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Sabe que no hay marcha atrás, que se le escapa por la boca los ojos los oídos, por cada uno de sus sentidos de pronto embotados. Sabe también que ese pinchazo en el corazón, esa angustia en el estómago, ese sudor, ese calambre que le recorre la médula espinal como si fuera un coche a la carrera son reales, aunque tal vez fuera más justo decir que son sólo escenas de un pasado remoto.
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Sabe todo eso y más. Por ejemplo, que el hombre del abrigo gris ceñido con cinturón de hebilla es él mismo a los 54 años, bajando deprisa la escalera, segundos antes de chocar con Marta. O que aquel otro tan apuesto, aunque parezca mentira, también es él mediada la treintena, junto a Eva, en su época más feliz y fugaz.
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Después, o quizá sea antes -las imágenes se le agolpan a una velocidad endiablada-, sabe que ese joven de mirada insolente de apenas 23 años, que se muestra ansioso por conocer los resultados, está a punto de licenciarse. O que el chico, el niño, también el bebé, cómo no iba a saberlo, comparten esos tics, y más tarde esos modos que terminarían por definirlo como una persona nerviosa, inquieta.
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Luego, de golpe, nada sabe. Porque ya no sabe nada, ésa es la verdad; la única certeza. Acaso de haber podido, debería habérselo preguntado una vez más: "¿Nada de nada?"
Luego, de golpe, nada sabe. Porque ya no sabe nada, ésa es la verdad; la única certeza. Acaso de haber podido, debería habérselo preguntado una vez más: "¿Nada de nada?"
¡Auggghhhh!
ResponderEliminarÉste es de los que duele...
Vertiginosas imágenes... Probad pasarlas rapidamente, ilustran a la perfección esta Caída... pero puede ser una caída libre en el famoso túnel justo antes de desconectar de este mundo, es el momento en que desfila toda tu vida de manera desordenada en fracción de segundos... Puede ser...¿O no?
ResponderEliminarUn beso Mega.
Mega
ResponderEliminar¿Tanto da para pensar en una caída?
A no ser que en lugar de caer desde la cúpula del Reigtag se caiga desde la torre de comunicaciones de Alexanderplatz.
Salud, República y socialismo
fue un placer permanecer en tus tierras digitales, te seguiré porque sólo anuncias caminos vertiginosos.
ResponderEliminarbesos.
La vida que pasa en un segundo al borde de la muerte. ¿Dará tiempo a pensar tanto? Bueno, en un ataque de impresiones de recuerdos pueden caber cuatro en un instante.
ResponderEliminarMuy inteligente la unión del final de la vida con el pre-nacimiento. Al final nos quedamos en NADA.
Un beso
Hola nena, pasé a saludarte muy rápido, voy de pompis estos días.
ResponderEliminarFreia, espero que no haya sido nada, jeje.
ResponderEliminarSelma, sí. Justamente. Otro beso de vuelta.
Antonio, qué cosas tienes, jaja. Bromas aparte, a mí no me parece que sea mucho pensar... Una vida entera concentrada en el lapso de tiempo que dura una caída resulta, a todas luces, apenas un soplo.
Cuchhhi, pues gracias por animarte a ello. Y bienvenido.
Soboro, en efecto, eso es. Se supone que la sensación de vértigo viene provocada, además de por la caída libre que conlleva percibir la propia muerte, por esa sucesión repentina y comprimida de una dilatada existencia ...
Quería, además, aunque no sé si lo he logrado, que el tiempo que se escapa a través de las secuencias de su vida, por una parte, y el tiempo que avanza imperturbable hacia una muerte segura, por otra, se cruzaran de algún modo. Tal vez lo retome... Sí voy a retomarlo seguro. ;-)
Maria Eugènia, hola, te agradezco el saludo. (Bon cap de setmana)
Saludos cordiales
Mega, guapa. Una entrada dura pero real. Todos, sobre todos los que empezamos a cumplir años, nos vemos lejos en nuestros recuerdos, nuestras fotos, nuestros escritos pasados.
