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Un océano de rastrojos y retama sin fondo, pensó, con caña y paja de un solo color, de crecimiento salvaje. Mires adonde mires, siempre lo mismo: retahílas esparcidas de arbusto en movimiento y maleza viva; o hierba mala, que también la hay. Y el consabido cricrí amenizando la tempestad.
Un océano de rastrojos y retama sin fondo, pensó, con caña y paja de un solo color, de crecimiento salvaje. Mires adonde mires, siempre lo mismo: retahílas esparcidas de arbusto en movimiento y maleza viva; o hierba mala, que también la hay. Y el consabido cricrí amenizando la tempestad.
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¿La tempestad de la monotonía o la soledad o la vida no vivida?
ResponderEliminarSeguramente no he captado lo que querías decir (casi nunca lo capto) pero he tenido la sensación de que en tu texto nada tenía ya remedio...
Una sensación extraña, inquietante y, también y por contra, portadora de la serenidad que da lo imposible.
Un beso muy, muy fuerte meine liebste Zaubererin.
A mí suelen gustarme más los mares de rastrojos que los jardines, sister. Quizá porque en mi zona son los únicos mares que existen. La maleza viva, el arbusto en movimiento... al menos su crecimiento tiene algo salvaje. Todo lo que ha perdido el pobre jardín, que es como una Miss operada a diario para nuestro placer. Algo que tiene su parte obscena, diría yo;-)
ResponderEliminarKisses.
leerte es estar ahí (ahí)
ResponderEliminarbesos
"retahílas de arbustos y maleza viva"
ResponderEliminarEl mar de los grillos suena bien.
BEso.
Freia, la imagen (del texto y de la foto) buscaba transmitir esa sensación de calma aparente que ofrece todo paisaje (al menos, para la gente que vive en las ciudades); aunque la verdad sea muy otra, y en medio de ese paisaje sereno y calmo, se desate la más terrible de las tempestades: la vida.
ResponderEliminar;-P
(¿Que no captas, dices? Será más bien que el textín necesita dos o tres retoques aún... Aunque ya te digo ahora que captaste perfectamente la sensación de impotencia, fatalidad e inquietud que pretendía plasmar... ) Un beso
Olga, coincido contigo. De jovencita, me gustaban mucho los paisajes románticos, tan silvestres ellos, pero ahora que ya soy mayor (;-P) prefiero cada vez más lo seco y desnudo. Por ejemplo, el Cabo de Gata en Almería, José Ángel Valente fue uno de sus mayores valedores, tan semejante, a ratos, a los Monegros... Besos, guapa
Lara, gracias (muchas). ;-p
Y un beso
Izaskun, su oleaje es profundo y desatado, como en todas las grandes tempestades. Otro beso
Los metros de las 7 de la mañana van así, llenos de "maleza viva". La belleza de lo despreciado, o lo ni siquiera mirado.
ResponderEliminarNaturaleza y sociedad, de nuevo en esta historia botánica de la humanidad.
Totalmente de acuerdo en lo de Valente, en estos paisajes que se van apreciando con los años. Aunque para mí fueron los paisajes de la infancia: en cuanto se salía del grupo de chalets arbolados, el desierto pedregoso y las barrancas. En ese paisaje crecí los veranos (que es cuando se crece). Las otras tres estaciones tenía el mar, para compensar.
Belleza pura y salvaje, empeñándose en seguir ahí.Con mala hierba incluida, je, je.Besos Gema.
ResponderEliminarGemma, estas estampas; instantáneas; improntas; contemplaciones: tienen el encanto de la agudeza sin enturbiar la línea del horizonte.
ResponderEliminarEl grillo es el contrapunto.
El paisaje no solo es figuración (termino dibujistico) es evocación.
Abrazos apaisados.
Sergio Astorga
Nano, jaja, más que un bestiario, esto se está convirtiendo poco a poco en un herbolario (o herbario, según prefiere el DRAE...) :-P
ResponderEliminarMe encanta compartir gustos contigo.
Marisa, la mala hierba es el contrapunto, sí. No hay belleza sin lacra, desde luego. Un abrazo
Sergio, le cambié el título porque con el anterior ("El canto del grillo") recordaba demasiado a una pieza oriental, o mejor dicho, a una parodia de una pieza oriental.
(En efecto, el paisaje es también, y sobre todo, evocación). Un beso