avaricia.
(Del lat. avaritĭa).
1. f. Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.
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Fuente: DRAE (2001)
(Del lat. avaritĭa).
1. f. Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.
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Fuente: DRAE (2001)
Se miró de frente al espejo buscando encontrar lo que tanto añoraba, pero sólo halló el mismo rictus mezquino y de amargura del día anterior, de la semana pasada, de hacía tantos meses. No contenta con la respuesta que aquel espejo olvidadizo le devolvía insistente, procuró reflejarse en él de nuevo, pero volvió a atisbar en su azogue de azufre la misma ausencia redoblada. Como si esas malditas aguas escondieran, a sabiendas, la memoria de otro rostro, acaso el que alcanzara a tener en otra vida, mucho más dulce y serena. Bastaba un ligero parpadeo para que esa imagen perseguida se desvaneciera en ondas aladas. Pero ella no iba a cejar. Mañana volvería a su empeño, a buscarse con la misma insistencia. Y pasado mañana, y al otro, hasta que lograra vislumbrar, al menos, el alcance de lo perdido.
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Precioso, Mega.
ResponderEliminarVi el rictus y no iré al espejo ni llevaré sacos que romper por si me pierdo en el pecado.
Felicidades.
Pero la propia avaricia con que intentaba recuperar el rostro dulce y sereno volvía imposible la recuperación... Imposible romper el círculo... ¿Lazo de Moebius?
ResponderEliminarSí, todos buscamos reconocernos y no siempre se consigue. Lo importante sería hacer caso al espejo y buscar la imagen que a veces perdemos.
ResponderEliminarUn beso.
Salud y República
Te devuelvo encantado las felicitaciones desde el otro lado del espejo que es tu precioso blog. Un abrazo.
ResponderEliminarMás que envidia yo diría desesperación, ante la impotencia de ver que el paso del tiempo es inexorable y que nada se puede hacer contra sus efectos.
ResponderEliminarSalud, República y Socialismo
Mega, verse, encontrarse y refugiarse es asunto de horas meses y años. Avces ayuda cambiar de espejo, al fin de cuentas la avaricia se alimenta, como dices, de poseer lo ya perdido.
ResponderEliminarUn abrazo empeñoso.
Sergio Astorga
Buen relato, Mega. "La avaricia rompe el saco" decía el refrán, en este caso va a romper el espejo ante tanta insistencia en buscar otra imagen anterior que ya nunca le devolverá esa superficie porque... ha desaparecido con el paso del tiempo.
ResponderEliminarMuchos besos.
¡Pero bueno, qué mujer más avariciosa! ¿Es que no se da cuenta de que el pasado no se puede recuperar ni atesorar a través de un espejo? Ya lo dice el refrán: "la avaricia rompe el espejo". Jejeje...
ResponderEliminarQue busque en el recuerdo. Algún atisbo de riqueza encontrará. Y que después se ponga frente al espejo. Seguro que su rictus mezquino se torna dulce con sus sueños en la memoria.
Besos avariciosos, jajaja.
bueno más que una avariciosa esta mujer es una nostalgica, no? intentando recuperar una juventud(o tal vez una felicidad) perdida (así me la he imaginado yo) y envejeciendo(amargándose) más y más al comprobar en el espejo que ésta nunca vuelve...
ResponderEliminar(mira que te gustan los espejos...)
un abrazo!!
Interesante colección historiada de pecados capitales. Siempre me he preguntado por qué son siete: ¿será para, así, poder cometer uno cada día de la semana?
ResponderEliminarMe despido hasta enero. Feliz Navidad y 2009.
Hijos de un Big Bang, lanzados cada vez más lejos del centro, no hay modo de atesorar el tiempo (¡maldita sea!).
ResponderEliminarMe solidarizo absolutamente con tu protagonista.
Me ha gustado.A veces las pérdidas que se reflejan en un espejo, se compensan con otras cosas. A veces no, y eso sí que es una gran putada.
ResponderEliminarIzaskun, jaja, yo tampoco iré. No querría perderme.
ResponderEliminarFreia, lazo de Moebius. ;-)
Rafa, reconocerse a pesar del espejo. Eso es lo crucial, en efecto.
Antonio, agradecida quedo por tus palabras cariñosas.
Antonio, sólo ver cómo pasa, cómo nos aleja en realidad.
Sergio, jaja. ¡Buena idea! Habrá que cambiar de espejito mágico.
Besos y abrazos gordos
Luisa, no lo había pensado pero habría sido una buena solución: que de tanta insistencia, acabara por romper el espejo, jaja.
ResponderEliminarAugusta, si después de seguir tus detalladas instrucciones, se pierde, es que ya no tiene arreglo. ;-)
María, te la has imaginado bien. Jaja, Antonio me dice lo mismo. ;-)
Saiz, celebro que te gusten. Feliz Navidad para ti también.
Qué bien, Nano. Seguro que te lo agredece.
Araceli, jaja. Filósofa te veo. ;-)
Más besos
Oye, pobre mujer, a lo mejor no es avaricia ni nostalgia, sino puro deseo de ser lo que no se es, esa cosa tan humana. Es que la estáis machacando y todos somos un poco ella. A lo mejor conservar una imagen ideal en el deseo nos lleva a acercarnos un poco a lo que queremos ser, a suavizar el gesto, a embellecer la mirada. No sé.
ResponderEliminarMe encanta venir por aquí (aunque sea a llevar la contraria.-)
Felicidades por el relato, Mega.
Bueno, Olga, no te falta razón. Cuando escribí el relato, en realidad pensé en una mujer con pérdida de memoria a la que le costaba cada vez más reconocerse en el espejo, como si padeciera Alzheimer o hubiera sufrido un gran shock, de ahí su ansia por querer reconocerse y no lograrlo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, es digna de compasión, desde luego.
El título, en realidad, sirve sólo para subrayar la imposibilidad de su empeño, aun cuando ella no pueda evitarlo. Y por descontado, comparto contigo la necesidad del ideal, de aspirar a suavizar el gesto. ;-)
Besos