jueves, 21 de mayo de 2009

Para conservar su amistad

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La Muerte se había enamorado hasta los tuétanos del porte y la buena planta de Juan Sin Miedo, por entonces un muchacho con las hechuras de un labriego fortachón que andaba recorriendo los caminos. Muy pronto, la pareja tuvo que protegerse de las miradas recelosas que les dedicaba  La Suegra, quien acostumbraba a correrlos a bastonazos cada vez que los descubría, y ello pese al cuidado que ponían en cambiar de escondrijo a cada nueva cita. Ni Drácula, ni Pierrot ni el Caballero de la Triste Figura dijeron nunca nada. Sólo La Suegra porfiaba en su rechazo de mirar con buenos ojos un amor tan fuera de lo común. Para conservar su amistad, no han tenido más remedio que fingirse hieráticos ante el comportamiento obstinado de la mujer; como si fueran muñecos articulados.
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12 comentarios:

  1. La eterna condena por ser diferentes, y sin embargo,tan valioso.En ésto hay poco cambios..,mantengamos pues las formas,..o no?.

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  2. La muerte, Juan Sin Miedo y la Suegra. También yo me transmuta en muñeco para evitar furias. Muy bonito.
    Con un principio que me parece excepcional (de bueno)
    Besos

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  3. ¡Ay qué gusto poder volver a leer una historia tuya, meine liebste Zaubererin!

    Fingir para poder amar... El ser humano lo utiliza casi tanto como fingir que ama. Aun a riesgo de terminar como los muñecos: colgado en el vacío.
    Estoy de acuerdo con siempreconhistorias. Cada vez escribe Vd. mejor querida.

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  4. Le pasa como a Carlos Gardel, querida Freia, claro que tiene la ventaja de escribir mejor pero sin morirse, dicho sea en su demérito, porque la vida permite la práctica y el trabajo.

    Y tú, Mega, tienes toda la razón, ¿de quién se iba a enamorar la Muerte sino de quien no tiene miedo?

    ¿Y cómo no caer en la trampa más facilonga del amor y quedar hecho un muñeco articulado?

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  5. Ay, qué mirada sobre los muñecos hieráticos, que posiblemente fingen no estar vivos(como aquellas maniquíes chismosas;-)o no amar, precisamente para protejer lo que sienten. En el disimulo se esconden muchos amores, "Si el hombre pudiera nombrar lo que ama", decía Cernuda...
    Me ha encantado. Y me ha gustado mucho también la frase de Freia "Fingir para poder amar... El ser humano lo utiliza casi tanto como fingir que ama".
    Muy bueno.
    Besos y buen finde, Mega-Gema.

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  6. Me gusta mucho este micro de amores que se refugian en el estatismo. Bella forma de escapar de la mirada, que suele reparar en lo que se mueve más que en lo que permanece quieto. La Suegra como trasunto de la intransigencia. Se me ocurren tantos personajes e instituciones para este papel... Un beso.

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  7. Mega, por lo que planteas existe un principio de conservación del amor que es directamente proporcional a la intensidad e inversamente al cuadrado de la oposición que provoca.
    La paradoja es, el amor se hieratiza.
    Finjamos que no lo sabemos.
    Un abrazo sin miedo y sin suegra.
    Sergio Astorga

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  8. Sigma, jaja. Yo apuesto por mantenerlas, al menos un ratito... Todo sea para que, así, puedan salvarse ellos. Un beso

    Izaskun, un día, tiempo atrás, me preguntaste acerca del papel que jugaban las fotos en los micros. Yo te dije que dependía de la historia y de las fotos, que no siempre existía una relación evidente o intencionada. En éste, sin embargo, sí existe, sobre todo con respecto a la primera foto, donde aparecen -como seguro que ya averiguaste- los tres personajes de la historia. Besazo

    Freia querida, el gusto es mío (y de más gente). ;-P Como siempre, un placer tu visita. Tiene razón Olga: esa frase de oro bien merecería que la desarrollases en una entrada propia. Con su música correspondiente, faltaría más. ;-P
    Más besos

    Nano, anda, anda que tanto jabón no puede ser bueno (al final, tendréis que cazarme con lazo de las nubes)... ;-P
    Menuda pregunta... (siempre hay un peaje, supongo). Un abrazo para ti

    Olguísima, jaja, ¿todavía te acuerdas de ellas? ¡Qué memoria tienes!, jaja. Estoy de acuerdo contigo: el disimulo esconde siempre una verdad. Buen fin de semana para ti también, y un beso

    Antonio, lo viste -como siempre- muy bien. Me gusta fijarme en lo quieto; porque aunque sea muy cierto lo que dices, a veces lo estático es sólo aparente o provisional, como bien sabes. Y ni siquiera entonces se elude el cambio o la peripecia. Beso gordo

    Sergio, siempre existen determinados peajes, ¿no te parece a ti? ¡En fin! Si alguien sabe cómo sortearlos, que me avise. ;-)
    Besos

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  9. Y esa Suegra quien sera? Porque contigo y los malabares algo te traes entre manos tras tal apelativo.
    La Parca y Juan Sin miedo aliados contra la bella doncella, para dar al traste con un bello Romance como el del Enamorado y la Muerte?
    De ti me lo espero todo ya, Mega (sonrio)
    Un beso.

    Eva

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  10. Eva, me alegra comprobar que no te has ido del todo. La Suegra es esa señora que aparece en la foto a la derecha del todo, con cara de pocos amigos... Vamos, un simple arquetipo. (A quien no he sabido ver es a la Bella Doncella. ;-P)
    Besos

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  11. Estupendo relato,tan de cuento y a la vez tan común, muy fuerte lo de los muñecos firmes y colgados,parece que para salvar su amor...aunque,¿porqué no se transforma la suegra para salvarlos a ellos?.Abrazo.

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  12. Bien pensado, Bambú. La próxima vez que aparezca, la transformaré en Hada Madrina (porque si la convierto en Bella Doncella la liamos seguro)...
    Besos y abrazos

    PS: Vladimir Propp, en su obra "La morfología del cuento", comentaba que en todo relato de hadas aparecen siempre una serie de roles fundamentales. De acuerdo con ello, en el presente micro, el conflicto u obstáculo que sortear estaría representado por La Suegra, que cumpliría a las mil maravillas con dicha función (según el arquetipo que representa, se entiende).

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"