Describir el mundo (y cuanto de él nos incumbe y atañe) de la forma más honesta posible, menos impostada o engañosa. Reescribirlo sin falta y sin descanso para que mejor nos llegue.
Describir el mundo (y cuanto de él nos incumbe y atañe) de la forma más honesta posible, menos impostada o engañosa. Reescribirlo sin falta y sin descanso para que mejor nos llegue.
No engañar(se) o falsear, no imponer o forzar, no menospreciar o humillar: tres tareas que hoy nos parecen ingentes, pero que habría que reclamar una y otra vez, sin fin. Precisamos endulzar (léase «sanear») el día a día.
Hay una clase de pensamiento esquivo que solo logramos retener mediante la escritura, gracias a ella y únicamente por su mediación.
La mayor parte de las veces, no vaticinamos ni por asomo lo que nos puede ocurrir, aunque lo deseemos.
Es terrible desear y no poder. Retener dentro de sí el afán que ansía y se revuelve, sin expresión ni cauce posible.
Quienes desean cosas, cambios, otros seres..., expanden, sin saberlo, promesas por doquier; nuevos bríos; aires de futuro.
También a uno se le va cincelando el rostro de forma imperceptible conforme a las lecturas que haga...