miércoles, 2 de abril de 2008

Una inclinación como otra cualquiera

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Al tipo aquel le había fascinado desde siempre meterse bajo tierra a la menor ocasión. O, al menos, esa impresión transmitía. Más de una vez, cuando niño, incluso se había hecho imprescindible la intervención de las autoridades para rescatarlo de algún barranco a vida o muerte.

Durante un invierno especialmente gélido, hacía ya bastantes años, corrieron rumores acerca de su persona sobre extraños accidentes que habían tenido lugar en depresiones, hoyos, túneles, cuevas y algún sótano de los alrededores. Nadie se explicaba, tampoco él mismo, a qué podía responder ese gusto manifiesto, casi imperioso, por permanecer escondido a toda costa. Al parecer, lo que más le gustaba era encerrarse en casa meses enteros sin ningún motivo, yacer medio embozado, a salvo de las miradas furtivas y recelosas de la gente, emboscado de la realidad.

Tras muchos años, sigue en las mismas. Quizá la única diferencia destacable consista en haber radicalizado sus gustos con la edad. No en balde, su fascinación hasta límites indescriptibles por la noche, la oscuridad, el silencio, y las sepulturas ha ido en aumento. En muy poco tiempo se ha vuelto, además, insufrible; ya sólo tolera, de hecho, la compañía de su fiel y amante esposa, la Condesa de Drácula.
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10 comentarios:

  1. Por supuesto.

    Gracias.

    Otro para ti.

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  2. La señora condesa es que tiene unas espaldas así de grandes, pero... Eso acabará como otro caso más de violencia de degénero, si no, al tiempo...
    ¿Nieva en Berlín?
    Abrazos atrompados.

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  3. Preciosa tu mini-biografía del Conde Drácula. Quizá hayas inaugurado un género sin saberlo.

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  4. Casi nada es casual, somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos.

    Por un momento, mientras leía el relato, creía que ibas a responsabilizar el protagonista de los socavones del AVE en Barcelona.

    Hermoso el cuento.

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  5. María, en realidad, mi Drácula es de pega; domesticado como un gato.

    Jajaja, Joseba, nunca se me hubiera ocurrido ver la historia del Conde Drácula desde esta óptica. Pero, ya que estamos, en tal caso ¿quién maltrata a quién? Supongo que ambos dos y al mismo tiempo, con la diferencia de que a ellos ya les parece bien, jaja.
    (Mis informantes en Berlín me cuentan que ha llegado la primavera. Dentro de unos meses, ahora estoy en Barcelona, volvemos para allá)...

    Herman, la verdad: no me veo yo inaugurando nada... ;-)
    Ahora bien, esta vez me propuse construir una historia a partir de un rasgo de carácter determinante, convencida de que podía, él solo, condicionar toda su trayectoria posterior...

    Viajero, en efecto, somos lo que fuimos, más lo que nos ha dado el tiempo (o nos ha quitado).
    En cuanto a lo de que el prota sea responsable de los socavones de BCN, no lo descartes, no. Quién sabe...

    Abrazos múltiples

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  6. Acabo de ver una peli medio de terror, 'El Celo', de Antoni Aloy, un director mallorquín, nada menos que con Lauren Bacall como coprotagonista, y tu relato me ha sobrecogido.

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  7. La inclinación, por fuerza, tendría que ser hacia abajo ¿no? Jeje.
    Besos

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  8. ¿El rasgo de carácter puede determinar el futuro hasta ese punto?

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"