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Vino el jardinero
y, tras echar un vistazo, decidió que había que afeitar con urgencia el
edificio. No se trataba tanto de eliminar las plantas, como de exhibir cierta
autoridad ante el crecimiento de la maleza, que se había adueñado de la
fachada, ensanchando grietas y dispersando debilidades por la casa. Cuando el
jardinero hubo terminado, se alejó unos metros. A los pies se arremolinaba una
alfombra de tallos y raíces. Parecía una selva de obligaciones incumplidas y
buenas palabras. «La sensatez se ha impuesto», se persuadió el del rostro
enjuto y barba poblada mientras recogía impasible, camino de su casa.
Dile a tu jardinero que una sensatez a medias se parece bastante a una insensatez.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho eso de aumentar vergüenzas y dispersar debilidades.
Un beso
Las exhibiciones de autoridad siempre me han preocupado, por nimias que sean.
ResponderEliminarHe disfrutado de esta entrada, Gemma.
Un abrazo,
Sencillamente, una delicia poder leer este micro. Y un lujo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Araceli en el gusto por la dispersión de debilidades.
¿Será por eso que el sensato jardinero conserva su poblada barba para mantenerlas unidas y a salvo entre las grietas?
Un fuerte abrazo MegaMaga? Y me encanta vuestra casa berlinesa (¿la del pobre carámbano ajusticiado?)
Es que hay quien llama al jardinero cuando ya no hay más remedio. Lo mismo que va al dentista cuando ya no soporta el dolor de muelas.
ResponderEliminarLas barbas hay que cuidarlas cada día. Si no, ya lo cuentas, acaban por ensanchar grietas, aumentar vergüenzas y dispersar debilidades...
petons
A mí me parecía más bien una cresta punki verde y verical, convertida en una perilla de viejo (que acabarán por llevarse).
ResponderEliminarNo sé por qué, pero el texto y las fotos me dan una sensación de pena.
Araceli, se lo diré, descuida. Aunque para ello habría que mostrarle un espejo para que se viera reflejado. ¡Besos!
ResponderEliminarPedro, me parece estupendo. Muchas gracias y un fuerte abrazo
Freia, efectivamente, jaja, se trata de la casa del carámbano ajusticiado... ¡Qué memoria la tuya! Un besote
Fra Miquel, buena lectura también. De lo contrario ya sabemos lo que pasa: que se toman medidas demasiado extremas cuando la situación ya no puede asumir siquiera unos pocos retoques aquí y allá... Un abrazo
Nano, a mí también me la dio. Con lo bonita y silvestre que lucía... Una vez afeitaron todo el lateral, pude ver sin embargo que estaba llena de grietas enormes. Imagino que las raíces han ido haciendo su trabajo con el tiempo... Un abrazo
Con lo que me gustan a mí las cosas y las casas un poco cansadas, esas que rezuman tiempo y lentitud, pero sin pena. Manía tiene la gente en reformarlo todo...
ResponderEliminarUn abrazo tipo enredadera, Gemma.
Con las limpiezas hay que tener mucho cuidado, se empieza por las herbáceas y se acaba con las étnicas.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Abrazos enramados.
Josep, jaja. Cuánta razón. Comparto contigo el gusto por las casas viejas... Tienen otro empaque. Un petó
ResponderEliminarLola, tu entrada en la Nave bien lo refleja... Muy acertada tu reflexión. Más besos en rama