Cuarenta y tres
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La meditación sobre el infinito nos aterra por su naturaleza premeditadamente irresoluble.
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La premeditación del infinito nos aterra.
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Del infinito nos aterra el vértigo.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Me gusta esta sucesión de pensamientos que van diluyendo su armazón retórico conforme van ganando una rotunda profundidad. Lo sencillo es muy complejo.
ResponderEliminarAbrazos aterrados
Del infinito nos aterra el vértigo y su premeditación.
ResponderEliminarBuena serie de sentencias en cascada, casi como un canon, que nos impulsan a seguir buscando su continuación.
Un abrazo.
Nosotros somos parte de ese infinito, y el infinito está lleno de infinitos "nosotros", por eso, me parece, el vértigo está en nuestro interior.
ResponderEliminarUn abrazo
Me preocupaba especialmente, hace años, cuando decían eso de "cuando infinito tiende a cero".... ¡pasaba horas meditando su significado!. Hoy creo que incluso lo he comprendido.
ResponderEliminarUn abrazo por tan preciosa reflexión hacia el infinito.
A mi el vértigo me invade al pensar que el infinito es la nada...
ResponderEliminarUn abrazo
Como mis palabras son finitas. El vahído es inmortal.
ResponderEliminarAbrazo premeditado.
Pero si meditar el infinito, en lugar de producirnos terror, nos baja a la tierra... ah! qué descanso.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido para cada uno de vosotros.
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