domingo, 30 de marzo de 2008

(En mi Bitácora secreta...

...os tengo una
pequeña sorpresa...
...Galardón
... Blog Brillante)

sábado, 29 de marzo de 2008

Breve compendio de la historia del hombre

A mediados del siglo XXI, cuando la presencia de los robots en la vida diaria del hombre posinternético todavía era una entelequia, los científicos más brillantes establecieron, sin solución de continuidad, la siguiente secuencia evolutiva:
Célula->pez->anfibio->reptil->mamífero->mono antropomorfo->hombre->humanoide.

Hoy, decenas de siglos más tarde, a punto de despedirnos de un siglo terrible e indigno, amén de espantoso y deleznable, y deseosos de iniciar un ILVII distinto, más próspero e inteligente, resulta cuando menos intrigante comprobar cómo aquellos seres endebles de siglos pretéritos no fueron capaces de prever siquiera nuestra implacable y paulatina involución de homo roboticus a homo reptilis.

Tras lustros de ensayos clínicos con resultados fiables, los neurocientíficos pseudohumanizados auguran para el infrahumano que está a punto de alumbrar el nuevo siglo un desplome absoluto y desolador.

En la actualidad, la secuencia evolutiva de nuestra especie se muestra, pues, como sigue:
Célula->pez->anfibio->reptil->mamífero->mono antropomorfo->hombre->humanoide->reptil.

Después de siglos de lenta y dolorosa deshumanización, tal vez nos hallemos a las puertas de su mismo exterminio. De seguir así, es probable que el pronóstico inmediato, todavía reservado, nos lance, en caída libre, a un vacío sideral auspiciado por la propia muerte, tan benigna siempre.
..

viernes, 28 de marzo de 2008

Yo, el verdadero

Vale que el escritor llevase una mala racha desde hacía meses, que no tuviera nada lúcido que contar, falto de inspiración, del más mínimo consuelo; pero aquel suicidio había sobrepasado con creces todas las previsiones, sospechas y rumores que circulaban en torno a su crisis de creatividad.

Arropado en el lecho de muerte, el cadáver sostenía un papel arrugado en el puño izquierdo. El inspector jefe de policía pudo leer las siguientes líneas:

"Toda mi obra es un maldito plagio del otro. Escribo lo que me dicta alguien que desconozco y que, por supuesto, no soy yo. Alguien que se alimenta de mis experiencias y reflexiones, que me roba mis sueños más secretos, que hasta se acuesta con mi mujer. El otro me ha usurpado la vida sin que yo me quejara ni una sola vez.
Yo, el verdadero, tan sólo soy un impostor, un pobre diablo.
No podía soportarlo más tiempo. Disculpen mi debilidad de tantos años."

viernes, 21 de marzo de 2008

La literatura o la vida

...

El escritor metódico buscaba por todos los medios convertir en literatura cualquier atisbo de vida que cayera en sus manos. Tanto se acostumbró a realizar estos trasvases, que hasta llegó a desarrollar un sexto sentido en el que su cuerpo hacía las veces de órgano principal. De este modo, si veía una película que le agradaba, su organismo captaba la información de interés como lo haría una antena al absorber las ondas electromagnéticas; si hacía sol o llovía, auscultaba el exterior con la precisión de un termómetro; si estaba disgustado, se lanzaba a escribir prosa satírica; si en cambio se levantaba omnisciente o soñador, le venían a la cabeza, respectivamente, versos ditirámbicos o alejandrinos divididos en dos hemistiquios, según la ocasión.

Escribía, en suma, con el empeño secreto de dar vuelo a una vida que adivinaba demasiado aburrida. O tal vez, lo hiciera, no estaba muy seguro, para ahuyentar la muerte. O quizá, sencillamente, para ganarse el aprecio y el respeto de sus conciudadanos. En realidad, no tenía la menor idea de por qué escribía. Por lo general, el atribulado escritor solía espantar la cuestión de un simple manotazo, aunque otras veces no era capaz de alejar de sí ni siquiera el vuelo rasante de una mosca.

