A la mesa, esta vez, un matrimonio mal avenido. Su desprecio es sólido y mutuo. Cuenta nada menos que con una antigüedad de cuarenta y seis años.
...
MUJER: Esas naranjas que compraste en el colmado de la esquina están agrias.
MARIDO: Están como siempre.
MUJER: Las del mercado son mejores.
MARIDO: ...
MUJER: Hace un rato ha llamado el niño.
MARIDO: ¿Estás segura?
MUJER: ¿No iba a saber cuándo llama Juanito?
...
Cuatro años después, tras celebrar tras celebrar sus bodas de oro:
...
MARIDO: Las naranjas del mercado están pasadas.
MARIDO: Las naranjas del mercado están pasadas.
MUJER: Ya empezamos... Pues a mí me parecen riquísimas.
MARIDO: Nada que ver con las del colmado de la esquina.
MUJER: ...
MARIDO: Esta mañana ha llamado Juanito.
MUJER: ¿Qué Juanito?
MARIDO: Tu hijo.
MARIDO: Nada que ver con las del colmado de la esquina.
MUJER: ...
MARIDO: Esta mañana ha llamado Juanito.
MUJER: ¿Qué Juanito?
MARIDO: Tu hijo.
En una monotonía continua, los papeles son intercambiables. Siempre se repite lo mismo. Un beso.
ResponderEliminarSalud y República
Se te da bien espiar tras las puertas, querida Mega. Estaría bien proponerte sitios donde quisiéramos que entraras para que luego nos contases. No nuestra propia habitación en día de levante, por si acaso.
ResponderEliminarA mí me dan ternura estos viejitos. Sé de cerca lo importante que es el zumo de por la mañana (y siempre es él quien va/iba al mercado) para dos personas que llevan diez mil años juntos. Es triste, agrio a veces, pero a mí me resulta tierno.
Me parecen más peligrosas otras edades.
Es curioso constatar que efectivamente el único lugar de encuentro es la mesa, y el tema recurrente, la comida, igual que nuestros más viejecitos de tu penúltimo relato... lo terrible aquí es que se puede intuir que al hombre le acecha una pérdida de la memoria, será el Alz.....? o que las llamadas de Juanito ya son inexistentes...
ResponderEliminarM'agrada i m'angoixa alhora aquest relat, Mega... Millor no pensar en el dia de demà...de moment "Carpe diem"!
Una forta abraçada!
Quizá estos dos viejitos ignoran que existe el divorcio. Alguien debería informarles.
ResponderEliminarMega, quizás habría de llamarse "Manifestaciones de un amor amortajado". Opino como Lara: qué bien escrutas las vidas de puertas para adentro.
ResponderEliminarSaludos.
naturaleza humana
ResponderEliminarLo que no entiendo muy bien es cómo no odian ambos las naranjas. Todas. Su respectivas medias también.
ResponderEliminarEstos relatos sobre matrimonios ancianos me dejan un pellizco en el estómago.
ResponderEliminarSutilezas inquietantes, las tuyas.
besos
Lo contrario que en el otro, la excepción, aquí la regla. Cobrarse cuentas de una infelicidad antigua en los escasos momentos en que hablan de las escasas novedades que les trae la vida: el sabor de las naranjas.
ResponderEliminarTodo se diluye en la memoria menos el odio que se tienen.
Me ha encantado tu blog y tus relatos a los que llego hoy por primera vez. Te invito a participar en mi blog también de micros. Saludos y enhorabuena!!1
ResponderEliminarHola Mega, hace poco que me paseo por aquí pero me gusta.Tengo un relato que toca ese mismo tema de tu relato. Me horroriza el mimetismo y comportamiento intercambiable en parejas de hace muchos años.Yo conozco algunas, que en teoría se llevan muy bien pero que lo que mejor las define son sus eternas cara de asco.Y como opinan casi lo mismo de todo, nunca sabes si hablas con una o con la otra. Hay algo tierno en tu relato, pero después de leerlo en mí domina el sentimiento de espanto.
ResponderEliminarRafa, en efecto, intercambiables y reversibles. Beso de vuelta
ResponderEliminarLara, tengo que darte la razón. Hay edades mucho más peligrosas, sin duda. En cuanto a lo de espiaros, ya lo hago desde aquí, jiji.
Selma, supongo que la mesa, el escenario cotidiano por antonomasia, es capaz de retratarnos como pocas cosas...
PS: ¡Carpe diem! ;-D
Herman, se les enredó la relación y de ahí que ahora no sepan deshacer el nudo.
Antonio, casi me gusta más el título que me propones tú. Lo cierto es que me interesa mucho la vida de puertas adentro. ;-)
Blog author, pura y dura, en efecto.
Manuel, ciertamente se empeñan en comerlas cuando no debieran. El ser humano es así de obcecado.
Marina, gracias. Celebro de veras que los encuentres "inquietantes", pues no pretendía quedarme sólo en el cuadro de costumbres.
Nán, exacto, lo has visto muy bien:
"Lo contrario que en el otro, la excepción, aquí la regla. Cobrarse cuentas de una infelicidad antigua (...)". Me propuse que ambos micros fueran complementarios, que mostraran el derecho y el envés de una felicidad precaria de tan frágil, hecha a base de pequeñas rutinas.
