domingo, 11 de noviembre de 2007

Determinismos

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Si hubiera estudiado Arte en vez de Filosofía, Pedro habría terminado trabajando como restaurador de obras artísticas para el museo de El Prado. Si en lugar de haber cambiado de ciudad, se hubiera quedado en Madrid, un día a la salida del trabajo, de camino a un conocido restaurante del centro, habría tropezado con María, lo que le habría dado pie a disculparse y, claro, entablar conversación, además de ofrecerle el taxi que estaba a punto de coger. Si, como decimos, cambiar su ciudad natal por Valencia le impidió tropezarse con quien seguro habría terminado convirtiéndose en su esposa; tras la decisión de mudarse tropezó de igual modo–en fin, era consustancial en él dicho accidente- pero lo hizo con Sonia, a la salida del teatro, una mujer muy guapa, cierto, aunque sin el encanto de María.
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De acuerdo con esta caprichosa ruleta que es la vida, Sonia, con quien en efecto llegaría a casarse, no sólo aprendería a cocinar, andando el tiempo, unas paellas deliciosas, de chuparse los dedos, sino que además le daría tres hijos estupendos: Miguelito, María (pura coincidencia) y Mónica. Así las cosas, cada vez que este esforzado profesor de Filosofía en un instituto de las afueras de Valencia, invitara a comer en su casa a los colegas, todos ellos sin excepción se refugiarían de la falta generalizada de disciplina en las aulas en los efluvios deliciosos de la paella que su mujer iba a prepararles, por lo común, cada primer domingo de mes.
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Hoy en día, tras estudiar Filosofía, haberse casado con Sonia y comer a menudo, junto a su familia y allegados, una paella de rechupete, no puede evitar sentir de vez en cuando una punzada de nostalgia por un futuro inexistente que jamás llegará a conocer.
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17 comentarios:

  1. La cuestión es si cada una de esas encrucijadas que se presentan a diario (tal vez cada segundo), son meramente fortuitas o bien están determinadas totalmente por leyes precisas que desconocemos.

    El simple hecho de existir (de nacer) es ya una confluencia de casualidades tan improbables, que prácticamente somos imposibles: que tus padres se conocieran, que los padres de tus padres se conocieran, y así hasta el origen del universo.

    Incluso es totalmente azaroso y casual el momento en que fuimos fecundados. (Un segundo antes o un segundo después los cromosomas se habrían agrupado de otra manera y seríamos otra persona.)

    Y sin embargo, vivimos.

    Hay un poema de Borges que viene a sintetizar esta idea. Empieza más o menos así:

    El vago azar o las precisas leyes
    que rigen este mundo, el universo,
    me permitieron compartir un trecho
    de mi camino con Alfonso Reyes.

    A mí me gusta especialmente su arranque: "el vago azar o las precisas leyes", porque o bien todo es puramente fortuito y azaroso, o bien está regido hasta en sus más ínfimos detalles.

    No parece haber término medio.

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  2. En efecto, no parece haberlo. A veces creo que existe un determinismo feroz e implacable cuyas leyes, pobres de nosotros, ignoramos sin remedio. Y luego, está esa sensación de irrealidad...

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  3. Múltiples futuros en cada decisión que tomamos. Demasiado complicado. Yo prefiero no pensar nunca en el "¿y si...?": ¿y si hubiese estudiado enfermería en vez de pedagogía? ¿y si hubiese decidido no ir a ver a mis tíos cierto fin de semana de julio de hace 8 años? ¿y si...?

    (¿qué tal por los Berlines? ¿ya ha nevado?)

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  4. Haces bien, sobre todo cuando descubres que tan decisivo resulta plantearse qué quieres ser en la vida, como salir a la calle con bufanda o sin ella...

    (Ha nevado sólo dos veces, de momento. Según los nativos, todo muy normal.) ;-D

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  5. Sí, Leg, es irónico, pero en la misma medida en que también lo es la vida.

    (¡Qué le vamos a hacer!)
    ;-)

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  6. Yo creo que no existen esas leyes, que nada está predeterminado de ninguna manera, ni lo más nimio. Todo es una pura y enorme improvisación. Y enorme también por lo increíble y maravillosa que es.

