viernes, 4 de enero de 2013

Ojos de vaca

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Ayer me la volví a encontrar. Bien arropadita, con los ojos muy atentos, levemente inclinada hacia atrás para que la silla pudiera sortear mejor el escalón de la calle. Yo venía de comprar el pan y sus hijos la devolvían a casa. Miraba a todas partes sin ver, como aquella vaca de mi infancia, con la vista puesta en el horizonte, más allá de tus circunstancias, mientras con ojos inertes te agujereaba. Veía sin ver porque todo lo veía. Muy probablemente también comiera ya sin comer, soñara sin apenas soñar, amara sin necesidad. Sus ojos la delataban.
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8 comentarios:

  1. Si algo me admira de ti, Gemma, es esa capacidad fantástica de moverte en los espacios de indeterminación, destilando la esencia de la ambigüedad de forma tal que nos llevas -una vez tras otra- a sumergirnos en la historia para acabar de completarla.

    Me voy con esa mirada perdida pegada.

    Un abrazo y ¡feliz año nuevo!

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  2. Subyuga como retratas la inercia y ese punto de inflexión en el que uno se deja ir, arrastrado por el tiempo.

    Feliz año, Gemma. Abrazos.

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  3. Me parece sobrecogedor este homenaje a una mirada que me resulta muy familiar.
    Como dice Pedro, manejas la ambigüedad de una forma fantástica. Un fuerte abrazo.

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  4. Pedro, Agus y Susana, ¡gracias y abrazos!

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  5. Jamás sabremos qué hay detrás de esos ojos que te miran, aunque aparenten no verte, pero que llevan toda la sapiencia de los años acumulada y acaso sonríen...
    Siempre nos pones a pensar, querida Gemma

    Un abrazo y ¡feliz año!

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  6. BB, no me cabe ninguna duda. Gracias y besos

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  7. Pefecto. Es así. Mañana pasaré el enlace por Twitter.
    Llega esa edad y todo sucede como lo cuentas.
    Saludos.

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  8. Muchas gracias, Pilar. Celebro que lo creas así.
    Bienvenida.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"