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Recorrer las aguas con el cuerpo bruñido, soltando
destellos cuando hay suerte, sin disfrutar del ansiado descanso ni vislumbrar
un destino las más de las veces, puede parecer una tarea difícil; pero basta
subirse a tiempo en la debida curva, y darla desde el ángulo adecuado, con la
inclinación justa, para percibirlo de modo distinto. Luego, si se quiere, ya
será posible abandonarse, flotar despacio, librarse incluso de uno mismo; o bien
subir muy rápido primero para precipitarse después desde lo alto, emergiendo a
partir de entonces una y otra vez, sin otro objeto que el simple gusto por
sumergirse de nuevo.
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Al comienzo, quién lo niega, puede resultar una tarea
propia de valientes, de profesionales y expertos; o gentes que
simulan carecer de escrúpulos, como si jamás hubieran sobrellevado cargas molestas. Sólo cuando se alcanza el
ansiado conocimiento, se apercibe uno de que recorrer las aguas con el cuerpo
bruñido es algo que aprendemos a hacer a su debido tiempo.
Aunque nunca sucumbamos lo mismo.
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Querida Gemma, te he leído cosas y siempre me han gustado, mucho. Esta es la primera vez que me envuelven tanto tanto tus palabras que he tenido que leer el texto tres veces en voz alta para bañarme de él, sonreírme y concidir con la voz que habla (¿es la del pez?) en que, a fin de cuentas son naderías.
ResponderEliminarBellísimo texto que hoy, en pleno agobio de trabajo extenuante se me presenta como un bálsamo perfecto.Me repetiré el final a modo de mantra por ver si aprendo.
Como siempre salgo admirada.
Beso.
Seguir en una tarea sin fin. Sí, esto es algo que hacemos cada día. Maravilloso texto y mejor reflexión. ¿Sabes que al ver la foto me he acordado de las calles de Pompeya, donde habían piedras semejantes a las de tu estanque para permitir a los peatones cruzar las calles? También ellos iniciaron su circular sin fin. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarPreciosa metáfora, bruñida y fresca como ese cuerpo. Y sí, nunca nos morimos lo mismo. Bello, insisto.
ResponderEliminarNo es fácil, no, ni el camino vacío del manierismo ni el vacío del camino de la ceremonia.
ResponderEliminarTampoco lo es envolver la percepción delicada en tan pocas palabras, aparentemente alejadas de un tema.
De los mejores entre los buenos. Da gusto.
La vida.
ResponderEliminarNo, cómo nos vamos a morir lo mismo, si cada uno vive ese dejarse llevar por el impulso y por la curva desde su propio cuerpo bruñido. Me gusta eso de abandonarse al milagro, ese momento es el milagro. Y luego, continuar.
ResponderEliminarUn beso y mis felicitaciones por el texto.
una manera aúrea de cimbrearse.Y de resistir ante la adversidad.Brillante,extasiado,muy logrado Gemma.Saludos desde la Pilarica
ResponderEliminarpues, si atendemos a los avances de la física, las matemáticas y la cosmología, nos morimos lo mismo infinitas veces, dado que los mundos y los universos son infinitos, pero las probabilidades son finitas y todas se cumplen necesariamente, por tanto, infinitas veces...
ResponderEliminarUn abrazo
Izaskun, podría ser la voz de un pez humanizado, por qué no. El final, eso de que nunca nos muramos lo mismo, viene a ser, de hecho, un recordatorio de que si bien la experiencia de la muerte nos iguala a todos tras su paso -claro está-, el proceso que supone morirse nos devuelve, en cambio, una imagen de nosotros mismos mucho más exacta que la cosechada en vida. O eso creo. Beso
ResponderEliminarIsabel, seguir sin pausa hasta el límite de nuestras fuerzas (o de nuestros años). Da vértigo de sólo pensarlo... Recientemente vi en la televisión alemana (Sat3) un reportaje sobre Pompeya en donde se reconstruían y recreaban las vidas de unas cuantas familias de patricios, con sus usos y costumbres. Lo que más me impresionó fueron los fósiles humanos de adultos, niños, y también de animales, que mostraron... Un beso
Antonio, nunca nos morimos lo mismo. Yo también lo creo. Si la vida es caprichosa, a mí se me antoja que todavía lo es más la propia muerte, que no sólo llega cuando a ella le parece, sino que nos demuestra como pocas experiencias vitales qué fuimos y cómo vivimos. Más besos
Nano, vivir de modo frívolo, y también de forma consciente y conforme a nuestra elección, resulta en ocasiones muy cansino. Estoy de acuerdo contigo. (Lo que sí da gusto es tener a lectores como tú). ;-)
Lara, con su pesada, violenta y purificadora muerte a un tiempo, sí. Aprendemos lo que es la vida cuando ya es tarde siempre... Un fuerte abrazo
Olga, justo. Más allá del tópico según el cual la muerte iguala a todos los hombres, lo cierto es que no todos han aprendido a lo largo de la vida a morirse con igual dignidad, y por ende, a vivir con esa misma dignidad que también sale a relucir en el momento de la muerte. ¡Y qué difícil debe de ser saber morirse!
