Era Hilario un historiador heterodoxo, harto holgazán y huésped habitual de "La Hacienda". Hace apenas unas horas ha sido ahorcado en La Habana tras husmear sus habitantes en la habitación del hombre, y hallarle un hobby horrible: el susodicho hechizaba al resto de los huéspedes del hostal a base de hierro, hierbabuena y algún hierbajo, además de hipnotizar y hacer hibernar con híbridos de su cosecha al hipocondríaco de la habitación OCHO, un hombre de hechuras hercúleas, en absoluto hosco, de gran humanidad.
Han sido los hombres más humildes quienes, al verlo huir sin huella de honradez, tan deshonestamente, lo han humillado ahorcándolo. Ahora es el hazmerreír de los habaneros.
Ooooooooooooooh...
ResponderEliminar¡Grhacias, Lheg! :-H
ResponderEliminarHaberlas haylas. Perec sentiría cierta envidia.
ResponderEliminarEl determinismo lingüístico que supone escribir bajo el dictado de una letra me parecía un reto interesante: en realidad, funcionaría como la pauta de un soneto.
ResponderEliminarEn mi opinión, todo el alfabeto es una limitación que debemos vencer. También el lenguaje en su totalidad lo es.
La literatura, ya se sabe, es la vida misma. ;-)
Olé por este a Abecedario, querida!
ResponderEliminarSaludos de tu amiga G. que se pasó toda la noche con tu blog fenomenal - y mira tu, lo entendí casi todo :-))