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gula.
(Del lat. gula).
1. f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.
2. f. ant. Faringe, esófago.
(Del lat. gula).
1. f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.
2. f. ant. Faringe, esófago.
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Fuente: DRAE (2001)
...Fuente: DRAE (2001)
Lleva poco más de media hora masticando y tragando, y no parece que vaya a dejar de hacerlo. En la mesa yacen esparcidos restos de comida china (fideos crujientes), japonesa (sushi del súper), e italiana (spaghetti ai funghi porcini), junto a algunas sobras de hace tres días de una paella recalentada en dos ocasiones, aunque descongelada de una sola vez, y varias bebidas de difícil combinación: cerveza, zumo de mango y un vaso de leche con Cola-Cao para cuando tenga que acostarse. Obsta decir que de un tiempo a esta parte no come con el apetito de antes, sino con desgana y hasta un poco de asco, como si la situación en sí le repeliera, causándole verdadero malestar. Ahora ha pinchado con el tenedor el corazón de una alcachofa ahogada en azafrán que navegaba a la deriva de la paella, toda ella bañada en aceite. Por extraño que parezca, enseguida se ha identificado con esa verdura fría, de hojas pochas y blancuzcas, la única prueba fehaciente de que ingería un "plato típico español, muy rico, cocinado exclusivamente con frescas hortalizas del campo". Cuando dentro de una hora su corazón sufra un pinchazo, languidecerá hasta el ahogo. Una vecina lo encontrará tumbado en el suelo, con el tenedor asesino junto a él, a escasos metros del cuerpo, en mitad de un charco de azafrán.
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¡Megaaaaaaaaa!¡Socorro! Iba a cenar...
ResponderEliminar¡Pero la gula es tal como la describes y muy bien por cierto...!
Te seguí por tus periplos allende los mares...Que buenos recuerdos habrás ido guardando...
Una abraçada!
¡Qué horror! Duro como la vida misma. Y a mí que me gusta ser un poco guloso.
ResponderEliminarSalud y República
Jo, Mega...un relato así te quita el hambre pero te da ganas de leer más, de saber por qué la vecina tenía la llave de su casa, por ejemplo ¿no sería ella la que le llevaba la comida para acabar con él?
ResponderEliminarYa sabes, Mega, mi debilidad por tus relatos truculentos. Lo leí esta tarde y me cortó el hipo. Lo releo ahora y me deja sin aliento. Pero esto no es más que una muestra de lo que entienden muchos por pasar, ahora que se aproximan las fechas, una feliz navidad.
ResponderEliminarDeliciosamente vomitivo.
Bueno, mega, acabas de cometer un crimen contra la paella... ¡Si aún hubiera muerto este pobre hombre pinchando una salchicha, o un buen pedazo de tocino, se te podría perdonar, pero paella...! En fin, esperemos que no se entere de esto la generalitat valenciana, pues de lo contrario corres el riesgo de ser declarada persona non grata. ¡Ha decapitado a algunos por mucho menos! Pobre hombre. Descanse en paz. Besitos, guapa.
ResponderEliminarNo me extraña.
ResponderEliminar(Es que odio las alcachofas). ;)
(Poniéndome al día. Me encantaron los poemas. El tiempo siempre en contra. Y algunos momentos en algunas ciudades de noches blancas también)
besos
Madre mía, me pongo a régimen pero ya.
ResponderEliminarTe he leído muchas veces y nunca había entrado a comentar, pero esto ha sido el acabose:-)
Me gustan tus relatos.
Un saludo, Mega.
Mega, uno de los encantos de la gula es la posibilidad de trastocar olores y sabores y no saber que el platillo de más humilde puede dejarnos con la boja cerrada.
ResponderEliminarSobre todo las alcachofas que llegar al corazón es un asunto vital
He maststicado tu relato dos veces y me ha dejado muy satisfecho.
Un abrazo de manteles largos.
Sergio Astorga
No sé si la muerte es ocasional o intencionada pero es terrible eso de que tu personaje se compare e identifique con una "verdura fría, de hojas pochas y blancuzcas".
