jueves, 20 de febrero de 2014

Berlín 2014

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Ya estoy de nuevo en Berlín. Después de instalarnos, he revisado el contenido de unas cajas que dejé allí ex profeso cuando regresamos a Barcelona. Son tres recipientes de tamaños distintos. Abro la primera, veo un sobre grande y blanco, le doy la vuelta y leo, escrito de mi puño y letra en una de sus esquinas: "Al tiempo le gusta brujulear como si estuviera encerrado en un reloj ingrávido". Seguía estando conforme: a mí me agrada especialmente la ingravidez de esta ciudad.
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4 comentarios:

  1. El peso de la percepción nos aligera la gravedad de las horas,
    Bienhallada en Berlín y donde se encuentre tu puño y letra,

    Abrazos en sobre.

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  2. La ingravidez de una ciudad y sus espesos edificios. Me quedo pensando en eso.

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  3. Hay ciudades leves, casi ingrávidas, y las hay de una densidad que algunas luces las evitan. Me alegro que la ingravidez de Berlín acoja la tuya.

    Un pe tó.

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  4. Una ristra de abrazos para los tres caballeros o mosqueteros (a escoger) de esta bitácora

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"