Hay silencios farragosos como una cansina perorata; pero también los hay necesarios como una mirada sucinta de reconocimiento.
Hay silencios farragosos como una cansina perorata; pero también los hay necesarios como una mirada sucinta de reconocimiento.
Describir el mundo (y cuanto de él nos incumbe y atañe) de la forma más honesta posible, menos impostada o engañosa. Reescribirlo sin falta y sin descanso para que mejor nos llegue.
No engañar(se) o falsear, no imponer o forzar, no menospreciar o humillar: tres tareas que hoy nos parecen ingentes, pero que habría que reclamar una y otra vez, sin fin.
Precisamos endulzar (léase sanear) el día a día.
Hay una clase de pensamiento esquivo que solo logramos retener mediante la escritura, gracias a ella y únicamente por su mediación.