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La chiquilla del tercero segunda sigue empeñada en adelgazar más y más, en una especie de obcecación tozuda y suicida. De nada ha servido intentar convencerla de que esos brazos sumamente finos y descarnados, que asoman por debajo de su camiseta de talla infantil, no se parecen, ni de lejos, a los de cualquier modelo esbelta de metro ochenta y pecho firme; ni mucho menos persuadirla de que sus piernas de palillo, de alfeñique escuchimizado en realidad, hace siglos que dejaron de ser las de aquella niña graciosa y hasta un poco regordeta. La obstinación de la chica es tal, que cualquier intento por convencerla o disuadirla ha resultado
La chiquilla del tercero segunda sigue empeñada en adelgazar más y más, en una especie de obcecación tozuda y suicida. De nada ha servido intentar convencerla de que esos brazos sumamente finos y descarnados, que asoman por debajo de su camiseta de talla infantil, no se parecen, ni de lejos, a los de cualquier modelo esbelta de metro ochenta y pecho firme; ni mucho menos persuadirla de que sus piernas de palillo, de alfeñique escuchimizado en realidad, hace siglos que dejaron de ser las de aquella niña graciosa y hasta un poco regordeta. La obstinación de la chica es tal, que cualquier intento por convencerla o disuadirla ha resultado
inútil. Y es que no parecen querer enterarse: por mucho que se engañe o esfuerce, nadie nunca jamás dejará de reírse una y mil veces de sus mofletes sonrosados, de ese culo enorme que tiene, tan requetegordo e hinchado. Jamás nunca nadie. Ni siquiera ella misma. A ver si se enteran de una puñetera vez: "Nadie, nunca más".
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Pues sí, Mega maguísima: Nadie, nunca más. Y así fue, desgraciadamente.
ResponderEliminarSalud y República
Drástica solución, y definitiva, desde luego.Pero no lo entiendo demasiado.Incluso siendo gorda se puede disfrutar de la vida.Me pueden gustar los gordos, y los feos, siempre que sean inteligentes y atractivos, claro!.Un beso.
ResponderEliminarRafa, de víctima ha pasado a convertirse, efectivamente, en enemiga de sí misma. Hasta causar su propia muerte. Un abrazo gordo
ResponderEliminarDoña Sigma, comparto tu opinión. De hecho, pretendía narrar -como sugiere la etiqueta- no un desajuste de peso, sino mental. Otro abrazo bien gordo
Mega: soy una intrusa en tu blog.
ResponderEliminarPero, alucino con cada cosa que
escribes, cada poema que leo...
Soy la auténtica advenediza.
Un saludo cordial
BB
Oh, esa decisión y esa energía empleada en mejores causas... imagínate. Y cuánto daño habrán hecho esas risas para llegar a decir: nunca más. Y decirlo completamente en serio. El desjuste mental es también el de la sociedad, que hace que gente normal llegue a verse como un monstruo.
ResponderEliminarTriste relato, Mega-Gema.
Un abrazo.
Nunca nadie nos verá peor de lo que nos vemos nosotros mismos.A los espejos los carga el diablo.
ResponderEliminarUna esplendida descripción del dolor y sufrimiento de muchas adolescentes y que en algunos casos tienen tragicos finales.
ResponderEliminarUn sufrimiento del que no es ajena esta sociedad consumista y competitiva donde solo triunfan los que estan dentro de unos patrones impuestos por determinadas multinacionales.
Salud, República y Socialismo
Difícil tema, Mega, como tantos de los que abordas. Complicado hacer que los inevitables cometnarios no marquen a la niña. Imposible lograr disuadirla. Y muy bien expresada esa rabia del nadie, nunca más.
ResponderEliminarUn beso
Izaskun
Mega,cuando tu imagen no coicide con tus deseos, el suicidio paulatino aniquila tus sentidos.
ResponderEliminarY pensar que la risa detonó la caída de su autoestima.
Un abrazo redondo.
Sergio Astorga
Hay unos cambios de persona que me tienen atrapado y confuso. Y creo que es lo mejor del texto (lo que cuesta entender es siempre lo mejor).
ResponderEliminarDe la foto del anterior te diré que hiciste muy bien en ponerla: las manías y odios necesitan cultivarse como cualquier planta que se precie.
