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Permanece a oscuras en la habitación. Hace pocos meses que se ha quedado viudo pero él no se hace a la idea ni piensa hacérsela. Afuera, todavía es verano. Con la mirada perdida y la persiana baja, descubre de pronto que sus brazos desnudos tantean la oscuridad como si fueran los de un pobre viejo.
Permanece a oscuras en la habitación. Hace pocos meses que se ha quedado viudo pero él no se hace a la idea ni piensa hacérsela. Afuera, todavía es verano. Con la mirada perdida y la persiana baja, descubre de pronto que sus brazos desnudos tantean la oscuridad como si fueran los de un pobre viejo.
Triste pero real. Un buen microrelato cargado de emoción y sentido.
ResponderEliminarSalud y República
Los que estamos decididos a no hacernos a según qué ideas,acabamos tanteando la oscuridad.
ResponderEliminarBien contado.
Gracias, Rafa. ;-)
ResponderEliminarNán, mejor tantaer la oscuridad que no hacerlo, sin duda. En ocasiones, hasta podemos llegar a descubrir que se ha vuelto luminosa.
Sendos abrazos
Muy triste, pero muy bien dicho.
ResponderEliminarEl dibujo en palabras de una realidad tan preocupante y triste, provoca desencanto. Conocemos personas con esta soledad bajo el brazo, y no hay nada que hacer para ofrecerles otra mirada. Viven su duelo.
ResponderEliminarUn relato sobrecogedor.
Gracias, Leg. Me propuse narrar desde la descripción misma, sin resúmenes de por medio ni interpretaciones subjetivas...
ResponderEliminarApostillas literarias, hay que vivir todos los duelos, sin duda. Yo creo que el personaje se halla en una primera etapa. Lo más probable es que su cerrazón sea circunstancial. Tiempo al tiempo.
(He visitado tu bitácora y me ha parecido muy interesante.)
Muchas gracias, te agradezco mucho.
ResponderEliminarYo lo he encontrado, parecido, en cierto modo, a la entrada de Leg, titulada Pedro.
ResponderEliminarSeguramente estén escritas con días de diferencia. Pero como llevo tantos días sin poder dedicarlos a mis bitácoras amigas, he leído las dos entradas una a continuación de la otra y el parecido me ha resultado claro.
No dejan de ser dos ritos, diferentes, pero ritos al fin y al cabo. Tirar las fotos y abrazar la oscuridad. Los dos absolutamente necesarios para asumir una realidad triste y dolorosa, para asumir la ausencia.
No le aplico calificación alguna al texto que luego me llamas exagerada. Me lo guardo para mí solita.
Un abrazo,
¡Hola, Freia! Ya empezaba a notarse tu ausencia.
ResponderEliminar;-)