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-Para no naufragar jamás debería bastar el recuerdo emborronado de un atardecer como este -pronunció en voz alta el grumete, ignorante de que con él había alguien que lo escuchaba.
-Qué lejos estás, muchacho, de saber que contra las tormentas nada basta -oyó responderse el capitán. Y aún titubeó antes de añadir-: Como nada puede contra el cielo toda tu ansia condensada.
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* Los diferentes cuadros son de Gerhard Richter.
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Quedan genial los cuadros con el texto. Buena elección.
ResponderEliminarCara y cruz de la naturaleza, bonancible unas veces, amenazante otras, y siempre poderosa. Grumete y capitán como maestro y discípulo de la vida. Bellas imágenes, certero diálogo. Un abrazo bajo un cielo terso y pacífico (al menos en apariencia).
ResponderEliminarVivir el presente o vivir desde la experiencia. Supongo que, como en las fotografías intercambiables con que lo ilustras, hay que combinar ambas posturas para vivir bien. Pero vete a saber.
ResponderEliminarFilosóficas estamos... Abrazos desorientados.
Muchas gracias, Lucas. Lo celebro. Sé bienvenido
ResponderEliminarAntonio, en el anhelo del título estaría la semilla de todo cambio posible, de toda alteración asimismo. Besos y gracias por tus palabras
Susana, el instante retratado muestra siempre una doblez, una o dos elecciones posibles, una actitud ante la vida y, por consiguiente, una inestabilidad; todo ello -claro- como resultado natural de nuestro existir. (Un sinvivir, jaja). Besos!
PS: No son fotos, sino cuadros, pero ¿verdad que lo parecen? Es un pintor que no conocía y que me encanta.
Un excelente retrato de la esperanza enfrentada a la experiencia, Gemma.
ResponderEliminarUn microrrelato agudo, punzante y -me parece- algo crítico, como cerrándole la puerta al optimismo.
Muy buen trabajo.
Un abrazo,
Los recuerdos son un arma de doble filo, no impiden naufragar, sobre todo en una gran tormenta, pero pueden servir para que nos ahoguemos o nos salvemos, y eso ya no depende del cielo, sino de cómo la hayamos capitaneado, creo. Un abrazo
ResponderEliminarPedro, "como cerrándole la puerta al optimismo", tal vez sea así, no lo sé, aunque yo quería expresar también la idea de que sus palabras le abrieran los ojos a la realidad. Fíjate que el hombre mayor no solo habla para sí como lo hace el joven, sino que sobre todo titubea, mientras que el grumete no duda en absoluto, como si tuvieran los papeles cambiados... Gracias por tu comentario, y un abrazo
ResponderEliminarMaría querida, muy ciertas tus palabras. No depende del cielo en absoluto, pero a veces tampoco de nuestra voluntad, y de ahí que el viejo quisiera advertirle, supongo. Besos!
A veces los recuerdos son capaces de hundirnos más. Pero es cierto que en la 'nada' puede estar la esencia, sólo hace falta encontrarla.
ResponderEliminarSaludos
Qué maravilla de imágenes. Cuando he llegado al texto tenía miedo. Menos mal que no está todo perdido, como bien dices.
ResponderEliminarMuchos besos!
Ada, la nada vendría a ser una metonimia del fracaso, el ingrediente más natural de la vida, aunque no siempre estemos dispuestos a reconocerlo. Por él y gracias a él luchamos con la rabia con que lo hacemos. Gracias por tu comentario y abrazos
ResponderEliminarLarilla, no hay que contar con nada; si acaso con la lucha y la esperanza de esa lucha; ella sí es capaz de trastocarlo todo. Muchos besos de vuelta!