Miriam, gracias por la invitación y bienvenida. Te debo una visita pausada.
El pasado que me espera, bienvenida también. Hay parejas que, como ésta, son vampirizadas hasta extremos espantosos por la costumbre. Y sin embargo, la vejez vista desde nuestros ojos adultos puede parecernos hasta tierna.
Abrazos grandes
Apreciada Mega. Dicen que los amigos los escogemos y la familia la soportamos.
ResponderEliminarMe ha encantado ese paso del tiempo que no supone cambio alguno. Es más; al rotar muestras con más expresividad que "estos fósiles se han petrificado en sus actitudes".
Si no hay afecto, pasa que al transcurrir los años se produce una saturación. No son posibles las emociones sin cariño.
Un abrazo.
Me gusta pensar que este tipo de parejas, en el fondo, la inmensa mayoría de las veces, no pueden vivir el uno sin el otro.
ResponderEliminarY es que en el amor, y en las relaciones de pareja, cada uno (o cada dos) pone sus propias reglas.
¿Quién ha dicho que esto no valga, también?
Lo que quería decir, para terminar (le dí al enter sin querer): ¿quién ha dicho que sea menos bueno "quererse" así?
ResponderEliminarAviso para navegantes: He retocado un poco el texto, suprimiendo adjetivos y alguna cosa más.
ResponderEliminarEstimado Dardo certero, sin duda este tiempo que comparten ya no puede transcurrir porque, en efecto, su relación se ha fosilizado. Viste muy bien la diferencia entre ambos micros: llegada la vejez, es fácil que las conversaciones caigan irremediablemente en la rutina de la edad, de ahí que sólo el cariño sea capaz (cuando existe) de marcar la diferencia. Un abrazo de vuelta
Querida Leg, estoy de acuerdo en que cada pareja se las arregla como puede. Por lo mismo, es muy probable que aquello que a una le sirve, a otra no le baste ni para empezar. En el texto, el narrador advierte, desde el principio, que se trata de un matrimonio mal avenido. De no haberlo señalado, probablemente cabría interpretarlo como dices. ;-)
Besos
a mi en lo personal lo q me agrada es el toque de naturaleza humana. el dialogo se repite años despues, y esto es muy cierto. nos repetimos. ese tipo de interaccion da verosimilitud al relato, lo demas, no me he fijado mucho. un saludo. esperemos tu nuevo post. otro micro?
ResponderEliminarestoy de acuerdo con Nán, por desgracia esta es la regla...el "hemos pasado tanto tiempo juntos que no concebimos otra idea de infelicidad que discutir por el sabor de las naranjas"...
ResponderEliminarpero en el olvido de ella, tan dramático, tan triste, veo una esperanza para esta pareja mal avenida...
(de dónde son las fotos de estos dos relatos?? son inquietantes...)
un abrazo!!!
Pues a eso me refería, precisamente, a que un "matrimonio mal avenido" también puede ser una pareja que se rige por sus propias normas, como todas. De hecho, pasan los años, y, bien o mal avenidos, ellos siguen juntos...
ResponderEliminarEl trato es lo que se ve, pero los sentimientos están más abajo, en el fondo.
María, las fotos son de una casa de Barcelona situada en Montjuïc, en mitad de un callejón que descubrí por casualidad. Desconozco el nombre de la casa y si vive alguien o son, más bien, oficinas administrativas... Lo único que puedo decirte es que me sorprendió tanto como a ti ver esos cántaros-caracoles diseminados por toda la pared, como si el edificio sufriera una plaga... La casa en cuestión está detrás mismo de la Ciutat del Teatre, donde se encuentra la nueva sede del Teatre Lliure, en la misma falda de la montaña.
ResponderEliminarLeg, mientras esos sentimientos de fondo sean puros, nada importa. Estamos de acuerdo... Ahora bien, en el caso de este micro, no ocurre así, como de hecho se encarga de precisar la acotación en cursiva, de ahí que su relación más parezca una situación desesperada, a la que acaso han llegado por no disponer de una alternativa mejor; o por simple inercia, o por dejadez, qué se yo. Acaso estén juntos porque sólo les queda eso: compartir sus pequeñas miserias, ese desprecio mutuo tan cotidiano... Ésa sería la gran incógnita.
PS: Insisto en señalarte que esta interpretación negativa se desprende -sobre todo- del arranque del texto, más que no del diálogo mínimo, casi un apunte, que mantiene el matromonio.
Más abrazos
Blog author, acostumbro a publicar únicamente micros. Ya te irás dando cuenta si continúas visitando esta página.
ResponderEliminarUn saludo
Entiendo lo que dices, Mega.
ResponderEliminarSólo trataba de expresar lo que a mí me dice el texto, con cursiva y todo.
Debo ser una romántica, porque lo leo y lo releo y me viene la misma idea a la cabeza.
O quizá es que no entiendo que el narrador me pueda contar la realidad absoluta de sus corazones. Vamos, que creo que sólo cuenta lo que ve, y que los personajes tienen más vida detrás, más cosas que descubrir.
O soy una romántica o una incrédula.
Vaya plan.
Un abrazo.