miércoles, 16 de diciembre de 2009

Humanidad

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Esos seres de andares bípedos me parecieron desde el principio aquejados de un mal perverso, una extraña dualidad que apenas lográbamos descifrar. Como absurda se me antojó la relación que mantenían a dos bandas en un empeño inútil por guardar las apariencias, sobre todo cuando los observaba contemporizando con una mitad que creían detestar, y que yo interpretaba como prueba de su gravosa existencia.


Tras estudiarlos con rigor, determinamos su inclusión como Especie enajenada de cuerpo redundante, con sus dos mitades análogas de por vida, si bien enfrentadas. Fue, de hecho, esa falta absoluta de entendimiento lo que condicionó su clasificación. Tiempo después, la dispar simetría de difícil conciliación no sólo sigue irresuelta, sino que parece cobrar unas hechuras monstruosas.
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14 comentarios:

  1. Como siempre, he retocado (una y mil veces) partes del texto.

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  2. ¡Ha quedado genial! Me encantan estos relatos desde un punto de vista tan... extrarradio... XDDD

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  3. y, sin embargo, la palabra "humanidad" es tan reconciliadora....
    Un abrazo

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  4. Hay una frase de San Agustín que el cantautor Luis Eduardo Aute solía repetir en todos sus conciertos: "Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos al mismo tiempo". Me lo ha recordado tu relato.

    Pero no creo que cada uno de nosotros sea solamente dos. Más bien me parece que, dentro de cada uno de nosotros, hay un montón de gente. Una multitud.

    Y ¿quién pone un poco de orden en ese gallinero?

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  5. Me ha gustado mucho el texto (que yo he leído ya retocado), y también el primer comentario de María. Humanidad sugiere esa pluralidad de personas de la que habla Saiz, pero también una especie de unidad, es "reconciliadora", sí.
    Te deja un no sé qué.
    Un beso, Gema.

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  6. Estupendo relato para denunciar la bipolaridad absurda y endémica de los hombres, la misma que hace unos amen a Berlusconi y otros le destrocen la cara con un edificio sagrado. Me gustan las historias que te sugiere el botánico.
    Besos.

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  7. Me encanta eso de los abrazos partidos en dos. Fíjate que nunca había pensado en que en esa " dispar simetría de difícil reconciliación" podía estar el origen de nuestros males. Muy bueno.

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  8. Zilniya, muchas gracias. Hay micros que se sustentan en el lenguaje y en apenas una idea esbozada narrativamente. Son los que más me cuestan, por lo que hay en ellos de búsqueda, y éste sería uno de ellos. Un abrazo

    María, yo también lo creo. Basta pronunciar en voz alta "humanidad" y de pronto se hace muy difícil no sentir un asomo de compasión... ;-)
    Un beso grande
    (PS: No dejes de visitar el blog de Olga. Sé que te va a encantar.)

    Saiz, qué alegría verte por aquí de nuevo. En efecto, somos 2, y 4, y hasta 8, sí. A lo mejor, incluso también 15. ;-)
    Un abrazo

    María, se trataba justamente de contar algo que, aun siendo conocido, aportase un enfoque distinto. O al menos eso me propongo siempre. Besos
    PS: Los tejados de por aquí ya están blancos de la nieve del día.

    Olga, qué bien. Lo cierto es que no hay día en que publique una entrada cuyo contenido no tenga que revisar una y otra vez. Al final, son tantas las correcciones introducidas que a punto estoy de renombrarla de nuevo. ;-)
    Empiezo a pensar que nuestro estado "natural" es el puro desasosiego, de ahí precisamente la importancia del título: la necesidad de subrayar esa humanidad que, al igual que tú, también ha destacado María. Ese hermanamiento nos consuela al cabo, claro que sí. Un beso fuerte, Olga

    Antonio, para mí, tal como apuntas, esa bipolaridad o división es la madre de todos nuestros conflictos (y supongo que también de todos nuestros avances, al fin y al cabo...). Gracias de nuevo, y un beso

    Araceli, qué bien que te haya gustado. A propósito, ¿te imaginas lo que sería poder dar un abrazo sin fisuras? ;-))
    Pues eso: abrazos varios

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  9. Pues revisada o no, es magnífica.Esa dusalidad que nos acompaña y esa necesidad de dar y recibir abrazos es tan "humana" y tan maravillosa.Un abrazo gemma, guapa.

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  10. Gemma, en tu ojo clínico botánico consubstancial me gustan las paradojas del abrazo de los contrarios, las fisuras del uno en dos, la irreconciliable disparidad del enlace.
    El concepto de humanidad que da el espacio para que los agujeros negros pervivan en su singularidad.
    Un abrazo desde mi polaridad.
    Sergio Astorga

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  11. Espectacular al cubo, por lo menos. Ya, ya sé que soy una halagona con poco criterio pero de verdad tengo la sensación de que tus textos son cada vez mejor es y como a Antonio me pasa que estas búsquedas botánicas me parecen extraordinarias.
    Felicidades y besitos.

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  12. Marisa, pocas cosas son tan humanas como la sensación de incompletud que nos define, cierto. Un besazo

    Sergio, nada resulta tan difícil como llegar a apreciar, e incluso amar, lo incompleto; y sin embargo sucede. Creo que en eso mismo consiste la humanidad. Un beso gordo

    Dulce Izaskun, me alegra mucho que te agrade la serie. Más que halagona, yo diría que eres una persona cariñosa con criterio. ;-)
    Más besos

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  13. Tu Historia Vegetal de la Humanidad lleva visos de que te lleve a la hoguera. Pero el aprovechamiento (la distancia debida con respecto a nosotros) que de ella sacamos merece tu sacrificio.

    ¡¿Cómo que dos?! Esta mañana mismo, mi yo 173 se ha despedido de mí con un tierno beso en la boca (con lengua) para quedarse a vivir en la exposición de Constructivismo del Reina hasta que la exposición se acabe. Y luego ya no veremos, porque seguro que no encontrará el camino de regreso.

    Me hace mucho bien ver cómo nos entiende uno de los reinos de más larga duración sobre la Tierra.

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  14. Jaja, Nano, me gusta cómo suena eso de Historia Vegetal de la Humanidad (un poco menos eso de que quieras llevarme a la hoguera), pero vaya lo uno por lo otro. De tanto oír por ahí eso de que la Naturaleza es sabia, me entraron ganas de darle un poco más de protagonismo, a la pobre.
    ;-P Besos a tus 173.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"