martes, 11 de marzo de 2008

Sujeto a la tierra

Aquel eremita vivía retirado del mundanal ruido, que diría Fray Luis de León; dispuesto a purgar las pasiones del mundo que lo mantenían sujeto a la tierra, con el fin de poder ascender a un estado superior de comunicación con Dios, fuera de toda carnalidad perentoria y ruin.

Una pequeña lacra obstaculizaba, sin embargo, la consecución de tan ansiado logro: el pobre ermitaño no aparentaba ser ni especialmente joven ni especialmente viejo, ni muy alto ni muy bajo, ni demasiado gordo ni demasiado flaco. En puridad, tanta medianía empezaba a resultar un verdadero fastidio.

De natural contentadizo, al tercer mes de purgación se dio por vencido. No le quedó más remedio. El mismo Dios en persona no vacilaría en desahuciarlo cuando le llegase su hora. Y todo, por falta de ambición.

11 comentarios:

  1. Tu relato me ha recordado, que además me ha gustado mucho, como siempre, un fragmento del Demian de Hesse, aquél que dice:

    “Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella”

    Cuando no se está totalmente convencido de lo que se quiere...

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  2. ¡Qué atracón de micros me he dado! ¡Gracias!!

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  3. Magda, es que el mundo está más cerca del absurdo, de la imperfección, que del sentido pleno, creo yo...
    Y claro, luego, a todo ello hay que sumarle, encima, nuestras carencias y debilidades, nuestra infinita humanidad (la parte buena y mala de ésta).

    En el micro el eremita desea pero ni siquiera lo hace con la suficiente convicción; de ahí que no logre su objetivo de ascesis. En suma, hay que hacer bien las cosas (incluso mejor que bien); lo cual no siempre es fácil...

    Lara, dosifica, mujer; no te vayan a sentar mal...

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  4. Me dijeron que en la antigüedad clásica la perfección era el "aurea mediócritas" (el dorado punto medio). Por eso creo que ese personaje no iba tan mal encaminado para alcanzar la perfección
    Un besazo!!

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  5. Vaya, venía yo a contarte que el eremita me ha recordado mucho a mí, pero después de leer el último comentario, no sé si sonará engreído... Yo siempre dije, con más humildad que otra cosa, que se me puede definir más por lo que no soy que por lo que soy: ni alta ni baja, ni guapa ni fea, ni gorda ni flaca, ni lista ni tonta, ni buena ni mala...... etc. etc. etc.

    Según Reb quizá soy perfecta... y yo sin enterarme.

    ;-)

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  6. Claro, Rebeca, no te falta razón. El "aurea mediocritas" de Horacio hacía referencia a la conquista de equilibrio por parte de todo aquel que aspirase a ser dueño de sí mismo, hallándose sometido a las pasiones del mundo. En realidad, el caso contrario al de nuestro personaje, quien no consigue perfeccionarse porque no lo necesita... pero ahí está la gracia (o desgracia, según se mire).

    Jajaja, Leg. Cuidado no te hagas un lío y vayas diciendo por ahí que aspiras a una perfecta mediocridad...
    ;-)

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  7. PS: Apunte curioso para el lector no menos curioso:
    La mediocridad dorada

    Apunte latino para Dardo:
    Aurea mediocritas

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  8. Soy, Mega, no aspiro. Soy un punto medio, perfecto como medio, no como punto; lo de mediocre también es cierto, aunque siempre según se mire.

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  9. Querida Leg:
    Si el pobre eremita es mediocre, ya no digamos el resto de los mortales, servidora incluida.
    Por si no me había explicado bien...
    Un abrazo

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  10. Gracias, Mega, por tu texto. Y gracias también por el enlace al poema de Horacio. Esas palabras, escritas hace ya tantos siglos, nunca dejarán de conmoverme.

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  11. ¡Hola, Herman!
    A mí también me reconfortan sus versos y su pensamiento a prueba de siglos...

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"