ResponderEliminarSi hay algo que no deja de pasar es el tiempo y si hay algo que no deja de llegar es la...
Pues sí que lo estoy endulzando. Lo dejo ahí.
Un beso, Salud y República
Sí, sí creo que has conseguido ese efecto, Mega, porque era en el que yo pensaba mientras estaba leyendo. Estremecedor micro con el que hoy, desde luego, no haré frivolidades.
ResponderEliminarSiempre he pensado que los suicidas se arrepienten durante decimas de segundo en caída libre...
ResponderEliminarUna entrada fantástica, de verdad Mega. Y he hecho lo que comentaba Selma de pasar rápido las imagenes y he flipado. Preciosas fotos.
Un abrazzo
Sólo sé que no sé nada.
ResponderEliminarToda una vida para llegar a comprenderlo y terminar encima vestido de gris. Renglones torcidos.
Besos creativos.
He leído varias veces el micro. Me ha encantado el tono, los tres primeros párrafos me han resultado fascinantes.
ResponderEliminarPero hay algo en el último párrafo que me inquieta. Creo que yo habría acabado el relato diciendo: Luego, de golpe, nada, omitiendo el resto.
Esa última frase y el título ya serían suficientemente explícitas (creo, es una impresión).
Así y todo, mis felicitaciones por el micro.
Rafa, el vértigo de lo que avanza y, también, de lo que se pierde. (¡Qué cruz!)
ResponderEliminarManuel, en realidad, la versión que tú lees está ya retocada, así que me alegro.
Fritus, es muy probable que sea así, aunque para cuando lo descubren ya es demasiado tarde.
Víctor, precisamente. El saber certifica nuestra existencia, de ahí que cuando falte ya no seamos.
Viajero, compuse un primer final que era como el que comentas: escueto y repentino; pero luego pensé que, en realidad, no había ninguna sorpresa por desvelar, pues ya desde el título mismo sabemos su desenlace, así que me propuse lograr un efecto distinto: el del remolino de cuando la vida se nos escapa. (Voy a darle más vueltas, porque también yo creo que ese final puede mejorarse.)
Abrazos y besos
Aviso para navegantes: Nuevo final. ;-)
ResponderEliminarCuriosamente todos habláis del relato refiriéndoos al final de la vida, a la vida como remolino que se escapa.
ResponderEliminarLa primera vez que yo lo leí, no me sugirió eso, sino la de un enfermo de Alzeheimer que, sólo por un momento mínimo, recobra la lucidez. Quizá me indujo a ello el uso repetitivo, constante, rítmico de la palabra sabe hata que, de repente, una frase escueta lo corta de raíz:
Luego, de golpe, nada sabe".
Creo que la sensación de vértigo puede ser la misma.
Por eso decía en mi primer comentario que dolía... No por la caída (jeje), sino por el dolor que representa la muerte estando vivo. (Tengo algún caso cercano a mí con esa dolencia y probablemente por eso mis demonios particulares han hecho esa asociación).
Besos con mucha memoria.
Vengo de La Nada de un pueblo de montaña, donde no pasa nada (ni puede pasar) y me encuentro este viaje por el hiperespacio. ¿Pero nada de nada? Nada.
ResponderEliminarLeyendo los comentarios, me decía "¡pero si el final está muy bien!" ... Y es que has hecho trampa otra vez. Ya no podré leer ese final "de golpe". Snif. Y creo que me habría gustado también. Woody Allen lo usó en una peli en la que uno autor de comedia y uno de tragedias cuentan la misma historia en una mesa de un bar a sus amigos. Al final, uno habla de otro amigo que murió de pronto, cuando muchos le habían visto estupendamente por la mañana. "Así es la vida", dice uno. "Estás y". Fundido a negro con final de película sin siquiera poner fin.
Ese recordar que dicen que (y del que hablas) me inquieta: ¿Qué será?
