Aquel niño me
miraba con un extraño gesto de reconocimiento en los ojos, como si supiera
desde siempre que yo era él sin asomo de duda y que, por tanto, él había sido
yo alguna vez, durante un tiempo lejano, hasta hoy, en que seguía siéndolo más
que nunca. ¿Podía este señor que yo era ser a un tiempo él mismo aquí y ahora,
allí y entonces ser él yo a un tiempo? Que él y yo fuéramos
el mismo no me atreví a dudarlo. Como tampoco que él mismo y yo fuéramos él,
compartiendo —como hacíamos— un corazón atribulado. Aun así,
y puesto que no quería empeorar las cosas, decidí ocultar que él, yo mismo y el
otro no pudiéramos seguir siendo uno por más tiempo. Me sentía tan mal que tuve
que sentarme. Ya saben, para no sentirme.
...
Pero dijiste "me siento mal". Y entonces te sentaste mejor.
ResponderEliminarBrava, meine Dame!
ResponderEliminarGemma, sin lugar a dudas el comentario es para ti, no es para él, porque si fuera así, me costaría saber si su identidad es la misma de cuando estaba de pie, porque se sentía mal, se sentó ¿no es así?
ResponderEliminarLo que te quiero decir es que es el mismo yo de tu, bueno que tu texto eres el tu buscando el tiempo que se queda en ti para pasar a él.
Me gusta que el sentido que le das al tiempo me inquiete en mi propio tiempo, aunque no es el mismo tiempo.
Es mejor un abrazo a tiempo.
Sergio Astorga
Me encantó este texto. Excelente manejo de la palabra.
ResponderEliminarPrecioso, Gemma. Una variación admirable sobre el tema del doble, hacia el cual soy particularmente sensible. Abrazos
ResponderEliminarTodos los yo en mí... ( a todos nos gusta el texto, hacia el cual, también somos particularmente sensibles... )
ResponderEliminarBesos,Gemma. Feliz Año!
María Jesús, jaja. Menos mal que le echas una mano al pobre. Seguro que te lo agradecerá. Un beso
ResponderEliminarDama Freia, celebro que le guste. Este año me he propuesto cierta disciplina en mi quehacer microrrelatil; a ver si cumplo con mis buenos propósitos... Küsses, meine Leibgräfin
Sergio, en efecto, se sentó el señor aquel, pero no el otro, ni el uno, aunque el niño parecía haberse sentado también...; bien está que con tanta concurrencia como hay seamos precisos al hablar... Abrazos nunca a destiempo
Antonio, gracias y sé bienvenido. Celebro que te haya gustado.
Un abrazo
Javier, pedazo de relato, chico. Me ha encantado. Veo, sí, que en esta ocasión coincidimos en el tema de fondo. Un fuerte abrazo
Fabiana, mil gracias. Lo mismo os deseo a ti y a tu familia. Más abrazos
Excelente manejo también de todo lo que hay Dentro de la palabra.
ResponderEliminarCuando te leo así, querría jugar una tarde entera a los acertijos contigo (para perder yo siempre).
Un beso enorme, G.
el pasado siempre vuelve a mirarnos
ResponderEliminarMe pareció precioso, querida Gemma y con soberbio final.
ResponderEliminarUn beso.
Es que ser se da, mal dado, por sentado; cuando es una operación vertiginosa que hay que tratar con mucha atención y cuidado, porque el mismo se convierte en él mismo a poco que estés de pie y al aire, sintiendo, y no cuando estás sentado en ti mismo. ¿Ves? Ya nos ha crecido un cuarto.
ResponderEliminarLara querida, mil gracias.
ResponderEliminarJG, es cierto. Por lo demás, tengo la sospecha de que sólo con los años somos capaces de reconocernos de nuevo en su desnudez. Un abrazo y bienvenido
Izaskun, qué bueno que te guste.
Un abrazo gordo
Nano, ¡bingo! Recuerde que puede Vd. pasar por caja hasta media hora antes del cierre de nuestras instalaciones. Muchos besos
El tiempo y todas sus dimensiones. Rompes presente, pasado y futuro en una composición que destila melancolía.
ResponderEliminarAbrazos.
También, como Javier, soy particularmente sensible al tema del doble. Es inagotable y siempre inquietante.
ResponderEliminarEn fin, siéntete bien, porque también es muy difícil tocarlo con esa eficacia.
Kisses.
Agus, el reconocimiento o la anagnórisis como una forma definitiva de generar melancolía, sí. Un abrazo
ResponderEliminarOlga, ¿dónde termina un desdoblamiento?, ¿puede éste seguir desdoblándose una y otra vez, hasta perderse en una derivación infinita?... Menos mal que tenemos los años contados, que si no... Más besos
Aye me desdoblé en cuatro. Insistieron, insistimos los cuatro, en cenar juntos. No me presenté (no te imaginas, Gemma, lo pelmazos que pueden llegar a ser).
ResponderEliminarUn abrazo papirofléxico.
Josep, jaja. Acabas de improvisar un micro con mucha miga...
ResponderEliminarAbrazos con papiros y flexos