viernes, 23 de marzo de 2012

Una taza sin plato

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Iba andando por la calle cuando me topé con dos piernas de modelo. Al principio pensé que se trataba de las extremidades de un maniquí, pero no tardé en darme cuenta de que una mano demasiado viva sostenía una taza de café con leche, mientras la otra se dedicaba a lanzar, en pleno arrebato, pañuelos de papel contra la calzada. Dudé: ¿Necesitaría ayuda, o más bien querría estar a solas con su enfado? Opté por dar un rodeo y ver si sacaba algo en claro. ¿Qué motivos tendría la chica para patalear y desayunar a un tiempo sembrando de llanto el piso? Para cuando quise intervenir, no quedaba ni rastro. Parecía como si sus piernas se hubieran replegado de repente. A pocos metros de distancia, un montón de pañuelos sucios y una taza sin plato delataban su firme renuncia al desamparo
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* La foto se titula "En la calle", y es de Guillermo Méndez, autor de la bitácora FugaZes.
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miércoles, 21 de marzo de 2012

Dieciséis

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Un día descubrimos que resulta imposible ralentizar por más tiempo el vértigo presente. Y envejecemos.
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Un día descubrimos que ya no podremos ralentizar por más tiempo el vértigo presente. Que envejecimos. 


Envejecemos al descubrir que no logramos ralentizar por más tiempo el vértigo presente.
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domingo, 18 de marzo de 2012

Quince

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Cuando el pasado que nos concierne se convierte en el único futuro, sabemos por fin quiénes somos
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martes, 13 de marzo de 2012

lunes, 5 de marzo de 2012

Esfera trepidante

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Al niño se le escapa el globo en un descuido y, casi de inmediato, siente un pinchazo en el costado. Cae al suelo en una pirueta impropia de su edad justo en el momento en que ha empezado a faltarle el aire. Apenas alza su cabeza al cielo, logra atisbar el vuelo trepidante de la esfera, que sigue alejándose mientras su cuerpo poco a poco se deshincha. En el instante preciso en que se le cierren los ojos, desaparecerá la Tierra. 
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"