sábado, 6 de septiembre de 2008

La semana


Lunes. El padre se asoma a la habitación del hijo para ver qué está haciendo.
-¿Qué haces?, -le pregunta desde la puerta, sin decidirse a entrar.
...
Martes. El padre ha sospechado de repente que a lo mejor el hijo anda escribiendo otra vez.
-Sí, papa, ya lo ves.
...
Miércoles. El padre duda, pero al final, se encamina hacia el cuarto del hijo.
-¿No te gusta salir con tus amigos?
...
Jueves. La misma escena de los últimos días.
-Supongo que, por ahora, prefiero quedarme y escribir.
....
Viernes lluvioso. El padre espía por el quicio de la puerta el interior del habitáculo. Al fondo, el hijo escribe concentrado.
...
Sábado. Hoy el chaval no está en casa. Ha salido con sus amigos. El padre aprovecha la ausencia del chico para husmear en su habitación.
...
Domingo. De nuevo se ha encerrado en el cuarto. Parece que la cosa va en serio. Sin saber por qué, el chico se siente amenazado.
-¿Y lo de estudiar, para cuándo?, ¿puede saberse?, -le pregunta esta vez.
...
Lunes. El padre asoma la cabeza un momento buscando sorprender al hijo. Pero lo encuentra -lápiz en mano- repasando los accidentes geográficos del continente asiático. Cuando por fin anochezca y un silencio acogedor se apodere de la casa, el joven se levantará a hurtadillas para retomar su tarea secreta.

18 comentarios:

  1. Ese padre se debería preocupar si su hijo estuviera frente a la Playstation, pero parece que lo que le preocupa es ese "vicio de escribir". Ojala todas las preocupaciones sean esas. Pero cuando se vive en una sociedad competitiva la obsesión por la titulitis es evidente
    Salud, República y Socialismo

    ResponderEliminar
  2. Por fortuna, con esa actitud invasiva y pragmática, el padre acabará fortaleciendo inevitablemente la maravillosa vocación de su vástago que, en lo sucesivo, se entregará a su tarea secreta con más ímpetu que nunca.
    Saludos postveraniegos, Mega.

    ResponderEliminar
  3. Y es que, cómo son algunos padres. Menos mal que el hijo le chulea y con razón.

    Un beso.

    Salud y República

    ResponderEliminar
  4. Vaya con el papi fisgón, cuando alguien tiene la vocación de escribir, dificil es que se la quiten.

    ResponderEliminar
  5. Querría seguir espiando a ese chico y a su padre un par de semanas más


    Por otra parte: ¿quién no escribe a escondidas? ¿Y más aún en la adolescencia, cuando siempre se supone que uno tiene que estar estudiando?

    Un beso, hacedora...

    ResponderEliminar
  6. Parece claro que al padre le resultaba más peligrosa la escritura que el hecho mismo de que descuidara, por ella, los estudios, ya que tardó seis días (hasta el domingo) en recriminárselo. No machaquemos al pobre padre: su preocupación es comprensible. Ya lo dijo Valle Inclán por boca de Max Estrella: "Las letras no dan para comer, la letras son colorín, pingajo y hambre".

    ResponderEliminar
  7. Antonio, ojalá fueran ésas todas las preocupaciones, sí. En cuanto a la obsesión por (ciertas) titulitis, creo que nunca antes fue tan enorme.
    Un abrazo

    Herman, ciertamente. El temor del padre (de signo distinto al temor del hijo), fortalecerá, avivándola, esa manía suya de escribir, de no temer la soledad. Abrazos

    Rafa, jaja. Ya ves que el hijo tiene sus recursos. Además, así se espabila. Besos

    Maria Eugènia, quise enfrentar dos temores: el del padre (por un futuro que adivina demasiado incierto) y el del hijo, de signo contrario al del padre, y acaso algo mayor, de ahí que la vocación del chico salga reforzada... Petons

    Lara, qué bien que te dejes leer. Eso mismo digo yo: ¿quién?, ¿a ver?
    Un abrazo fuerte

    Antonio, sí, "Las letras no dan para comer, la letras son colorín, pingajo y hambre"; o como decía -con otras palabras, seguro- Josep Pla: "lo mío (esto de ser escritor, el hecho mismo de escribir) es algo totalmente inútil. No sirve para nada".
    Abrazos

    ResponderEliminar
  8. un repaso agradable a traves de varios dias familiares, donde se atisba el inicio de un gusto personal, escribir. sencillo y breve.

