martes, 6 de octubre de 2015

Doscientos noventa y tres

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Me admira la presunción de ciertos jóvenes; tan persuadidos de su valía respecto de la ajena, que consideran maltrecha. Orgullosamente ufanos de un poder que no les cabe en el cuerpo ni apenas en sus cabezas. Hambrientos y a la espera. Convencidos de sí mismos y enfrentados a todos; al frente de nadie.
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3 comentarios:

  1. Cierta la "fatuidad" de ciertos jovenes….de todas las edades (especialmente los que ya han cumplido los cincuenta y siguen escuchando con admiración lo que les dictas sus "irredentas cabezas".

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  2. ¡Gracias a los dos!
    Josep, muy cierto. Y menos mal que los jóvenes de 50 (y 60) son también irredentos a su manera...
    Abrazos

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"