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Trazos a derecha e izquierda, arriba, en lo alto, también en lo bajo. Rectas y más rectas. Pesos y contrapesos. Tiralíneas, escuadras, ganchos y perchas. Y sólo más arriba aún: el silencio y el azul intenso del cielo puesto en órbita, y la placidez escasa. De pronto, la llegada de un ave de cobalto ha querido surcar el viento, desorbitando bellos gorjeos cuajados. El balance no ha sido menos diáfano: ha roto el cielo en mil pedazos.
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Mega.
ResponderEliminarMe gustó el micro.
Ojalá el cobalto no inunde el corazón del hombre.... ni sus sueños.
Saludos afectuosos.
Precioso. Tristes pedacitos de cielo.
ResponderEliminarUn beso
Pero esa arquitectura metàlica de años que parecen siglos la mantienen destartaladamente en pie.
ResponderEliminarMe acostumbré a ver la herrumbre en ella, la verticalidad luchando con la horizontalidad. En una puesta en ôrbita desorbitadamente "ingôtica".
Un beso, querida Mega.
No te quejes: es un parque, pero gruásico... Besos.
ResponderEliminarPrecioso y poético micro entre tanto hierro.Abrazo metálico.
ResponderEliminarEsos pináculos requieren mucha matemática y mucha grúa. A mí me gustan, pero qué bien has marcado el contraste. La durísima y artificial conquista del cielo por medio del tiralíneas y el "parque gruásico" (que tan bien bautiza Antonio)donde un ave de cobalto puede romper el cielo, mientras que a un pájaro de verdad no le cuesta nada acariciarlo.
ResponderEliminarUn beso, Mega.
Precioso, mega. Pura prosa poética. Un abrazo muy fuerte (y no fragmentado).
ResponderEliminarMega, acostumbro, no llega a ser método, leer tu micro junto con la imágen y después cuando te comento, releo sin imágen.
ResponderEliminarEste micro, es espacial, diría estructural.
Y tiene un final sonoro que nos remite de nuevo a los trazos iniciales.
Me ha interesado vívamente.
Un abrazo constructivo.
Sergio Astorga
Siempre que voy a Barcelona me encuentro la Sagrada Familia en permanennte obra, y si voy a Córdoba tienen en obras la muralla, aquí en Madrid todo son grúas surcando los cielos... En París los andamios no me dejaron disfrutar de Notre dame y hace muy poco León también rodeada de grúas y parapentes:)Sólo los pájaros de verdad con su vuelo y su trino nos salvan de un mundo de metal.Besos preciosa
ResponderEliminarCómo se comprime la cnstrucción en la foto. Se "arrejunta", como cuando son muchos los fotografiados y el fotógrafo dice "juntaros".
ResponderEliminarY el micro, pues lo mismo, aunque empieza futurista y acaba renegando del pasado futuro y rompiéndolo en mil pedazos.Entre tú y yo: se lo merece.
Tenía clarísimo, Mega, que te referías al AVE subterránea que surcará las entrañas de esa arquitectura. Muy bonito, aunque no sea así... Un beso
ResponderEliminarFabiana, gracias. Comparto contigo tus buenos deseos. Habrá que cruzar los dedos... Saludos cordiales
ResponderEliminarIzaskun, otro gracias y un abrazo.
Eva, la Zarzamora, hace tiempo que las grúas forman parte de su paisaje. Aunque lo peor no son ellas, sino los golpes y martillazos gruásicos que conllevan... Beso
Antonio, gruásico-gruásico-gruásico. ¿No te suena a ti como a croar de ranas? ;-P Abrazos
Bambú, a veces el tono poético en algunos micros cortos resulta el más apropiado. Besos
Olga, a veces la presencia gruásica se manifiesta tan excesiva que hasta dan ganas de que estalle, de una vez, todo el tinglado por los aires..., por aquello de recuperar la paz y cierto sosiego... Besos
Isabel, muchas gracias. Me das una alegría con tu aprobación. Un abrazo completo
Yo he oído que en la Sagrada Familia no hay ni una sola línea recta. Bueno, después de oírlo no he vuelto a ir a Barcelona, así que no he podido comprobarlo "in situ". Quien me lo dijo me comentó también que Gaudí rechazaba las líneas rectas y quería que en sus obras sólo hubiese curvas. Parece que esta aversión del arquitecto a las rectas tenía algo de profético, pues murió atropellado sobre las vías de un tranvía (o sea, sobre dos líneas rectas paralelas). Bueno, no sé si todo esto es verdad (lo del rechazo a las rectas, porque lo de la muerte de Gaudí sí me consta que es cierto), pero en todo caso tiene su regusto literario.
ResponderEliminarHace diez años que pisé Barcelona por primera vez e, inevitablemente, en esa ruta turística visité la Sagrada Familia. he vuelto muchas veces desde entonces pero nunca más he visitado la Sagrada Familia. El cielo de Barcelona es muy muy curioso..un saludo Mega
ResponderEliminarEntonces Mega, es Gruasic Parck..je,je. (Sonrîo). Y Sagrada Grua, Familia, quise escribir. (Sonrîo).
ResponderEliminarUn beso, cielo.
Sergio, jaja. Menos mal que aquí estás tú para ver lo que yo no alcanzo. Abrazos con trazos y pedazos. ;-P
ResponderEliminarMarisa, desde luego. Ellos campan a primeras horas de la mañana, cuando el tráfico todavía no se ha desatado. Luego, qué pena, se esfuman, o tal vez sean expulsados de los aires... Besos
Nano, gracias. Me encanta ese tono de conversación que siempre regalas en tus comentarios. Beso
Benet, jaja. El título es lo último que escribí. Y te juro que no caí hasta entonces. ;-) Ya sólo nos falta que surquen el subsuelo... Un petó
Saiz, si el pobre Gaudí levantara cabeza... Colgado de la grúa mayor iba a estar... Un abrazo
Bohemia, a mí el cielo de Barcelona me resulta muy claro, sobre todo en comparación con los de Madrid o Berlín, más consistentes. Habría que estudiar en qué medida influyen los cielos en las gentes que cobijan... Besos
Eva, que no se entere nadie, que se nos llena esto de gente (más si cabe)... Un abrazo
Cada vez más aves de cobalto surcan los cielos y la placidez es ciertamente un bien muy escaso.
ResponderEliminarA mí la Sagrada Familia siempre me ha recordado a aquellos churrillos que hacíamos en la playa con la arena mojada.
Araceli, si te oyera Gaudí iba a estar de acuerdo contigo seguro... ¡Qué remedio! ;-P Besos
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