    ResponderEliminar
  9. Blog author, en efecto. Lo mejor de todo es que gracias al celo exhibido por el padre, el chico se ha dado cuenta de la naturaleza secreta (y hasta importante) de su nueva afición.

    Augusta, al menos tan grande como sus desvelos.
    ¡Bienvenida! (Me gusta verte por aquí).

    ResponderEliminar
  10. Por lo general a los padres nos asusta todo aquello que abandona la ortodoxia, en ocasiones con razón.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  11. De acuerdo, Víctor. El padre está en su rol de padre, como es natural...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. ja, ja, já. En mi casa vivía una genial tía soltera de quien yo era su ojito derecho, pero se enfurecía si me veía leer o estudiar: "¡Eso es malo para la cabeza!", así que tenía que leer en secreto con el apoyo del resto de la familia.

    No olvidemos que el héroe literario nacional es un tipo que se volvió loco de tanto leer.

    Así que el padre, raca-raca, preocupadísimo; y el hijo, haciendo lo que le da la gana, como todos los hijos.

    Oprtunísimo, Mega. Tendrían que leerlo muchos padres.

    ResponderEliminar
  13. Sinceramente me preocupa este padre... Invade la privacidad de su hijo, a todas luces preferiría que su hijo estuviera pasando sus ratos libres con los compis... Creo que al hijo le sobra ( es un decir, no sobra nunca...) la madurez que le falta al padre...
    Es mi modesta interpretación...

    Una abraçada carinyosa Mega.

    ResponderEliminar
  14. Lo q pasa es q un padre quiere 'lo mejor para su hijo'.... quiere q no sufra... la vision gral d los artistas es q sufren...q no salen adelante economicamente...

    ResponderEliminar
  15. Ismael qué te pasa, no estudias, no trabajas. Y qué vamos a hacerle, si es que útimamente ando algo perdido, si te necesito, si de un tiempo a esa parte, me cuesta tanto, tanto, tanto, me cuesta tanto, no amarte.

    Padres....

    Mega, espero que en breve subamos al Barna de Cels Piñol. Tendremos que conocernos, ¿no?

    ResponderEliminar
  16. ¿No sería mejor que el padre se sentara a conversar con el hijo de lo que le preocupa en lugar de "espiar a hurtadillas" lo que hace?
    ¡Lástima que haya padres que piensen que el hecho de que a un hijo le guste escribir puede perjudicarle! ¡Menos mal que, en este caso, el chico tiene las ideas claras y sigue adelante (a pesar de todo) con esa hermosa afición!
    Saludos.

    ResponderEliminar
  17. Nán, si tenemos en cuenta que, a menudo, los padres se preocupan con toda la buena intención, pero sin que exista verdadero motivo de alarma, habría que concluir que el ser humano sale bastante bien pese a todo. ;-)

    Selma, en efecto. Hay padres que andan escasos de madurez (y de otras cosas). Lo que a mí me admira es que ciertos hijos salgan adelante pese a su entorno... (Por supuesto, también se dan los casos contrarios, más alarmantes si cabe).

    Blog author, sin duda. Y aun así, no creo que siempre sea posible escarmentar en cabeza ajena... Ciertos errores hay que cometerlos.

    Bien observado, Carmen. A veces la dependencia es inversa... (Me quedo en Berlín hasta las próximas navidades, ¿cuándo tienes pensado ir a Barcelona?)

    Luisa, supongo que sí. Aunque sospecho que el padre tampoco tendría muy claro qué objetarle al chico...

    Abrazos

    ResponderEliminar

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"