Aquella mañana era justo uno de esos días; el bendito escritor andaba, pues, tristón, con el ánimo alicaído. Una duda le rondaba la cabeza de manera insidiosa: de ser cierto que escribía para vivir mejor, y de ahí la necesidad de trasladar al papel cualquier aliento vital, ¿qué sentido tenía, entonces, convertir esa ganancia en nuevo desvelo? A lo mejor resultaba que escribía por pura necesidad, por un extraño amor a la literatura. ¿O sería a la vida?

miércoles, 19 de marzo de 2008

El tiempo

...
...
En realidad, poco puede hacerse para no sentirlo.

Uno puede irse a nadar
a correr
a comer
a soñar
pero al cabo
deberá detenerse. Y entonces,
si está verdaderamente dispuesto
sentirá
mal que le pese,
sus pasitos pasos,
una y otra vez
muy despacio
yendo y viniendo
de acá para allá
de arriba abajo
y vuelta a empezar:
boca arriba
boca abajo
mal que le pese
sus pasitos pasos
sentirá
a veces, acelerados
armoniosos, las menos
huidizos, las más.

Sólo a ratos
si se concentra
logrará
acompasarlos
cuesta arriba
con el sol que se esconde
cuesta abajo
con la luna que asciende.

Pero sólo a ratos,
o en sueños.
En realidad, poco puede hacerse.

Esta entrada la saqué ayer en mi otro blog (Punto y seguido). Dado que ejerce de bitácora secreta, pensé que no le iría mal aparecer por duplicado, como si se tratara de un eco -o un bucle- en el tiempo...

martes, 11 de marzo de 2008

Sujeto a la tierra

Aquel eremita vivía retirado del mundanal ruido, que diría Fray Luis de León; dispuesto a purgar las pasiones del mundo que lo mantenían sujeto a la tierra, con el fin de poder ascender a un estado superior de comunicación con Dios, fuera de toda carnalidad perentoria y ruin.

Una pequeña lacra obstaculizaba, sin embargo, la consecución de tan ansiado logro: el pobre ermitaño no aparentaba ser ni especialmente joven ni especialmente viejo, ni muy alto ni muy bajo, ni demasiado gordo ni demasiado flaco. En puridad, tanta medianía empezaba a resultar un verdadero fastidio.

De natural contentadizo, al tercer mes de purgación se dio por vencido. No le quedó más remedio. El mismo Dios en persona no vacilaría en desahuciarlo cuando le llegase su hora. Y todo, por falta de ambición.

jueves, 6 de marzo de 2008

Volatineros

...
...
Cuando el payaso se decidió por fin e hizo acopio de todas sus fuerzas para dedicarle una tímida sonrisa a Gilda, la bella amazona, ésta se la devolvió por cortesía, como era natural que ocurriera, pero sin dejar de tener puestos sus pensamientos en el trapecista; fascinada como estaba ante aquel doble salto mortal que su amado solía ejecutar cada tarde, hubiera o no función.
.
El acróbata, por su parte, sólo tenía ojos para los saltos y cabriolas de "La niña del trapecio", según él, "ligera como un ángel", aunque es preciso decir que, por aquel entonces, ignoraba la costumbre de la joven de visitar tras los ensayos, y por espacio de media hora, al domador de leones, un austríaco de largos bigotes enroscados, seducido hasta la médula por el bueno de Pierrot, quien andaba, a la sazón, enamorado perdido de la Luna.
.
De este modo, mientras los habitantes del Circo "La Gran Ilusión" muestran cada noche bajo la carpa sus diferentes habilidades y ejercicios, harto complicados; la rueda de la fortuna que es la pista permite a estos saltimbanquis alimentar sus propios anhelos en los ojos esperanzadores de los niños, quienes, desde tiempos inmemoriales, abarrotan las gradas a cambio de unas risotadas.
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"