miércoles, 17 de diciembre de 2008

Envidia

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envidia.
(Del lat. invidĭa).
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
comerse alguien de ~.
1. loc. verb. coloq. Estar enteramente poseído de ella.
......
Fuente: DRAE (2001)

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Cansado de ver cómo languidecían ante la ventana de aquella belleza radiante, el astro rey se emboscó una tarde tras el cristal y cegó para siempre a su fiel cohorte de admiradores.
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17 comentarios:

  1. Mega, cegado ante radiante texto, espero tocar algun rayo lunar.
    Ciego abrazo.
    Sergio Astorga

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  2. Querida Mega, no consigo entender bien este micro, sin duda por incapacidad mía. Supongo que el posesivo "su" de "su fiel cohorte" no se refiere al astro (aunque es lo que parece), sino a esa belleza (que tampoco es el astro, supongo). No es necesario que me expliques nada; sin duda hoy no ando muy despierto. En cualquier caso, tiene tu magnífico sello.
    Besos.

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  3. Mega, el comentario anterior es mío, pero, como mi hija (10 añitos) se ha abierto un blog y me toca el ordenador, no he advertido que te lo enviaba desde su cuenta.

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  4. Sergio, seguro que son algo más benevolentes, jaja.
    ;-)

    ¿Anónimo?, gracias.

    Antonio, ya decía yo... Me he paseado por el blog de tu hija y me ha parecido muy simpático. Como a ella, a mí también me gusta el teatro. ;-)
    En cuanto al micro, efectivamente el posesivo 'su' hace referencia a la belleza radiante de una mujer que compite con el sol, de ahí que éste se esconda un día en su ventana y, celoso, ciegue a sus admiradores (los que él nunca conseguirá)... Beso (y que conste que lo anterior no es una explicación, sino un mero diálogo.) ;-P

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  5. Muy bella foto y no menos bello relato. El sol debe estar harto de deslumbrarnos con sus puestas y amaneceres, pero yo no me canso de mirarlo. El muy pillo no se repite nunca, siempre pinta un cielo distinto.

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  6. Qué osado este sol. Mira que competir con la belleza de una mujer...

    Besos, Mega.

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  7. Es un micro magnífico, también por lo que no se dice. ¿Cómo puede competir la belleza con la belleza?
    Por cierto, la foto no será de lo que había sido el Berlín Oriental?
    Este tipo de edificios me suenan. ¿Podrías tener la amabilidad de decirme dónde es?

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  8. El sol siempre me pareció un astro demasiado arrogante. Ahora veo que además es envidioso. Hagámonos todos noctámbulos. Hermoso micro, Mega.

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  9. Araceli, a mí también me fascina esa capacidad sorprendente de alumbrar de modo distinto que tiene el sol. Especialmente, aquí en Berlín, donde en invierno el sol se apaga enseguida. Abrazo

    Augusta, jaja. El sol no admite quien le haga sombra. ;-)

    Txell, no es el este, no; pero podría haberlo sido. Casi todo Berlín (este u oeste) tiene una pátina como antigua, de edificios que han absorbido el tiempo sin complejos, con nobleza, que me encanta. Es Shöneberg. (I benvinguda a aquests Somnis).

    Herman, totalmente de acuerdo. Hagámonos noctámbulos pues.

    Besos y abrazos

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  10. He leído más arriba tu texto aclaratorio y menos mal porque yo tenía una interpretación completamente distinta, quizá equivocada. Es lo bueno de estos textos. Pero creo que no deberías desvelar su (tu) sentido. Es como explicar un chiste.

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  11. ¡Qué traidor...! A veces en la vida ocurre esto mismo: nos ciega la admiración y venimos a darnos cuenta cuando ya es tarde. Precioso, mega. Besos.

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  12. Apoyo a Manuel Ortiz: creo que todas las interpretaciones son buenas (salvo que seamos profesores o alumnos de literatura), porque son el resultado del cruce de dos mentes potentes.

    No apoyo a Manuel Ortiz: cuando uno de los lectores plantea su interpretación, es un gozo y un privilegio que quien creó el texto pueda interactuar y explicar.

    Una sola frase y una historia completa... estupendo (la primeravez que la leí no la entendí).

    (la foto la has repetido, no sé si de este blog o del otro, ¿no?).

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  13. Manuel, efectivamente el texto está escrito intentando desvelar poco, y de ahí que su sentido parezca tan abierto. Aunque, en realidad, no creo que lo sea tanto (o eso me pareció a mí). En cuanto a lo segundo, lo cierto es que dudé: no es que desconfiara de vosotros, sino de que el texto lograra expresar lo que yo me propuse, y de ahí mi interpretación... Como me ocurre a menudo, lo retoqué varias veces, así que yo también tenía mis dudas. En cualquier caso, me habría encantado poder conocer tu lectura. ;-)

    Isabel, sí. La belleza puede cegar (y obnubilar) en exceso, desde luego.

    Nán, como tú, yo también estoy de acuerdo en parte con Manuel. Al final, no os he dejado mucha opción, ¿no crees? De todos modos, te digo lo mismo que a él: me habría gustado mucho conocer vuestras interpretaciones (en la medida en que difieren de la mía). En cuanto a la foto, y qué envidiable memoria la tuya, la he sacado en varias ocasiones distintas, a este lado y al otro del blog, desde ángulos y horas del día diferentes. ¿Te acuerdas del poema de la siesta y la ventana? Pues ahí aparecía veladamente. Corresponde al patio interior que se ve desde mi cuarto de trabajo.

    Besos gordos a repartir

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  14. A mí, muchas veces, lo que más me gusta de tus micros es la forma en que está construído el relato, más que lo que significa. No me importa lo más mínimo no entenderlo. Tiene razón de ser en y por sí mismo.
    Un abrazo

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  15. Jaja, Freia. Si se entiende eso de que estén construidos en y por sí mismos, ya me vale. ;-P
    Al menos, eso pretendo: que tengan sentido por sí mismos. Sin aditivos. Hala, un besote

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  16. Y después de tantos relucientes comentarios y de la recuperación del espacio internáutico perdido sólo me queda, de nuevo, felicitarte.
    Muy bonita, Mega, con cualquier interpretación. Y con sentido propio, desde luego.
    ¡Menuda es la envidia! ¡Y el sol!
    Abrazo de luna.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"