Un besazo
Jesús, muchas gracias por tus palabras cariñosas. Lo del cuerpo bruñido en realidad se me antoja tan necesario para aprender a nadar como el traje de buzo debe de serlo para el submarinista, jaja. Un abrazo
María, cuantitativamente desde luego que sí. Pero yo hablaba (o pretendía hacerlo) de la conducta o calidad de muerte de cada uno... La muerte, así, sería una buena metonimia de la calidad de vida lograda. Un beso grande
PS: Espero haberte entendido...
Verás Gemma, las nuevas teorías (que nacen a partir de la "teoría de universo inflacionario" de Guth en los años 80), aunque nos puede resultar terriblemente difícil comprenderlo o asumirlo (yo diría que casi imposible), lo que nos dicen es que esta misma conversación, este mismo texto, tú misma, yo misma y todos y todo nos repetimos en alguno de los infinitos universos (nosotros somos posibilidades, según las opciones tomadas, pero que siempre serán finitas - aunque sean tantas que no podamos concebirlas-, mientras que los universos son infinitos). Yo quise hacer una broma porque, si bien es cierto que en "este mundo" nosotros nos vivimos como identidades individuales, la verdad es que nos repetimos (como identidades individuales en cada uno de ellos), por eso bromeaba (estas teorías terroríficas hay que tomarlas así) con que, sea la muerte que sea, la morimos más veces. Y también con que, yo (aunque no sea yo) moriré de una manera en un mundo y de otra en otro (una amiga mía, Susana, científica que me explicó esta teoría, dice que le gusta pensar que, en otro mundo, hay una Susana delgada. Yo le contesto que también hay muchos otros universos en los que hay Susanas ya no gordas, sino incluso obesas!! ). Hannah Arendt, en "La condición humana", ya hablaba de cómo el avance científico había creado unas "verdades" demostrables científicamente, pero sobre las que no éramos capaces de hablar y pensar, por eso reclamaba la necesidad de "pensar sobre lo que hacemos".
ResponderEliminarUn abrazo
PS: ahora soy yo la que no sé si me he explicado bien. Estoy enfrascada en la lectura de algunos libros sobre este tema y todavía no lo controlo (si es que puede llegar a controlarse algo así).
María, vayamos por partes: ;-)
ResponderEliminarA decir verdad, no acabo de comprender eso de que podamos estar viviendo exponencialmente muchas vidas posibles en universos infinitos (y paralelos). Y sobre todo, ¿de qué me vale a mí -suponiendo que ello sea cierto- vivir de tal forma u otra, en tantos otros sitios, sin tener conciencia de ello? Quiero decir que si no soy consciente de todas mis otras posibilidades vitales en tantos otros universos distintos, como no lo soy de hecho (y tomando supuestamente la teoría científica por cierta), entonces ¿no me estaría distanciado de mis múltiples yoes el mismo desconocimiento (y hasta parecida indiferencia) que pueda sentir, por ejemplo, con respecto a mi vecino, del que también lo ignoro todo, e incluso del que, en puridad, me siento más cerca, que por algo es mi vecino ;-)? Y de ser cierto que andamos repitiéndonos como ondas en el agua, ¿qué necesidad hay de repetirse tanto? ;-) (Esto también es broma). Ya resulta agotador vivir una sola vida como para saber que, encima, la estamos viviendo en todas sus posibilidades infinitas en otros tantos mundos (si es que te he entendido bien, que tampoco estoy segura)...