ResponderEliminarEn sencillamente desolador.
Besos
¡Ay, Mega! Pobre hombre este guliento que tan bien nos describes. Acabo de cenar. Abro tu blog. Leo dos veces. Se me cierra el esófago.
ResponderEliminarMagnífico.
(Sólo espero que el azafrán fuera colorante alimentario al uso, porque ahí sí me resulta un desperdicio).
Felicidades.
Iba a desayunar pero de pronto se me ha quitado el hambre. Que sepas que tú seras la responsable del concierto de mi estómago a media mañana.
ResponderEliminarAsquerosamente vomitivo (a mí comer me cuesta casi siempre). ¿Viste la película "La grande bouffe", de Marco Ferreri? Pues si aquella muerte colectiva me produjo náuseas, lo de tu personajue me produce una desolación absolutamente asquerosa.
ResponderEliminarComo alguien que se suicida disparándose en la sien una caja de doscientos balines; uno tras otro para que vayan profundizando.
desde luego Mega nos arrastras emocionalmente a todos tus incondicionales con tus comentarios ya sean literarios,de pecados capitales,culinarios o de la estirpe que toque.de aquí a la eternidad.Un BESO MUY FUERTE.POR CIERTO aNTÓN cASTRO,GRACIAS A SU BLOG TE CONOCÍ,PUBLICA NUEVO LIBRO ESTE MES.
ResponderEliminar(supongo que se habrá entendido que lo vomitivo es la historia no el relato que logra transmitir esa sensación, ji, ji)
ResponderEliminarSelma, buenos, muchos y diversos, jaja. Ya saldrán, ya...
ResponderEliminarRafa, mientras no seas gulímico... Un abrazo
Araceli, tal vez, tal vez. Fíjate que al principio inventé hasta una historia para justificar la existencia de la vecina, pero luego pensé: ¡al diablo! Historia omitida, jaja.
Manuel, celebro de veras que te cause espanto. Entre otras razones, porque no te veo yo a ti fácilmente asustadizo, la verdad.
Un abrazo
Isabel, jaja. Guárdame el secreto, ¿vale? Un beso grande para ti
Marina, a mí las alcachofas de lata me parecen incomestibles, de ahí que me acordara de ellas, jaja.
Abrazos a contratiempo
Olga, bienvenida. Y muchas gracias. A mí me agrada tu visita.
Sergio, jaja. ¿Se mastican los microrrelatos? Espero que éste en concreto te resulte de fácil digestión. Un beso
ResponderEliminarMeine Gräfin von Freia, a mí también me lo parece. De hecho, se ahoga en su propia desolación...
Abrazos
Izaskun, jaja. Por supuesto era de bote, totalmente sintético. Un beso
Viajero, ¡vaya por Dios! ;-)
Nán, ¡qué bueno que te parezca horrible!, jaja. No la vi, no, pero ya la veré en cuanto tenga ocasión. Un abrazo muy grande
Anónimo, vienes del blog de Antón Castro, ¡y qué bueno que saque nuevo libro!, pero se te olvidó decirme tu nombre.
Estas historias son las que abren mi apetito literario. Estupendo, Gemma.
ResponderEliminarGracias, Orlando querido.
ResponderEliminarUn abrazo
Gula es lo que yo he sufrido durante una semana en la Riviera Maya. ¡Que artazo! no volveré a un sitio como ese, solo consigues estropearte el estomago.
ResponderEliminarPero también tuvo su lado bueno como admirar la cultura Maya y bañarme en un cenote.
Salud, República y Socialismo
Qué maravilla. Qué desmesura. Creo que no comeré en una semana por lo menos. Excelente micro.
ResponderEliminarUn abrazo
Antonio, ¡qué envidia! ¡Nada menos que en un cenote! (Te confieso que he tenido que buscar la palabreja en el diccionario, jaja). Un besote
ResponderEliminarHerman, en el fondo se trataba de un anticipo... de lo que nos espera... Otro abrazo