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"El verdadero equilibrio consiste en lograr mantenerse en el espacio-tiempo sin que te tiemblen las orejas ni por asomo...", le había dicho el elefante a la mosca poco antes de que esta decidiera, en señal de aprobación, zumbarle en los oídos.
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* La foto es de Luis Matilla, y procede de su blog La realidad inventada. La pieza de arte se llama "Elephant Würsa", y es de Daniel Firman.
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Y el elefante se desequilibró, el zumbido de mosca es lo que tiene.
ResponderEliminarJa, la mosquita quiso demostrar la teoría.
ResponderEliminarBesos, Gemma.
Veremos qué sucede con el elefante y la mosca...
ResponderEliminarVeremos qué sucede luego con el elefante y con la mosca. Y si sigue esa amistad.
ResponderEliminarDesde luego esta no era ninguna "mosquita muerta" bien reflejado el poder que un pequeño puede tener ante un grande. Abrazos.
ResponderEliminarBuena lección.
ResponderEliminarMe gustó.
Besos desequilibrados.
Hay veces que el verdadero equilibrio es mantenerse en el tiempo sin salir del espacio, y acercarte a un espacio donde el tiempo no importe que corra o se pare un rato. Ando buscándolo!!
ResponderEliminarMe encanta la construcción'zumbarle en los oídos', ese sonido 'r-l' es magnífico.
Me desequilibraste con este relato. Muy bueno.
Saludos
John Wayne se pasó toda la vida interpretando mal esas dos sencillas líneas de texto.
ResponderEliminarClint Eastwood, después de fracasar repetidamente como actor, ha conseguido trasmitirlas muy bien en alguna de sus películas como director.
Así es la vida, es hermosura tan sencilla, "lograr mantenerse en el espacio-tiempo sin que te tiemblen las orejas ni por asomo", en la práctica se vuelve tan tan difícil.
Luisa, efectivamente. No lo pudo evitar, la pobre. Hay animales que son latosos bajo cualquier circunstancia...
ResponderEliminarUn saludo
Torcuato, y -seguramente- se espachurró con él...
Un abrazo
I.M. /Esteban Dublín, veo, Daniel Ávila, que te desdoblas más que nadie... :-) No sé yo si la mosca estará para entonces por la labor...
Un abrazo
Maite, jaja. Habría sido un buen título, desde luego que sí, mucho más ambiguo que este mío. Un abrazo
Lola, yo también me veo más cerca de la torpeza del elefante que de la audacia de la mosquita, lo que son las cosas. Coincidimos pues. Un beso
Ada, ¿también tú te desequilibraste? Me están entrando ganas de plantear la siguiente encuesta: ¿Mosca o elefante? :-P
Besos
Nano, no me había percatado de que a John Wayne le temblasen las orejas; a ver si la próxima vez me fijo mejor... Un besote
Gemma, el levísimo sentido del equilibrio se pone a prueba con el estrépito.
ResponderEliminarLa masa (elefante) es imperturbable al aleteo (mosca). La tensión literaria tiene la misma imagen.
Un abrazo amistosamente equilibrado.
Sergio Astorga
La diferencia de tamaño entre dos dos personajes de esta microfábula es notable, y, sin embargo, da la sensación de que el más pequeño desestabiliza en el espacio-tiempo al grande. Un abrazo espacio temporal.
ResponderEliminarNunca imaginarás hasta qué punto me ha hecho pensar tu historia de hoy.
ResponderEliminarPor el título, por el aquilibrio, por la mosca...
En cuanto a tu encuesta, yo siempre estoy intentando mantener, tú sabes, algún equilibrio. Procuro que no me tiemble ni la voz (pero me tiembla un poco el párpado, en fin, nada que no pueda sufrirse ni disimularse). No puedo con los zumbidos. Contra las moscas, estoy por la sí violencia, siempre estropeando las tardes de verano y molestando y curioseándolo todo y polinizando gérmenes, hombre, por Dios. Y en señal de aprobación. Muy propio.
Qué genial. Así, en corto.
Kisses, sister.
Sergio, me encanta la nueva ecuación que te has sacado de la manga; eso de que la tensión literaria sea igual a la relación que establecen la masa del elefante (la carnaza del argumento, me imagino) y el aleteo de la mosca (el estilo empleado para que se cumpla). Estás hecho todo un teórico de la literatura. :-)
ResponderEliminarBesos
Manu, toda la razón. A veces lo pequeño (al final vamos a poder sacar de esa microfábula una poética y todo) puede llegar a desestabilizar lo más grande y contundente (léase una novela-río, o un tostón indigesto, por no entrar en disputas). Muy bien visto, sí. Otro abrazo fuerte en equilibrio para ti
Olga, jaja. Pues ya somos dos. Qué recuerdos esos de los veranos de infancia espantando moscas con el matamoscas... Uno acababa desarrollando incluso una técnica. (Yo, de hecho, competía con mi abuelo a ver quién de los dos mataba más en menos tiempo...) Éramos un tanto salvajes, lo reconozco... Besos