Siga por estos caminos de vez en cuando, querida narradora. Nos da una buena sensación.
(la primera versión de Freia contiene un estremecimiento de otro tipo).
Freia, a la hora de componerlo, tenía en mente una vaga idea de lo que quería contar. Sobre todo quería reconstruir en lo posible una sensación, un estado (el que debe de sentirse cuando nos hallamos en plena caída, embargados por el sentimiento de pérdida del título); ahora bien, tu lectura es igualmente válida desde el texto (incluso al margen de mi voluntad). ;-P
ResponderEliminarUn besote
Nán, ¿Melinda y Melinda? (Me encanta Woody Allen.)
Las dos primeras versiones del micro se perdieron por el sumidero de las fotos, jeje.
Un abrazo para ti
(¡Qué envidia lo de la montaña!)
A mí también, contra viento y marea, las buenas y las menos buenas. Exactamente es la película que dices, que me pareció un prodigio del arte de la narración (en cine). También me pareció que era su primera película de viejo.
ResponderEliminarMe impresionó ese final, en el que hay luz y de repente no la hay. Hace pocos años tuve una parada cardiorrespitoria y mi último pensamiento fue "se apagó la luz". Aunque sea difícil creerlo, me dio mucha tranquilidad para el futuro (cuando desperté, todavía oscuro pero sintiendo un tacto repugnante en el brazo y una voz que decía "se ha muerto").
Tu relato cuenta otro clásico, la visión rápida de la propia vida, pero hacia atrás, lo que le da un atractivo muy especial por todos los pensamientos que provoca sobre el Tiempo.
Pero prefiero el clásico de Shakespeare: "Apaga la luz y luego apaga la luz".
Supongo que algo harás en verano. Yo, por suerte, me quedo ya en Madrid, pasando frío en la oficina.
Abrazos a todos.
Nos vamos a Berlín de nuevo. A pasar un verano de nubes, un otoño de hojas y un invierno de nieves, ilusionada con la idea. Pero en contacto con todos vosotros como siempre.
ResponderEliminarDe todo corazón te deseo lo mejor, pero sobre todo que sigas publicando, me he aficionado mucho a tus relatos Mega...
ResponderEliminarUn petó i una forta abraçada!
querida Mega, hace poco estuvimos hablando precisamente de lo que uno piensa cuando se ve en una situación límite donde la vida corre peligro. Muchos habían sufrido accidentes y habían tenido ese miedo. Pero cada uno lo había sentido de una manera diferente (desde el que hizo repaso de su vida, como tu pesonaje, hasta el que no había tenido tiempo de pensar nada, o el que solo habia pensado en QUÉ hacer para que su vida no terminara así de esa forma absurda...)
ResponderEliminarme resultó muy interesante observar cómo cada uno reaccionamos de manera diferente antes situaciones parecidas...
respecto a tu relato poco más puedo aportar que no se haya dicho ya, me ha gustado mucho (y con las fotos ya ni te cuento...ese edificio es tan fotografiable!!!)
pues eso que disfrutes Berlín, (entiendo que vuelves para una temporada larga...???) qué envidia!!
un abrazo!!!
Gracias, Selma y María, por vuestros buenos deseos.
ResponderEliminarSelma, nada me gustaría más que seguir publicando. Yo también le deseo larga vida a tu jaima. ;-)
María, en efecto. La última vez estuvimos 2 años, así que lo de ahora se me va a pasar como en un suspiro...
Un abrazo muy fuerte
Felicidades, Mega. Muy bueno tu relato y muy apropiada la secuencia de fotos. Realmente una caída vertiginosa. Parece increíble que en tan sólo unos segundos pueda ver pasar en una serie de secuencias hacia atrás toda su vida. Pero en una caída o un accidente da tiempo a pensar bastante con la rapidez del relámpago, lo sé por propia experiencia (aunque, por suerte, no fueron mortales, claro).
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Luisa, por tus palabras y por la visita.
ResponderEliminarSaludos cordiales