    Y también creo que no debéis agobiaros ni un segundo por lo importante de vuestras decisiones, porque no lo son tanto. ¿Por qué? Pues porque lo que va a suceder a continuación depende de una decisión tuya, sí, pero sumada a una decisión de otros, y sumadas todas a decisiones anteriores de otros más, y sumadas a los efectos producidos por las decisiones que tomaron otros.... etc.
    Vamos, que sólo por cambiar tu decisión de salir o no a la calle, no cambias la historia. Solo contribuyes con tu granito a la historia que se está escribiendo, aún sin saberlo, entre todos.

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  7. Me consuela saber que la culpa de nuestros errores queda repartida...
    ;-)

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  8. Igual te consuela más aún saber que yo no los llamaría errores, ni culpas.

    Si yo tengo que tomar una decisión que puede traer alguna consecuencia totalmente inesperada e impredecible... ¿seré el culpable de lo que suceda? ..... No, como mucho sería el causante, y más en concreto uno de los causantes, pero nada más.

    Creo que os atribuís demasiada responsabilidad en este asunto, y así es fácil agobiarse, claro.

    La vida es una gran improvisación que vamos haciendo entre todos. Es bueno que intentemos que nuestros actos den consecuencias apetecibles para todos, pero al final eso no está bajo nuestro control, así que no hay culpas que valgan.

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  9. Pero otras veces nuestras decisiones sí que tienen consecuencias predecibles. Yo me refería más bien a estos casos.

    Aunque el concepto de culpa suene demasiado severo, llámale responsabilidad si quieres; pero somos responsables (cuando hay conciencia de nuestros actos, en primer lugar), y hasta te diría que también cuando no la hay, si ello perjudica de forma evidente a otra persona.

    En los otros casos, estoy de acuerdo contigo. ;-)

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  10. Hombre, sí. Cuando sé qué consecuencias pueden tener mis actos soy responsable de lo que suceda a partir de mis decisiones.
    Claro.
    Creía que estábamos hablando de otra cosa. De eso de decidir una cosa u otra en un momento dado y que ello conlleve un devenir diferente de la historia.

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  11. A) He llegado tarde. ¡Pero tengo coartada con muchos testigos!

    B) Sea lo que sea de lo que me acuse el Universo, ¡soy tan inocente como el gusano de C)!

    C) Mientras el gusano gordote empezaba a cruzar, tan a gustito al sol, la parte superior del tronco de un árbol caído junta a la carretera, el viajante de comercio se iba sintiendo fatigado.
    Detuvo el coche y se sentó en mitad del tronco, notando algo al hacerlo y oyendo un "chof". ¡Ay, que manchurrón!
    Solo tenía otros pantalones limpios, que se puso. Decidió parar en el pequeño pueblo siguiente, donde nunca se había detenido a vender, para que en la tintorería le limpiaran los agusanados pantalones. La agradable joven de la tintorería le hizo incluir ese pueblo en su ruta, para cortejarla. Luego, ya os lo podéis imaginar: boda, embarazo de la esposa y un un hijo al que el señor Nixon le puso Richard como nombre de pila.

    El resto, es Historia.

    Pero me han dicho que los gusanos todavía no le han perdonado aquel cruel asesinato. "¡Soy inocente de todo!", dicen que dijo el Presidente.

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  12. Jajaja. Sin duda el gusano era inocente, Nán, pero qué muerte más decisiva.
    ;-)

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  13. Todo lo es... y nada también... sino piensa a ver qué más factores influyen en ese desenlace, además del gusano y la decisión de sentarse en ese lugar... ¿quizá el hecho de llevar sólo otros pantalones en la maleta? ¿quizá un jefe que le llevó a conducir sin descanso hasta que, justo allí, no pudo más? ¿quizá la tormenta que hizo, en su día, caer aquel tronco, convirtiéndolo en un buen asiento? ¿haber aceptado ese empleo? ...... quizá siguiendo una cadena de acontecimientos no fuéramos capaces de encontrar el origen.
    Por eso todo es decisivo, pero nada lo es.

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  14. De acuerdo, Leg. Me has convencido.
    ;-)

    (Supongo que, al fin y al cabo, lo engañoso del caso proviene del hecho de querer entender la realidad una vez ya se conocen sus causas y consecuencias...)

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  15. ...de querer revisar la historia, pero ¿quién no lo hace?

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  16. No se refiere directamente a ello, pero sí tiene mucho que ver lo que cuenta Adivagar en su blog sobre "la probabilidad de vivir" (una de mis entradas favoritas): http://elsantoalcielo.blogspot.com/2007/10/la-probabilidad-de-vivir.html

    (Sigo sin saber poner enlaces, jeje)

    ;-)

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"