Uf, Mega, qué terrible realidad la de este relato. Y qué bien lo acompaña la imagen primera, esa cara de mirada perdida en un cuerpo detestado. Besos.
ResponderEliminarEn esta sociedad que impone reglas y pautas de conducta tanto morales como fîsicas,el alienamiento del ser, cuando se es diferente, es inaceptable. Lindo relato, como siempre, Mega.
ResponderEliminarUn beso.
BB, en realidad, no del todo. Me parece que hemos coincidido en casa de Bárbara y Araceli. Y de Nán. BienVenida y gracias
ResponderEliminarOlga, suscribo todo tu comentario de cabo a rabo. Yo también creo que se trata de un desajuste general, como si nuestra sociedad estuviera encantada de soportar corsés cada vez más estrechos. Beso
Araceli, qué buena frase. Sin duda alguna. Y así nos vemos luego... Demasiadas veces la fragilidad de que estamos hechos nos condena al más absoluto autodesprecio. Un abrazo
Antonio, es tal como dices. En un mundo distorsionado (y hasta enajenado) por una publicidad machacona y estrecha, lo raro es que a estas alturas no hayamos sido todos vampirizados de algún modo. Besos
Izaskun, este micro del "nadie, nunca más", ya luego me di cuenta, parece enlazar con aquel otro que escribí con el título de "Encadenamiento" ¡Si hasta terminan casi igual! (A lo mejor se debe a que quieren formar una serie propia...)
Un besazo
Sergio, paradojas -éstas que describes- muy bien hiladas, sí señor. Un abrazo aerostático
Nano, quise desviar el foco del narrador, pasando de iluminar la incomprensión misma de los allegados de la niña, quienes sin embargo han asimilado perfectamente esos mismos paradigmas estereotipados de belleza femenina, a enfocar ese leve clic que termina produciendo su trastorno (una vuelta de tuerca más, al cabo, previsible, sobre todo si contamos con que su juventud la hace más vulnerable frente a todos estos impulsos publicitarios, tan intolerantes en sus ideales de perfección). El hilo que separaría una percepción de otra se me antojó, de pronto, sumamente delgado... (Besos)
Antonio, lo verdaderamente difícil -en medio de una sociedad intransigente como la nuestra- es lograr enderezar vidas torcidas nadando a contracorriente. Nada fácil, supongo. Abrazo orondo
Eva, es justo como describes. Gracias por tus palabras una vez más. Y un beso de vuelta
Realmente tienes que ser muy fuerte por dentro para aceptarte tal como eres en este mundo de moda
ResponderEliminarde anoréxicas, sobre todo si eres una niña.He visto parejas de flacos con gordas y al revés.¿Dónde está la belleza?.Creo que si miras los clichés acaban pisoteados.En el fondo, lo que queremos es que nos quieran y seguro que hay alguien más inteligente que vé más allá de la carne.Abrazo de una "gorda".
Bambú, toda la razón. Contaba Kate Wintsley en una entrevista reciente que incluso las delgadas que un día fueron gordas (como era su caso) no podían dejar de verse a sí mismas como las gordas que habían dejado de ser. Sus palabras me parecieron muy certeras. Si aceptamos la premisa de que nuestro presente engloba a quienes fuimos, además de quienes somos, habremos de concluir que somos las gorditas o delgaduchas que un día fuimos (servidora lo primero). ;-) Besazo gordo gordísimo
ResponderEliminarPS: La Wintsley hablaba de su niñez, por supuesto...
ResponderEliminarSiempre se echa la culpa de los problemas de anorexia a la televisión y la publicidad y a la extrema delgadez de las modelos.
ResponderEliminarPero la mayor parte de la gente se indignaría sí le dijeran que reírse de los mofletes gordos de un compañero o de la torpeza de éste al jugar en el patio durante el recreo, o burlarse e insultar en los vestuarios del gimnasio llamándole gordo y vaca, puede ser tan atroz y provocador como la visión de una maniquí excesivamente delgada. Muchos complejos se gestan en la infancia y la adolescencia y la razón de su existencia suele provenir de la mofa, la risa y el insulto ajenos.
La anorexia la padece la víctima, que acaba provocando su propia destrucción, pero causas hay muchas y casi nadie está libre de responsabilidades.
Un besazo meine liebe Zaubererin...
PD... Y perdón por comentar tan poco, pero sigo sin dar abasto.