sábado, 23 de agosto de 2008

La vida según el alfabeto: la K, la Q y, a veces, la C

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Kantiano de catálogo, ello nunca fue obstáculo para que Kique se considerara sin complejos, y no por casualidad, un kafkiano convencido. En cualquier caso, que Carmina quisiera criticarlo porque el chico carecía del karma característico de aquél, resultaba incoherente. Como tampoco era un secreto su querencia por la lógica maniquea y maquiavélica que le inculcaran aquellos comerciantes locos, y a raíz de cuya conversación, entre cómica y cáustica, acabaría por convencerse de su calidad de hombre capaz de quemarse, incomprensiblemente, por una quimera.
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Lo que quedó como una curiosidad fue que Carmina, la quesera, conociera el caso antes de que el kiosquero, colega de Kique y compañero de curro, cayera en la cuenta. ¡Qué cosas!

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6 comentarios:

  1. Gracias, Gemma, ¡por fin voy a poder poner un huevo!

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  2. Caray! Cambiamos quimeras frankestenianas por querencias casi casi rescatadas de creativos micros que recrean contundentes y quietos recuerdos...

    Vamos, que echaba yo mucho de menos, tus juegos de letras. Casi, casi tanto como tu escritor, con o sin kimono.

    Kakakaka... món.

    Besos

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  3. Como quiere casarse este kafkiano carente de creencias...Quety conoce la verdad, que Carmen y el kafkiano conocieron amor prohibido en casas queridas de amigos confesos donde entre copas y caviar, en comidas opíparas,comían queso en demasía, conocedores profundos de creencias colmadas de carentes morales, debatían sobre como el kafkiano logró conquistar a Carmen en la corrompida cueva de la quesería.Quiso Quety finalmente confesar la verdad pero era demasiado tarde, ni Carmen ni el kafkiano se encontraban ya en el claustro.

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  4. Manuel, quiquiriquí.
    (Una duda razonable: ¿no eran las gallinas las ponedoras?) ;-P

    Freia, no era fácil la /K/, de ahí que abandonara el juego de letras. Como ves, al final tuve que recurrir a la ayuda de otras consonantes (aunque fueran del mismo sonido) para hilar una mínima historia que tuviera pies y cabeza. Sin duda, lo difícil del asunto no es tanto escribir de forma automática, pues basta dejarse llevar, como pretender contar algo con relativo sentido (sin que se quede en historieta). No siempre sale bien...

    Maria Eugènia, jajajajaja.
    Casi estoy por sugerirte que te dediques a ello. Has superado el reto con creces... ;-D

    Abrazos a todos

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  5. ¿Cómo? ¡Qué cosas comenta!

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  6. Ni lo intento. Maravilloso juego que, en efecto, no queda en historieta. Extraordinario.
    Adoro el alfabeto y jugar con él. Con mi hijo Adalberto en la fase palabrotas me dediqué a buscar palabras que sonaran feas y significaran bonito. Nos encantó carbúnculo.
    Un abrazo,
    Izaskun

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"