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Él conservaba de sus años jóvenes una barba desaliñada; ella vestía con exquisito gusto, llegando al extremo de cuidar su imagen de forma obsesiva.
Aquel hombre prefería atender, en cambio, la terraza de su casa, un verdadero jardín poblado de flores de todas las especies y procedencias. Los rosales que trepaban por la rugosa pared eran su mayor orgullo. Por otro lado, la mujer era capaz de cocinar las mejores recetas de su abuela paterna, no le gustaba en absoluto la soledad, y vivía desde hacía tres años con un gato. ..Fue casualidad que ambos frecuentaran aquella casa de comidas. Tras coincidir a menudo los viernes a la misma hora, pasaron a saludarse y, ya con el tiempo, a sonreírse con timidez. Los comensales del lugar no se extrañaron lo más mínimo el día en que ambos decidieron compartir mesa y manteles. Entonces, eran jóvenes y ante sí el futuro se desplegaba incierto y dichoso.
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En el momento presente en que escribo, él conserva su misma barba y desaliño; ella su preocupación por la apariencia y sus dotes culinarias. Siguen juntos. Claro que lo único que ha cambiado es todo lo demás.
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Pues ha pasado de los bigotes de un gato a una barba vieja, sucia, desaliñada y gastada. Ha salido ganando. Además con el de la barba se puede hablar.
ResponderEliminar...aunque a lo mejor ella también hablaba con el gato...
ResponderEliminarJajaja, Animal. Ya veo que tu nombre te obliga a sentir especial simpatía por el gato. ;-)
ResponderEliminar«...aro que lo único que ha cambiado es todo lo demás.»
ResponderEliminarCasi nada. ¿Qué ha sido de la hermosa terraza con sus exóticas flores y su magnífico aspecto?
A saber, Joseba. ;-)
ResponderEliminarYo apostaría a que tal día como hoy siguen creciendo otras flores distintas, con nombres y olores no menos exóticos y embriagadores que los anteriores...
...ores....ores...ores.
ResponderEliminar(¡Qué finales más evocadores!)
;-)
Tus relatos, Mega, cada vez son más sugerentes. Ya sabes de mi afición por los relatos cortos y por los finales abiertos...
ResponderEliminarCierto: qué buena frase (tan sencilla) para un buen final. Hace, exactamente, que todo cambie.
ResponderEliminarMás, más.
¿Y esa foto???
aunque con el tiempo distanciaran los momentos en que hacen el amor, mientras algún que otro viernes coman allí juntos, lo demás no importa.
ResponderEliminarDemoledora estamo, Mega.
A mi no me resulta demoledor. Me gusta la idea de que tanto tiempo después les apetezca seguir estando juntos.
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