jueves, 12 de marzo de 2009

Mascarada

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Iba a empezar a afeitarse cuando, de repente, le ha dado un mareo. A punto ha estado de golpearse la cabeza contra el espejo, pero se ha incorporado a tiempo -siempre tuvo buenos reflejos-, aunque ahora sospecha que ese señor con cara de muerto se parece demasiado a él. 
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Si por azar alguien se detuviera frente a su máscara y observara con ojos de forense el estado de ese hombre, llegaría a la conclusión feliz, valga la paradoja, de que no fue feliz en absoluto, valga la redundancia. Es más: podría sospechar con fundamento, a salvo de que la Susodicha protestara incluso con una mueca de espanto, que él solo fue el responsable único de sus desaciertos. Fíjense bien, si no. ¿Podría decirme alguien a qué viene esa caída de ojos, ese mirar vago, de náufrago perdido? Y esa rigidez, ¿acaso no define la actitud propia de un hombre desdeñoso, altivo incluso? La expresión misma de su cara, ¿no creen ustedes que está gritándole al mundo su desacuerdo, su profundo fastidio por tener que decir, de repetir sin ninguna gana, que llevaba muerto la vida entera? Obsérvenle, vamos, no sean tímidos.
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Sean honestos y convendrán conmigo en que ya estaba acabado desde hacía meses, acaso desde hacía más tiempo: probablemente, desde antes del nacimiento de sus hijos, o quizá mucho antes de obtener aquel empleo, o por qué no decirlo de una vez, desde el mismo principio, de cuando no había modo humano de saber -o intuir siquiera- que terminaría muerto frente a un espejo cuyo reflejo discrepa incluso de su máscara mortuoria.
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9 comentarios:

  1. Un relato precioso, Mega. Hay mucha gente muerta que vive porque quizá no tenga otra cosa que hacer. Que está, porque su cobardía no le deja irse. Que ni sufre ni padece, que apenas siente sino su vacuidad y su propio cuerpo. Que le da igual...

    La ilusión también hay que buscarla.

    Salud y República

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  2. Fabuloso, Mega. Me encanta. Procuraré no mirarme al espejo durante unos días por si acaso. Maravilloso, de verdad.
    Un abrazo.

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  3. Me gustô, Mega. Hay gente para quien la vida es algo que nunca acaba por terminarse sin darse la posibilidad de haberla ni tan siquiera vivido.
    Un abrazo.

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  4. Hola Mega, esa apatía y desgana siempre deja huellas en nuestros rostros creo que a algunos nos ha pasado en algún momento de nuestra vida, no reconocernos en la imagen del espejo,¿será el aviso para un cambio necesario?.
    Recuerdo esos almacenes con el trigo en el vestíbulo, preciosa foto.
    Abrazo.

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  5. Mega, a veces las confrontaciones llegan a temprana hora, otras al final y la mayoría pasan medrosamente de largo.
    Nuestras máscaras son múltiples y algunas realmente bellas aunque falsas. La sentencia: la belleza es epidermis puede ser cierta.
    Un abrazo sin espejo.
    Sergio Astorga

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  6. Lo que más me gusta de este relato es la implicación que buscas en el lector. He tenido que hacer un esfuerzo para imaginar la cara de este pobre hombre. Me ha recordado a una señora sesentona que conocí hace años. Acababa de ser abandonada por su marido (se había ido con la amiga, ya ves qué original) y cuando se refería a él lo llamaba "El muerto-vivo". Besos desde este lado del espejo, espero que con mejor cara.

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  7. Los espejos están ahí para recordarnos que el tiempo existe, que pasa por encima de nosotros y sólo deja el despojo de lo que fuimos. Envueltos en esa carcasa que ya no nos representa (eso creemos) hay que seguir. Y sabiendo además,que cualquier cambio sólo irá a peor.
    Me ha gustado el relato.

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  8. El relato glosa estupendamente una frase popular: cada uno nace con la cara que le da dios y muere con la que se merece.

    Y tantas aceptaciones de lo inaceptable, como sugiere tu relato de su personaje, dejan una huella de falta de "viveza". Yo creo que está en la mirada: tengo amigos realmente viejos que miran como niños. Uno de ellos, precisamente un niño de la guerra, que estuvo próximo al cerco de estalingrado fabricando aviones para el Ejército Rojo.

    Para bien o para mal, no ha abdicado de ninguna de sus ilusiones. Con sus 92 años, la espalda recta y la gorrilla pasea y habla. El otro día me echó una bronca porque había estado yo en su restaurante, que lleva su nieta, y esta le dijo que me había bebido una botella de vodka yo solo. "¡Pero hombre, me dijo. No puedes hacer eso. Eso solo lo puede hacer gente con experiencia para beber, como yo!"

    ¿Por qué cuento todo esto? Para quitarme, y quitaos si queréis, la sensación de angustia que nos deja el preciso y exacto relato de Mega. Porque si la ilusión de una persona es tener una buena paraje, un buen trabajo y unos buenos hijos. Si nada de lo que desea está relacionado con sus compañeros, la Humanidad. ¿Cómo no morirse en vida?

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  9. Rafa, sin duda. Y saber reconocerla cuando existe, y valorarla en cuanto vale. Un fuerte abrazo

    Izaskun, jaja, no creo que vaya a pasarte nada, la verdad. El micro surgió para expresar cómo, a veces, la conciencia puede declararnos "indeseables" de golpe y porrazo, una mañana cualquiera. Al personaje, sin embargo, lo declararía "indeseable" su propio reflejo, quien manifiesta su desagrado porque no puede dejar de reflejar esa máscara de muerto. Otro abrazo

    Eva, no saber desear puede ser una tragedia, desde luego. El deseo (en general, el amor por la vida) hay que ganárselo y merecerlo; también lo creo yo. Abrazos

    Bambú, exactamente. Cuando el espejo nos devuelve una imagen extraña de nosotros mismos, tal vez sea porque hayamos dejado de ser quienes éramos o queríamos ser, renunciando al futuro. Un beso

    Sergio, qué gran dificultad mantener siempre la belleza (léase el interés, el atractivo, pero también la honradez, la dignidad). Para eso hay que saber desarrollar (y alimentar) un talento especial. Besos

    Antonio, y qué difícil es poder ver (y saber reconocer) en todo momento las diferentes máscaras del pasado que nos definen. La elección de la amnesia y del olvido puede ser una tentación peligrosa, por suicida, al borrar nuestra historia de un plumazo; nuestra misma identidad. Beso

    Araceli, tu pseudónimo sí que es difícil ganárselo... Se me antoja un deseo sumamente delicado, creo yo. Llegar a reconocernos en el presente (y en el futuro inmediato) en quienes fuimos resulta crucial. Un abrazo

    Nano, cuánta razón hay en tus palabras. Tu lectura desgrana con justeza la sustancia o meollo del presente micro: sin la mirada del otro, somos tan sólo vanos fantasmas o, en el peor de los casos, burdas máscaras mortuorias. El origen de su infelicidad podría estar ahí mismo, donde señalas. En la falta de expectativas, de ilusiones y de generosidad. Un besazo

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"