Cuerpo del delito
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En la esquina de aquel aparador, una cabeza resquebrajada de arlequín multiplicaba su desazón de mercadillo en el espejo, empañando de melancolía el resto de prendas allí expuestas. A su lado, una zapatilla puesta como al descuido compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda de la víctima.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Aviso de cambios (de los últimos sólo):
ResponderEliminarYa no dice: "A su lado, una zapatilla azul compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda de la víctima", sino:
"A su lado, una zapatilla compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda azul de la víctima".
Acongoja... Besos.
ResponderEliminarEsta claro, Mega, que cualquier detalle te sirve para destilar tu poesía en prosa.
ResponderEliminar..."el apagado brillo azul de seda de la víctima".
ResponderEliminarA ver si esta vez...
Isabel, jeje, ¡me parece estupendo!
Antonio, prosa destilada, sí, hasta la exasperación. ;-)
"el apagado brillo azul"... ¡Qué sinsentido tan fantástico!
ResponderEliminarUn abrazo MegaMaga (pitufina sin tacones en medio de Berlín)
Ciertamente, es un escaparate bastante desasosegante. Cualquiera diría que su propietario no tiene ganas de vender nada.
ResponderEliminarQué foto... Cuánto hay detrás...
ResponderEliminarTerrible suerte la estos objetos que casi son sujetos. Un texto de gran intensidad.
ResponderEliminarVine a soñar con la memoria y me llevo el azul para buscar el delito en otro cuerpo.
ResponderEliminarBuena memoria tienen tus sueños, Enhorabuena.
Un abrazo.
Sergio Astorga
Vuelves a los espejos, Mega. Y con este rostro que llora entre dos mundos, el suyo, de cartón piedra, y el nuestro, de piedra acartonada.
ResponderEliminarUn saludo.
Misterio, desazón, melancolía... sensaciones que se entremezclan al leer este texto. La última frase es la que más me ha impresionado.
ResponderEliminarYa sé que has visto lo del premio proximidad en mi blog y te has pasado por allí a comentarlo.
Besos.
... "el brillo apagado azul de seda de la víctima".
ResponderEliminarFreia, jajaja. Berlín no es el campo pero casi, y eso que llaman "tacones" debe de ser muy incómodo. ;-P
Una vez mas, dándole la vuelta al texto. A ver cuánto dura.
Manuel, pues si ésta te parece alegre, ya verás las siguientes...
Berlín es puro desasosiego. ;-)
Carmen, ¿verdad?
Herman, gracias. Eso mismo me propuse. Que esos objetos soltaran de una vez cuanto callaban. Que, como ves, era mucho y muy comprometido...
Gracias, Sergio, por tu retruécano. Me ha gustado mucho. Un abrazo de vuelta y bienvenido.
Antonio, ¡Ay, de los espejos! ¿Qué sería de nosotros sin ellos? ;-D
Abrazos
Luisa, gracias por el premio y por tu proximidad. Lo he guardado en mi ordenador. Un beso
...Duró poco.
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