuelto a cambiar el final. A ver si ahora te parece menos difícil.
ResponderEliminar(Yo me quedo -para variar- con tu lectura.)
Un beso
Un beso, Gemma. Despeja mucho el camino, ese cambio.
ResponderEliminarY bien que lucían, me gusta de ellas ese peso que las hace encorvarse, y de tus palabras: todas, es un bello relato.
ResponderEliminarBesos
después de todo lo que he leído de ti sobre esos seres milagrosos, me gustaría pasear contigo por un jardín
ResponderEliminarMe gustó eso de la memoria que sale huyendo.
ResponderEliminarGemma, eres la mejor en sacar partido poético a los jardines.
Un beso.
Delicioso encuentro Gemma. A mí lo de la memoria que huye me da pavor, pero en tu expresión me gusta, aunque reconozco que me faltan arrestos para afrontar la fuerza de la naturaleza.
ResponderEliminarUn besazo.
Bienvenida.
Nano, lo celebro. En realidad, son cuatro los nombres que se ignoran: además del de la flor propiamente dicha (no sólo por parte de la narradora, sino también por la autora, ;-P), ni ella recuerda el de él, ni viceversa. Ni tampoco el de la tercera mujer en disputa... O eso me propuse, no sé si con mucho acierto... Otro más para ti
ResponderEliminarIsabel, pues muchas gracias. A mí me gusta que os cautiven un poquito. Por lo menos, todo lo que dura su lectura. ;-P
Otro beso
Lara, si alguna vez tienes ocasión de viajar a Berlín, estaré encantada de enseñarte el Botanischer Garten, el primero del mundo en su especie. Abrazos
Araceli, jaja, tengo que confesarte que mi mala memoria es colosal. ;-)
(De ahí que me vaya de perlas servirme de las fotos que saqué el verano pasado...) Un abrazo
Izaskun, fíjate que aunque la memoria huya, la naturaleza recuerda siempre. ;-PP
(Ergo...)
Besos
Que sí, que la cabra tira al monte. ;-PP
ResponderEliminarGemma, lo rico de los olvidos florales es que dejan el aroma.
ResponderEliminarAbrazo floral.
Sergio Astorga
Sergio, tu comentario tienes ecos de perfume. (Siempre los tienen. Gracias).
ResponderEliminarJusto estaba cambiando el final ("Como si jamás hubiera dejado de recordarme, se dijo para sí.") por este otro: "Como si jamás hubieran dejado de recordarse", que me parece más ambiguo si cabe.
Un beso que te alcance