Por último, ¿acaso debería consolarme el hecho de imaginar que vivo otras vidas, que no puedo vivir aquí y ahora, por ahí? ¿No lo hacemos ya, de hecho, en sueños, sin necesidad de recurrir a probabilidades y universos infinitos? Más abrazos
PS: Ya ves que tengo cierta facilidad para liarlo todo... (Como dice Millás, todo son preguntas...).
Mega, tremendo texto.
ResponderEliminarLo que me hace mortal es la conciencia y navegarla me hace vital, como quisiera tener bruñido el sueño, tal vez algún día.
Abrazos que discurran.
Sergio Astorga
querida Gemma, por eso era una broma, quiero decir mi comentario, no que la teoría sea una broma. Al leerlo, y ver después el comentario de Olga, inmersa como estoy ahora en el estudio de estas teorías, hice ese comentario. Naturalmente que tu reflexión y tu texto son válidos y hermosos.
ResponderEliminarTenemos que seguir explicándonos en el mundo, en este mundo. Es cierto que seguimos siendo identidades individuales y como tales vivimos nuestro día a día. El hombre ha pasado de ser el centro del universo a ser una mota de polvo más perdida en la infinitud y, encima, repetida (pero no somos clones, cada una de ellas, insisto, con su identidad idividual). Lo único cierto es que no deberíamos dejar a los científicos solos con estas teorías y que debemos pensar y hablar sobre ello, como decía H. Arendt, lo contrario es un riesgo que ya en una ocasión nos llevó a un tremendo desastre (estoy hablando de Alemania). La clase de consuelo, desasosiego o desconcierto que las nuevas teorías pueden producir (y todo esto sólo acaba de empezar) es algo que formará parte de nuestra historia igual que, en su momento, otras teorías despertaron las mismas sensaciones y nos abrieron mcuhos caminos (en el arte, la filosofía, la política...). A mí me parecen retos hermosos. Creo que la curiosidad y la búsqueda permanente forman parte del espíritu humano y que nos hace grandes.
Perdona el rollo que te he metido, todo empezó por una broma, lo siento.
Un abrazo.
María, encantada estoy de que compartas con nosotros tus lecturas. Las teorías científicas, sobre todo si se hallan fundadas, son un asunto muy serio, desde luego; aunque sólo sea porque nos conciernen a todos... Y sin embargo, a mí también me gustó que ironizaras sobre ello (y de ahí que aprovechara yo también para bromear otro tanto).
ResponderEliminarUn beso
PS: Juan Jacinto Muñoz Rengel tiene un cuento muy recomendable ("El sueño del monstruo" recogido en 'De mecánica y alquimia', Salto de página) que me ha recordado muchísimo todo tu comentario.
Que texto tan energizante,te envuelve y anima muchísimo.Gracias. Queda fichado para los momentos bajos.Un abrazo.
ResponderEliminarSergio, ¡y qué bonito lo expresaste! Un abrazo grande
ResponderEliminarDoña Sigma, jaja. Celebro de veras que le hayas encontrado alguna utilidad. Un beso gordo
La vida es un constante seguir, por ello hay que encontrar el milagro y abandonarse a él un cierto tiempo... para luego seguir. Me recuerda mucho eso de "date un descanso pero no claudiques".
ResponderEliminarY acerca de la multiplicidad de universos, las teorías son interesantes, aunque más interesante resultaría que en algún momento tuviéramos conciencia de esas otras vidas, ¡lo que podríamos contarnos a nosotros mismos!. Pero en fin, que no es posible por eso tendremos que aprender y vivir en esta realidad (particular, personal y aislada de las demás) todo lo que nos sea posible.
Hellforger, ese dejarse ir, sin tener demasiada conciencia de lo vivido en un momento dado, bien podría ser un simulacro de existencia lograda. Supongo que para poder disfrutar de estos pequeños oasis, es preciso que nos sumerjamos de vez en cuando en otros lodazales, recorrer periódicamente territorios mucho menos apacibles pero fundamentales para entender.
ResponderEliminarBienvenido, y gracias por tu comentario.
Fantástico texto. Es tarea propia de valientes surcar las aguas de la vida.
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